Científicos brasileños trazaron en São Paulo el primer mapa de resistencia a un antibiótico en este país, y confirmaron que el abuso genera resistencia, abriendo puertas para orientar políticas públicas de venta y prescripción de ese tipo de medicamentos. El «Mapa de probabilidad de riesgo de resistencia al antibiótico ciprofloxacina en bacterias Escherichia coli», fue […]
Científicos brasileños trazaron en São Paulo el primer mapa de resistencia a un antibiótico en este país, y confirmaron que el abuso genera resistencia, abriendo puertas para orientar políticas públicas de venta y prescripción de ese tipo de medicamentos.
El «Mapa de probabilidad de riesgo de resistencia al antibiótico ciprofloxacina en bacterias Escherichia coli», fue realizado por el proyecto Eureqa (Epidemiología del uso y de la resistencia bacteriana a quimioterápicos y antibióticos en la población).
La investigación identificó 4.372 infecciones del tracto urinario por bacteria E. coli, registradas en 2002 en dos centros de atención externa de la capital del sureño estado de São Paulo, de las cuales 723 resultaron resistentes a la ciprofloxacina.
Cada caso fue georreferenciado en un mapa digital, de acuerdo al domicilio del paciente. Esos datos y la delimitación de las zonas de influencia de cada punto de venta de la ciprofloxacina permitieron obtener la densidad de consumo del medicamento.
Un modelo estadístico y el sistema de información geográfica permitieron vincular la resistencia al antibiótico con la densidad de su consumo y detectar las zonas de la ciudad con mayores y menores riesgos de resistencia.
El estudio confirmó que con ese antibiótico, indicado para infecciones urinarias femeninas, y para esa bacteria «hay un grado de consumo poblacional que desencadena el surgimiento y la agregación a la resistencia a la ciprofloxacina en la (sureña) ciudad de São Paulo», explicaron sus coordinadores a IPS.
Los científicos Antônio de Monteiro, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, Antônio Carlos Campos Pignatari, de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo, y Carlos Kiffer, del Laboratorio Especial de Microbiología Clínica del Instituto Fleury aclararon que el resultado debe ser refrendado por otros estudios y en otros ambientes.
Pero la investigación «apunta con bastante certeza» que cuando un determinado antibiótico es muy consumido por una población, los integrantes de esa comunidad en una determinada área de consumo están más sujetos a contagiarse de bacterias resistentes.
De modo que «si muchos de nuestros vecinos o personas cercanas estuvieran usando determinado antibiótico, es posible que tengamos una infección por una bacteria más resistente, aunque no hayamos empleado antibióticos en los últimos tiempos», agregaron.
El estudio fue publicado el 28 de febrero en la revista científica International Journal of Health Geographics.
La iniciativa, financiada por la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo, tomó como base una campaña de la Organización Mundial de Salud (OMS) para combatir la resistencia a los antimicrobianos, el «principal arma contra las enfermedades infecciosas».
La OMS, que dedica al tema este jueves 7 de abril Día Mundial de la Salud, define esa resistencia como el proceso por el cual un microorganismo deja de ser afectado por un antimicrobiano al que antes era sensible.
«Es consecuencia de la capacidad de ciertos microorganismos (por ejemplo bacterias y virus) de neutralizar el efecto de los medicamentos, como los antibióticos. La resistencia surge por la mutación del microorganismo o por la adquisición del gen de resistencia», explica un documento de la OMS.
Eureqa busca precisamente combatir ese riesgo. Según la OMS, más de 50 por ciento de las prescripciones de antibióticos en el mundo son inadecuadas. Pero es un gran negocio. Sólo en Brasil la venta de antibióticos generó en 2009 cerca de 1.000 millones de dólares.
Los autores del estudio dijeron a IPS que no hay muchas investigaciones con una metodología semejante para evaluar la relación entre consumo de la población y surgimiento de resistencia bacteriana a antibióticos.
Aunque no de menor importancia, la mayoría de los estudios están dirigidos a aspectos «de la mecánica» de la resistencia bacteriana, enfatizaron.
«Haciendo una comparación bastante genérica, se puede decir que si los estudios de la mecánica responden al ‘cómo’ y ‘por qué’ de la resistencia bacteriana, los estudios epidemiológicos cuantitativos basados en el espacio temporal, como Eureqa, pueden responder ‘cuándo’, ‘dónde’ y ‘cuánto’ de las resistencias», resumió Monteiro.
Esas preguntas ayudarán a comprender las relaciones entre el consumo colectivo de antibióticos y el surgimiento de resistencia en bacterias causantes de enfermedades humanas.
Profundizar esta línea de investigación «con otros mapas cuantitativos» puede ser útil para orientar «políticas de venta o de prescripción de antibióticos», anticipan.
La resistencia a los antibióticos es un problema de salud pública desde hace 10 o 15 años. En este país de 190 millones de habitantes, según el censo de 2010, se la considera alta en comparación con naciones industriales, dijo a IPS el médico infectólogo Alberto Chebabo, del Hospital Universitario Clementino Fraga Filho de Río de Janeiro.
Hay una «resistencia elevada» tanto en las bacterias encontradas en los hospitales como en las infecciones en la comunidad.
Si bien «no hay datos nacionales tabulados, los locales demuestran que 20 a 30 por ciento de las bacterias que causan infección urinaria en la comunidad son resistentes a por lo menos uno de los antibióticos indicados para su tratamiento», sostuvo Chebabo, jefe del servicio de enfermedades infecciosas y parasitarias del hospital.
En los hospitales la situación es más grave. Según Chebabo varias publicaciones documentan brotes infecciosos en unidades de tratamiento intensivo de todos los estados del país causados por bacterias sensibles a apenas un único antibiótico.
Esto no sólo aumenta la mortalidad, sino los costos de tratamiento y la internación del paciente.
En opinión de Chebabo, la causa más importante de este problema en Brasil fue la automedicación masiva.
«Era muy común el uso de antibióticos comprados sin receta médica y utilizados indiscriminadamente, inclusive para tratar infecciones virales», dijo.
En 2010, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa) restringió la venta de antibióticos. Desde noviembre es obligatorio presentar en la farmacia una receta con dos copias, una se devuelve sellada al paciente y la otra permanece en el establecimiento.
También se necesita crear conciencia en los médicos, dijo Chebabo, responsables en muchos casos de recetar antibióticos que no son necesarios.
Anvisa tomó esa medida luego de varios brotes de la superbacteria KPC (Klebsiella pneumoniae productora de carbapenemasas) que es resistente a casi todos los antibióticos. Sólo en la capital, Brasilia, se registraron 183 casos y 18 muertes.