Sugiero un comentario histórico de texto. No doy de entrada detalles ni apunto un escenario reconocible. Algunas, sólo algunas, de las afirmaciones de una intervención larga y fuertemente aplaudida -la más aplaudida, así lo señalan las crónicas [1]– que se realizó en un encuentro policial. Entresaco los pasos más relevantes y evito algunas palabras para […]
Sugiero un comentario histórico de texto. No doy de entrada detalles ni apunto un escenario reconocible. Algunas, sólo algunas, de las afirmaciones de una intervención larga y fuertemente aplaudida -la más aplaudida, así lo señalan las crónicas [1]– que se realizó en un encuentro policial.
Entresaco los pasos más relevantes y evito algunas palabras para no dar pistas:
A los que pretenden destruir el modelo de sociedad elegido, la policía va «a por ellos», que les van a detener y lo van a «pagar caro». Se pueden esconder donde quieran, porque les vamos a encontrar. Ya sea en una cueva o en una cloaca, que es donde se esconden las ratas, o en una asamblea, que no representa a nadie, o detrás de una silla de una universidad [la cursiva es mía]
¿Su autor? ¿Antonio Correa Veglison, el primer gobernador «civil» barcelonés del franquismo? ¿Tomás Garicano Goñi, aquel ministro torturador? ¿Martín Villa en sus años mozos? ¿Arias Navarro, el que fuera carnicero de seres humanos en Málaga? ¿Juan Antonio Samaranch, el del estadio Olímpico barcelonés, franquista hasta el final de sus días? Si volamos más alto: ¿Mussolini tal vez? ¿Heinrich Himmler, con alguna nota manuscrita de Heidegger? ¿Pinochet? ¿Videla? ¿Algún agente de Somoza? ¿Bush I o II?
No, no, no van bien por ahí aunque, por supuesto, un innegable aire de familia enlaza todas las referencias señaladas.
Son palabras recientes del comisario general de coordinación territorial de los Mossos d’Esquadra, el señor David Piqué. Fue la intervención más aplaudida en el «Dia de les Esquadres», un acto celebrado recientemente en Barcelona, a mediados de abril. El comisario Piqué señaló, para cerrar su proclama, que los Mossos d’Esquadra estarían en «la primera línea de defensa» del modelo de sociedad. Estábamos informados de ello.
Se dirá, recordando a Mina, «palabras, palabras, palabras», sólo palabras. Pero no, siendo ya mucho, no son sólo palabras, es un programa represivo puesto en práctica. ¡Y de qué manera! Dos ejemplos.
Los Mossos d’Esquadra detuvieron el 24 de abril, la mañana siguiente al día de la rosa, el Dragón y el libro, a Laura Gómez, la secretaria de organización de la federación local barcelonesa de la CGT [2]. Se le ha trasladado a la comisaría de les Corts, la peor comisaría de Barcelona según todos los informes.
Se le acusa de haber participado en una performance delante de la Bolsa de Barcelona el día de la huelga general, el pasado 29 de marzo. En esa «performance» se cometió un crimen terrible: se quemaron unas bolsas de plástico para simbolizar la barbarie que esa sagrada institución del capitalismo representa. Muchos ciudadanos aplaudieron la acción; yo fui uno de ellos.
No sólo son detenciones, no sólo son presos sindicales sumados a presos políticos. Los golpes, las bárbaras actuaciones de la policía catalana, han vuelto a hacer acto de presencia. En Girona esta vez.
Mohamed Bartal tiene dos hijos, de tres años y seis meses [3]. Compró su vivienda por unos 145.000 euros (consiguió una hipoteca en Bankia). Fue en 2003. Dejó de pagar, como muchos otros ciudadanos, al quedarse sin trabajo. Toda su familia vive ahora con los 570 euros mensuales de la renta mínima de inserción. El ciudadano-trabajador Bartal no sabe dónde van a dormir estas noches. ¿Por qué? Su familia ha sufrido un desahucio. El tercero en pocos meses.
La primera vez, enero de 2012, se aplazó dos meses tras un informe favorable de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Salt [4]. A principios de marzo estos mismos servicios sociales volvieron a emitir un informe para paralizar otro desahucio, al tiempo que el Ayuntamiento negociaba una solución: el Consistorio ofreció a la familia Bartal un alquiler social por 350 euros a cambio de que entregase las llaves del piso. Mohamed no pudo aceptar: cómo iba a pagar 350 euros de alquiler si cobraba 570 del PIRMI, señaló. Tenía que pagar, además, la luz, el agua y la comida de sus hijos.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) intentó evitar el desahucio. Unos 70 personas se concentraron ante la vivienda de Mohamed y su familia. Sin éxito: la comitiva judicial se ha negado a negociar y los Mossos -¡siete vehículos de antidisturbios, como en los viejos tiempos, se presentaron en el bloque de pisos que forma parte de un humilde grupo de viviendas cercano al Ayuntamiento!-, los mossos, decía, desalojaron del portal con malos modos a los miembros de la PAH que pretendían impedir el paso de la comitiva judicial.
Pero los Mossos, definitivamente, no son gent pacífica. Resultado: cinco miembros de la Plataforma sufrieron contusiones la mañana del 23, el día del libro, la rosa, ¡y los Dragones!, durante la intervención policial: los policías catalanes -nada que envidiar a otros cuerpos represivos españoles- utilizaron las porras contra algunos de los manifestantes y al menos cinco personas sufrieron lesiones Un miembro del PAH, con la tibia rota por un golpe de porra, fue trasladado al Hospital de Olot para ser operado. El Servicio de Emergencias Médicas, por su parte, aseguró que había atendido a dos personas por heridas. Marta Afuera, portavoz de la PAH, también recibió un fuerte golpe en una mano.
Me olvidaba: el responsable político de los Mossos y Mosses es Felip, el Puig, el peor y más represivo político catalán de estos últimos 35 años, y dos estudiantes de Físicas de la UB siguen en prisión punitiva. Llevan encarcelados un mes aproximadamente. El conseller de Interior catalán -un Martín Villa catalanista para entendernos, con nulos principios y escasa columna- está feliz por el atropello cometido. Uno más en su poblado curriculum.
Notas:
[2] http://www.naciodigital.cat/noticia/42160/detinguda/secretaria/organitzacio/cgt-barcelona
[3] Antía Castedo, «Cinco heridos por los Mossos en un desahucio en Salt». El País, 24 de abril de 2012, pp. 1 y 5 (edición de Catalunya)
[4] Pueden emitirlo si consideran que el riesgo de exclusión social para la familia es elevado
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