Antes de utilizar cultivos para la generación de combustibles es necesario garantizar el abasto de alimentos para la población, sostuvo el subsecretario de Agricultura, Francisco López Tostado. Si bien el país no debe quedar rezagado ni fuera del aprovechamiento de las tendencias que van a condicionar a las sociedades en los próximos años, hay que […]
Antes de utilizar cultivos para la generación de combustibles es necesario garantizar el abasto de alimentos para la población, sostuvo el subsecretario de Agricultura, Francisco López Tostado.
Si bien el país no debe quedar rezagado ni fuera del aprovechamiento de las tendencias que van a condicionar a las sociedades en los próximos años, hay que profundizar en los análisis en torno a los riesgos y oportunidades que implica producir energía con insumos del campo, agregó el funcionario de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
De su lado, la investigadora Silvia Ribeiro, del Grupo ETC, también alertó sobre el riesgo de producir los llamados biocombustibles a partir de maíz.
«¿Por qué la necedad de poner en riesgo al grano milenario en el país de origen? Naturalmente, se trata de un negocio que sólo favorece a unas cuantas empresas, mientras los agricultores quedarán atados a ellas», añadió.
Señaló que «ahora esas empresas prometen ingresos seguros e incluso ya acudieron al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo para solicitarles que cambien el marco de otorgamiento de préstamos en el rubro energético, para que faciliten créditos para bioenergéticos, y ya la competencia mundial se inició».
En ese contexto internacional, abundó, México está rezagado porque la extracción de combustible basada en el maíz no es redituable, «es un mal negocio», y en el caso de la caña de azúcar la tecnología adelantada la tiene Brasil.
Son las trasnacionales las que están presionando para que gobiernos y agricultores entren en esa carrera, pero no existe un análisis de las fusiones que se están dando entre las industrias de automóviles y las petroleras, las de cereales, las de granos y las elaboradoras de semillas transgénicas, que promueven ya la producción de biocombustibles.
Es posible que muchos agricultores cambien sus cultivos tradiciones y acepten las semillas transgénicas, pero «no ven que quedarán atados a esas empresas, que lo único que pretenden es abatir precios, y que ellos quedarán encadenados al consumo de semillas transgénicas y con grandes deudas, porque con la reducción de los precios de los granos no podrán cubrir sus préstamos. Todo es una trampa», advirtió la investigadora y responsable en México del Grupo ETC.
Una investigación reciente del Grupo ETC documenta que las empresas estadunidenses Monsanto, Dupont, Land O’Lakes, Delta and Pine Land; la suiza Syngenta; las alemanas KWS AG y Bayer CropScience; la francesa Groupe Limagrain, la japonesa Sakata y la danesa DLF-Trifolium manejan 55 por ciento del valor del mercado mundial de semillas. En 2006 tuvieron ventas por 22 mil 900 millones de dólares.
Hace dos años las compañías más grandes manejaban sólo 49 por ciento del mercado mundial de semillas, y hace 10 años, 37 por ciento.
En dicha lista no figuraba Monsanto, la cual ya está en proceso de absorber a Delta and Pine Land y se mantiene como la empresa de semillas más grande del orbe, ya que tiene la quinta parte del mercado mundial de granos de patente.
De acuerdo con la investigación del Grupo ETC, el mercado de esas 10 compañías es más grande al sumarse el valor de la venta de semillas patentadas, que el año pasado alcanzó 19 mil 600 millones de dólares. Los tres primeros lugares los ocupan Monsanto, Dupont y Syngenta, que controlan 44 por ciento de es mercado.