La soya, el cultivo estrella de la industria biotecnológica en Sudamérica, continúa creando polémica. Más de 600 personas de movimientos indígenas y campesinos, de sindicatos de obreros y organizaciones de desempleados provenientes de Argentina, Paraguay y Brasil se reunieron en San Miguel de Iguazú, Brasil del 16 al 18 de Marzo. Ellos estaban participando en […]
La soya, el cultivo estrella de la industria biotecnológica en Sudamérica, continúa creando polémica. Más de 600 personas de movimientos indígenas y campesinos, de sindicatos de obreros y organizaciones de desempleados provenientes de Argentina, Paraguay y Brasil se reunieron en San Miguel de Iguazú, Brasil del 16 al 18 de Marzo.
Ellos estaban participando en una reunión en contra de la Primera Conferencia de Mesas Redondas sobre Soya Sustentable. Esta contra-reunión fue convocada por la ONG argentina Grupo de Reflexión Rural y la organización Vía Campesina Argentina, y apoyada por Vía Campesina del Paraguay y Brasil.
Los 600 participantes, que en su mayoría recorrieron largas distancias en autobús, mantuvieron discusiones animadas e intensas en varios talleres y conferencias llevados a cabo en el Instituto Tecnológico y Educativo para la Reforma Agraria (ITEPA). Esta reunión terminó con una manifestación de dos horas el 18 de Marzo en contra de la propuesta de producción sustentable de soya a la entrada del hotel Bourbon en donde se estaba desarrollando la Mesa Redonda. Esta conferencia fue organizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el COOP (Suiza), el Grupo André Maggi (Brasil), Unilever (Países Bajos), Cordaid (Países Bajos) y Fetraf-Sul (Brasil).
A lo que la contra- asamblea se opone
La idea de hacer una contra – reunión campesina se originó cuando WWF anunció a los medios de comunicación del mundo la publicación del informe «Manejando el auge de la soya: Dos panoramas de la expansión de la producción de soya en Sudamérica», por la consultora holandesa AIDEnvironment. Este reporte solicitado por la Iniciativa de Conversión de bosques de la WWF menciona superficialmente algunos de los impactos negativos de la expansión de la soya en Sudamérica, sin cuestionar el modelo agro-exportador que está detrás de este desarrollo. Acepta que éste es una tendencia que probablemente seguirá y, por lo tanto, propone la necesidad de discutir y encontrar las soluciones que convienen a los responsables del desastre que la soya ha significado para América del Sur. La variedad más cultivada es la soya transgénica Roundup Ready. Esta soya tolerante al herbicida de Monsanto se cultiva legalmente en Argentina e ilegalmente en Paraguay y Brasil.
La primera página del reporte «Manejando el auge de la soya«, provocó la indignación de varias organizaciones campesinas e indígenas del cono sur de América Latina. Asume que la demanda de soya aumentará en un 60%, a más de 300 millones de toneladas por año en el 2020. Además ya que China y E.E.U.U. poseen pocas extensiones de suelo cultivables, la expansión futura será repartida principalmente en los países productores sudamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
Cuando la WWF anunció la Mesa Redonda, quedó bien claro que la idea era sostener y aumentar la producción de soya en Sudamérica y asegurar pastos y forraje para la producción de proteína animal en Europa y China. Mientras intentaba demostrar un punto de vista objetivo la Mesa Redonda omite que la producción de soya tiene dos puntos de vista opuestos e irreconciliables.
Por un lado está la opinión de aquellos que se han beneficiado enormemente durante los últimos años de la producción y exportación de soya desde que inició el auge de ésta, impulsados por la demanda de pienso barato en Europa y China. En este lado están las compañías de semillas GM y agroquímicas. Todas ellas están aliadas al sector productivo de la soya, tales como AAPRESID (Agricultores Cero-Labranza, el grupo soyero más influyente en Argentina), CAPECO (Consejo de Cereales y Semillas Oleaginosas de Paraguay) y Grupo André Maggi (el productor principal de soya en Matto Grosso, Brasil). Otros actores que tienen interés directo en la producción sostenida de soya es la industria alimenticia «alternativa» tales como Unilever («huevo» de soya, «leche» de soya, etc), fabricantes de productos animales y minoristas en Europa.
Por otro lado, están las víctimas del cabildeo de Agricultores Cero-Labranza y de las semillas híbridas y GM, quienes tienen que sufrir las consecuencias de la agricultura industrial intensiva impuesta por este sistema. Consecuencias como represión y despojo de tierras, desempleo, envenenamiento por agroquímicos, pérdida de cultivos y animales que son indispensables para las economías de campesinos e indígenas, ocurren a diario en Argentina, Paraguay y Brasil.
Los efectos en el medio ambiente y en la salud humana de la ingeniería genética ni siquiera se han empezado a tomar en cuenta.
Lo que está detrás de la Mesa Redonda y del informe de AIDEnvironment/WWF
Algunas ONGs creen que las actuales condiciones del mercado globalizado están aquí para quedarse y que poco se puede hacer para cambiarlas, nos guste o no. Por lo tanto, se están aliando con la agroempresa. Para justificar estas alianzas algunas ONGs dicen que ésta es la única manera de detener la tala de árboles, ya que enfrentarse a las compañías sería un suicidio. Los «expertos» del mundo industrializado, financiados por sus respectivas agencias de desarrollo, bancos y compañías transnacionales, están eligiendo y consultando a «expertos» de las ONGs en los países subdesarrollados que se ajustan lo mejor posible a sus intereses. Los informes de estos «expertos» son realizados y mejorados continuamente en su lenguaje para sonar más «progresistas» y «democráticos» ante el grupo objetivo, comúnmente inexperto y desconocedor de la realidad. Estos informes proponen soluciones a los problemas que la misma ideología industrial de «progreso» ha creado. Ellos indican que las malas consecuencias de las tendencias actuales son inevitables y pragmáticamente mencionan la necesidad de convencer a la industria de que podría ser un «buen negocio» mostrar una imagen más humana y ambientalmente más amigable mediante la invención de criterios de producción «sustentable» de materias y de un manejo ambiental.
Estas ONGs consideran una buena noticia que la producción agroecológica controlada por las compañías tales como la gigante de semillas Cargill y el Grupo André Maggi se esté convirtiendo en un gran negocio. Las compañías incluso pueden beneficiarse de la certificación o de servicios ambientales si consiguen una luz verde de ciertas ONGs como ambientalmente seguras o socialmente justas, para vender sus productos a los supermercados y a cadenas de comida rápida y de ropa. La certificación y el manejo ambiental pueden dar al ciudadano común del mundo industrializado el sentimiento de que la gente pobre y el medio ambiente de los países subdesarrollados se están beneficiando por la venta de productos en el mundo industrializado o por el turismo.
Esta clase de ofertas se pueden sacar del informe de AIDEnvironment y de las iniciativas hacia la sustentabilidad impulsadas por la WWF y otras ONGs conjuntamente con la industria relacionada a la soya. Por lo tanto, éstas son denunciadas por las organizaciones campesinas, indígenas y ambientalistas en Argentina, Paraguay y Brasil, como simples iniciativas de lavado verde de imagen que beneficiarán únicamente a las transnacionales y amenazan mucho más a los derechos de las comunidades locales. En el caso del informe de AIDEnvironment se propone «un escenario de políticas y prácticas mejores» para evitar la deforestación. Señala que «la intensificación de la producción a lo largo de los caminos existentes y cerca de los centros poblados reducirá la necesidad de ampliar las fronteras y la inversión en proyectos costosos de infraestructura». Esto demuestra una ignorancia completa del desarrollo en los últimos años en los países del cono sur de América latina. Así, no toma en cuenta que estas áreas ya están saturadas con soya transgénica y que los habitantes de las barrios urbanos está sufriendo serios problemas de salud debido a la fumigación constante con productos químicos tales como glifosato, paraquat, atrazina, 2.4 D, y endosulfane. Al mismo tiempo, este «escenario ideal» satisface los intereses del grupo Cero-Labranza que van de la mano con los de las semillas transgénicas y agroquímicos, como se ha probado en Argentina, Paraguay y Brasil.
Existe también preocupación de que la «agroecología» en manos de la agroempresa minará los esfuerzos genuinos en la agricultura ecológica.
El Foro sustentable de los 100 millones
Mientras tanto, en Argentina, la Fundación Vida Silvestre (FSVA) asociada a la WWF promueve «el Foro sustentable de los 100 millones» conjuntamente con la Asociación Argentina de Agroempresas, para solucionar los problemas ambientales y sociales causados por la conversión de áreas naturales a la producción agrícola en el país. Ellos se refieren a este foro como un proceso de diálogo abierto. Entre otras cosas el objetivo es llegar a un consenso sobre la «necesidad de identificar la localización geográfica de 5 a 12 millones de hectáreas para nuevas áreas agrícolas proyectadas en el plan para alcanzar la producción de 100 millones de toneladas de granos y semillas oleaginosas«.
Greenpeace Argentina participa en esta iniciativa como ONG ambiental. La mayoría de las instituciones y las compañías que participan en el Foro de los 100 millones también estuvieron en la Mesa Redonda de Marzo. Este foro desató la indignación entre las organizaciones argentinas que cuestionaron fuertemente el modelo agro-exportador impuesto a los países del Tercer Mundo. Este modelo beneficia solamente a las corporaciones de semillas, agroquímicas y de exportaciones y de ninguna manera puede ser sostenible aumentando e intensificando aún más las áreas agrícolas. Según la ONG argentina, Grupo de Reflexión Rural, la participación de ONGs ambientales conocidas que tienen un cierto prestigio ante la opinión pública será utilizada por las agroempresas para legitimar su objetivo de sacar beneficios con la ayuda de iniciativas de lavado verde de imagen.
La Mesa Redonda vs. La Contra – Asamblea
Mientras que la mesa redonda concluyó apreciando la importancia de haber iniciado un diálogo sobre el tema de la soya y reconociendo que la producción de soya «trae ventajas y problemas sociales, económicos, ambientales e institucionales», los participantes de la asamblea paralela unánimemente declaró que la producción sustentable de soya no es posible en Sudamérica.
La producción de forraje en el continente sudamericano para satisfacer la demanda de producción de carne en otros continentes nunca resolverá las necesidades de soberanía alimentaria de la gente y, por lo tanto, no puede hacerse responsablemente.
El agrónomo Adolfo Boy del Grupo de Reflexión Rural explicó en la contra – asamblea que el esquema detrás de la nueva idea de agroecología defendida por las ONGs simpatizantes con las agroempresas no puede ser pensada como sustentable. Su propuesta es trabajar con semillas certificadas lo que traerá los paquetes tecnológicos agroecológicos desarrollados por las compañías. Estos paquetes utilizan feromonas, fertilizantes orgánicos, etc. Esto significa que las compañías se beneficiarán de la certificación en todos las fases desde la producción de semilla hasta su embarque. Los agricultores se verán tentados a entrar en la producción «agroecológica» con mercados seguros, buenos créditos y precios altos, si es que llegan a un acuerdo con las compañías. La idea detrás de esto es que la agricultura de subsistencia sea abandonada y que las tierras vírgenes, que en la actualidad pertenecen a los productores de pequeña escala, sea utilizada en la producción de cultivos agroecológicos para las necesidades del mercado global.
Incluso el concepto de reforma agraria está siendo desfigurado si se sigue este camino. La propiedad de la tierra por parte de los campesinos ya no importara a medida que las agroempresas decidan qué y dónde cultivar. Lo más grave de este modelo agrícola orientado a la exportación es que deja totalmente indefensas a las comunidades sin capacidad de respuesta.
La contra – asamblea es el comienzo para promover iniciativas que defiendan la tierra, las semillas y la agricultura local y de subsistencia en contra del mercado global. Cualquier otra cosa será suicida, no solamente para los bosques, sino también para las comunidades campesinas. Las ONGs deben entender esto y no dejarse llevar por la ilusión de que la agroempresa puede ser ambientalmente sustentable y socialmente justa. www.EcoPortal.net
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2. http://www.aseed.net/agrocadabra/soy-rss.htm
3. http://www.wervel.be/EN/dossiers/fm_200502.htm
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9. http://www.rel-uita.org/agricultura/agrotoxicos/silvino_villasboa.htm
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11. Joensen L. et al. «Argentina, a case study on the impact of genetically modified soy».
12. Joensen L. «Argentina, the GM paradox «.Third World Resurgence No. 159-160 (Nov/Dec 2003)
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