La reiteración de propuestas cuya aceptación e implementación implicaría el abandono de principios básicos de la Revolución y conducirían inexorablemente a su destrucción, constituyen hoy en el escenario mediático cubano una muestra palpable de la hipocresía política de sus autores. Pedro Monreal, Omar Everleny, Juan Triana y Julio Fernández Estrada se destacan en su presentación, […]
La reiteración de propuestas cuya aceptación e implementación implicaría el abandono de principios básicos de la Revolución y conducirían inexorablemente a su destrucción, constituyen hoy en el escenario mediático cubano una muestra palpable de la hipocresía política de sus autores.
Pedro Monreal, Omar Everleny, Juan Triana y Julio Fernández Estrada se destacan en su presentación, en cuyos contenidos evidencian la articulación existente entre ellos para ir conformando un proyecto de estado burgués. En función de este objetivo los tres primeros ponen el componente económico con algunas pinceladas políticas, y el tercero la parte «legal» con implicaciones políticas, que comprende la reformulación de la Constitución de acuerdo a patrones y conceptos occidentales que completan el proyecto.
Obviamente comprenden que no pueden proponerlo directamente, por eso lo matizan con algunos elementos del socialismo, de esa forma intentan confundir para ganar apoyo y lograr introducirlo en los debates como propuestas revolucionarias, limitando el rechazo a las mismas y evitando que se identifique su objetivo de desmontar de forma progresiva el socialismo.
No son los únicos en el laboratorio de malas y extranjeras ideas de CubaImposible, en OnCuba y otros sitios existen «pensadores» que generan propuestas con similares fines que apoyan y complementan las de estos «especialistas».
Sus planteamientos tienen dos proyecciones básicas, una, ponderar y tratar de inducir un creciente protagonismo del sector privado en la vida económica de la nación y la otra la fragmentación de la sociedad presentando el pluripartidismo como un derecho político que es negado; al primero le atribuyen la supuesta «capacidad» de fomentar el desarrollo económico del país, argumento que utilizan para exigir que se le abran mayores espacios, la intención es propiciar que se vaya apropiando progresivamente de los diferentes renglones de la economía nacional, para ir disminuyendo el control del estado sobre esta y por ende su poder político.
Dos ejemplos que demuestran lo que digo:
Pedro Monreal lo cito, «…no puede emprenderse un saneamiento de la empresa estatal si no existe la posibilidad de transferir trabajadores y medios productivos hacia entidades cooperativas y privadas que pudieran encargarse de darle una utilización eficiente a esos recursos para crear valor», fin de la cita. No hace falta explicación el deja clara su línea de pensamiento, maquillada con supuesto fin noble.
En su libro «La mano visible del Mercado» la Doctora en Ciencias Políticas y Profesora Titular del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar en Venezuela Pasqualina Curcio, demuestra que no existe la «mano invisible» de la que habló Adam Smith, la que según este, garantiza la eficiencia de los mercados y el bienestar social, ella afirma que, «…no existe tal mano invisible que permite alcanzar el bienestar de todos sin que el Estado intervenga, sino que adicionalmente y por el contrario, existen manos visibles cuyo poder les ha permitido influir sobre mercados particulares y sobre economías enteras en búsqueda de su propia conveniencia, económica y política…»
Su análisis de la situación en Venezuela y la influencia en ella de la guerra económica que se le hace a ese hermano país, permite avizorar lo que ocurriría en Cuba, si le hacemos caso a las propuestas de estos doctos especialistas.
Julio Fernández Estrada, lo cito, «Es menester que el pueblo de Cuba pueda crear sus propias organizaciones con fines políticos…» fin de la cita, dicho en otras palabras, fragmentar la sociedad y debilitar las fuerzas revolucionarias, destruyendo uno de los pilares fundamentales de la Revolución, la unidad.
El prestigioso jurista ya fallecido Dr Julio Fernández Bulté en entrevista concedida a la destacada periodista y cineasta argentina Carolina Silvestre para su documental «Hechos, no palabras, sobre los derechos humanos en Cuba», aseveró, «yo he llegado a la conclusión de que los derechos civiles y políticos se ven en el mundo desde una perspectiva patrimonial, individualista y egoísta, nosotros plasmamos los derechos civiles y políticos desde una perspectiva de solidaridad humana, de humanismo y de fraternidad y entonces al despojarlos de esas mezquindades del individualismo algunos dicen pero aquí no están todos los derechos…»
También señalaba Fernández Bulté, «el estado es el ente principal de las decisiones políticas, (…) pero no es el único que interviene en la toma de decisiones políticas, hay un sistema político en el país, que tiene una vanguardia ideológica, una dirección política que está plasmada en el artículo primero de la Constitución que es el PCC, vanguardia organizada de la sociedad cubana, un partido organizado según el principio martiano, con todos y para el bien de todos y esto quiere decir que este estado es de todos y para el bien de todos…»
Más adelante precisaba, «si fuera un partido electoral y fuera el único que asistiera a elecciones, sería ridículo hablar de democracia, pero el problema es que el PCC no va a elecciones, no participa en el proceso electoral…»
No considero necesario extenderme más, con lo dicho caen las caretas.
A aquellos que digan que nuestra lucha no tendría perspectiva, (…) hay que responderles de una manera categórica: Lo único que no tendría jamás perspectiva es si se pierde la patria, la Revolución y el socialismo.
Fidel.