Cooperativas de recicladores y otras organizaciones reclamaron frente a la Legislatura por los cambios en la ley Basura Cero que implementa la incineración a gran escala. «Retrocedemos diez años, volvemos al carro otra vez. La inclusión social que logramos se pierde», denuncian los cartoneros.
Cooperativas de recicladores urbanos y ONG, como Greenpeace, se manifestaron mediante un abrazo a la Legislatura para protestar por la reforma de la ley Basura Cero que fue aprobada en comisión el martes, que habilita la incineración de basura en la CABA, y además del riesgo ambiental lleva al borde del abismo el trabajo de alrededor de 10 mil recicladores urbanos. El jueves 3 de mayo se aprobaría en la sesión general, ya que es una decisión tomada por el gobierno porteño y cuenta con los votos necesarios.
En la protesta, en la calle Perú, las cooperativas levantaron cuatro chimeneas de cartón que lanzaban un humo negro como ejemplo de lo que significa para el ambiente este cambio en la legislación. Cristina Lescano de la Cooperativa El Ceibo dialogó con Tiempo Argentino sobre el estado de las cooperativas, su rol social, laboral, ecológico y comercial que queda «al borde del abismo, porque retrocedemos diez años por lo menos». Lescano quiere que «la sociedad sepa y que le quede claro que van a quemar basura. Porque con el tema del tarifazo no se le está dando la importancia que el tema tiene.»
Cristina cuenta que son pioneros en el tema del reciclado aunque hayan surgido por la necesidad, «nacimos con la crisis del año ’89, ahora somos trescientos recicladores. Tuvimos que salir a la calle a cirujear, no fue por el medioambiente, sino por necesidad. Hoy somos otra cosa, hemos cambiado y aprendido muchísimo. Somos conscientes de que nuestro trabajo cumple un rol fundamental en el cuidado del medio ambiente con el reciclado de los residuos. Lamentablemente con el tema de la incineración retrocedemos diez años.»
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Además para ella ahora cobra sentido el trato que el gobierno porteño les da a las cooperativas desde hace dos años: «Ahora nos damos cuenta por qué hace dos años que no aportan nada para las cooperativas. Tenían esto bien calladito la boca con una total soberbia. Ningún funcionario nos habló, están encaprichados con los hornos. Y lo que se viene después para nosotros ya lo sabemos: no nos van a pagar, no van a poner una moneda en reciclado. Ahora todo va a ser empresas privadas. Larreta nos prende fuego. No le importa nada.»
Ante la pregunta de por qué cree que el gobierno porteño toma esta decisión, siendo que durante el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad el trato era otro, responde: «¡No sabemos nada! Lo tenían bajo cuatro llaves. Nos enteramos hoy. Y para el jueves ya tienen mayoría de legisladores, que no saben nada del tema. Una legisladora nos dijo que nosotros empezamos cuando pusieron las campanas de reciclado hace tres o cuatro años, era para comérsela viva. Pero si hacemos lío empiezan con ‘estos negros de mierda hacen quilombo’. Ellos pueden hacer lo que quieran, pero nosotros tenemos que ser unos señoritos franceses.»
Frente a los dichos de los funcionarios de gobierno que afirman que los vecinos no reciclan, ella responde categóricamente que no es así: «Solamente a nuestro galpón entran 24 toneladas de material reciclable por día. Pero no por el gobierno, sino por los vecinos y las grandes empresas, desde hoteles cinco estrellas hasta el puerta a puerta, trabajamos durante todo el día.»
En el sistema hay alrededor de 10 mil recuperadores, entre reconocidos y no. Los de El Ceibo, por ejemplo, no trabajan más en la calle revolviendo la basura, salen con los camiones o recogen residuos con el puerta a puerta. Pero cada cooperativa trabaja de modo distinto. Sin embargo, el panorama para todos estos trabajadores implica una vuelta a una mayor precarización, explica Cristina Lescano: «La venta de material no aumentó y nosotros nos bancamos todo, los arreglos, el seguro, todo. Pero otros no pueden. Entonces, qué hacemos, volvemos con el carro otra vez. Repito, retrocedemos diez años. Porque la inclusión social que logramos se pierde. Nosotros trabajamos con horario, pagamos monotributo social, tenemos obra social. La gente nuestra cambió un montón y ahora están todos desesperados. De salir de revolver la basura a tener una planta con máquinas, que nos dio el gobierno, pero no nos dan el mantenimiento que sale carísimo. Hemos creado oficios, desde los choferes a los plantistas a los que manejan las tintas. El gobierno no ve nada de eso. Nunca se molestaron en saber cómo trabajamos las cooperativas. Nosotros hemos ganado premios internacionales, porque no pueden creer lo bien que trabajamos. Hemos aprendido de todo durante estos años, cosa que si seguíamos cirujeando no hubiéramos aprendido nada. La inclusión social nadie la ve. Para muchos es la salida de la bolsa de basura, del alcohol, las drogas, a ser parte de la sociedad.»
En las expectativas de las cooperativas cartoneras se pensaba que la relación con la gestión de Rodríguez Larreta iba a mejorar la situación, «que nos iban a tratar como la empresa social que somos, pero no. El gobierno planificó todo: abandonaron a las cooperativas, no nos dan nada, ni camiones, ni mantenimiento para las máquinas mientras que a las empresas privadas que recogen residuos orgánicos les dan millones de pesos. Nosotros le estamos trabajando gratis al gobierno, porque nos dan unos subsidios miserables, pero a ellos no les importa nada desde hace dos años. Nos vienen diciendo que no tienen plata, y claro ahora nos damos cuenta por qué no había plata. Porque la estaban juntando para hacer estos hornos. Nosotros con la cuarta parte de la millonada que les pagan a las empresas privadas, les limpiamos toda la ciudad.» Sabés qué, pregunta de manera retórica Cristina, nosotros vamos a terminar en esos hornos.
Esas expectativas tenían base en que cuando Mauricio Macri asumió como jefe de la Ciudad en 2008 generó un dialogo y tuvo una actitud de cierto compromiso con las cooperativas: «Nos dieron camiones, entre otras cosas, y a él le dieron premios por la inclusión social que representábamos. Y hoy por unos millones de dólares destruyen todo.» Por esa historia es que reconocen que «hubo otros funcionarios con los que nos sentábamos a hablar», sin embargo, con la misma claridad ahora denuncian que no hay diálogo, y que «esa es una orden de arriba, de Larreta. Lo más triste de todo es la mentira del gobierno.»
Martín Prieto, director ejecutivo de Greenpeace Andino, quien calificó de «completa falacia» la promesa del gobierno porteño acerca de que la incineración promueve energías renovables, ya que «quemar basura sólo provocará una mayor emisión de gases de efecto invernadero, en detrimento de los compromisos asumidos en el Acuerdo de París». En concordancia con esos dichos, Cristina Lescano afirma que «el objetivo es que con 1000 kilos de basura mediante la ‘termofusión’, esa palabrita hermosa que le pusieron a la incineración, prenden diez bombitas. La verdad es que por la plata baila el mono, no les importan los seres humanos.»
Lescano y otros cooperativistas explican que la acción del gobierno fue secreta, y por eso «la sociedad no sabía lo que estaba pasando, no hubo instancias de discusión y el jueves seguro que la sacan. Pero ahí vamos a estar a las 11. No vamos a hacer lío, vamos tranqui, aunque sabemos que ya está aprobada, pero para dar testimonio con nuestra presencia.
La situación de las cooperativas cartoneras está complicada dicen los recicladores presentes en la movilización, pero sin embargo también aseguran: «vamos a dar pelea». Lescano, en la misma dirección, apunta: «Yo siempre digo que cuando empezamos no teníamos nada, hoy tenemos un montón de cosas. Salimos de esa y vamos a salir de esta también. Pero seguiremos como podamos, no como habíamos planificado.»