La Puerta del Sol se convirtió en la primavera del 2011 en un símbolo de un nuevo movimiento de protesta en España -y posteriormente en EE.UU.- que revindicaba la democracia directa y la desobediencia civil contra un sistema político secuestrado por las grandes compañías multinacionales y los bancos internacionales. Un enorme póster de Heinrich Himmler […]
La Puerta del Sol se convirtió en la primavera del 2011 en un símbolo de un nuevo movimiento de protesta en España -y posteriormente en EE.UU.- que revindicaba la democracia directa y la desobediencia civil contra un sistema político secuestrado por las grandes compañías multinacionales y los bancos internacionales. Un enorme póster de Heinrich Himmler con orejas del Ratón Micky se colgó de la fachada del Corte Inglés y otros carteles de protesta tapaban la publicidad de empresas como Vodafone en la histórica plaza madrileña.
Hubo muchos mensajes anti corporativos escritos en las cajas de cartón deshechas que adornaban la histórica acampada: «¡Bienvenido a la republica independiente de mi plaza!», rezaba uno, parafraseando el cínico eslogan de Ikea y reivindicando repúblicas de las que los españoles pueden estar mucho más orgullosos que de los sillones Pöang o los sofas Karstadt de la multinacional sueca. Eso era la subversión irónica y refrescante de la Puerta del Sol 2011. Ridiculizaba el marketing arrogante de las grandes multinacionales, una técnica de protesta sútil en la tradición de la revista neoyorquina Adbusters, cuyos periodistas acuñarían en el verano del 2011 el lema «99%/1%» reivindicando un mundo mas equitativo con menos consejeros delegados hiper remunerados como, por poner un ejemplo, Vittorio Colao , el CEO de Vodafone, que cobró 11 millones de libras (13 millones de euros) el año pasado. Aquel lema de Adbusters se haría famoso en el otoño del 2011 durante las acampadas de Zucotti park (Nueva York), inspiradas por las protestas de la Puerta del Sol.
Uno de los blancos de la ira de los movimientos de protesta que nacieron aquel año era una cínica elite corporativa y global más obscenamente rica que nunca, que combina estrategias de ingeniería tributaria para evitar impuestos con grandes campañas de filantrocapitalismo, así como políticas de marketing destinadas a asimilar y engullir cualquier movimiento contestatario, convirtiendo a sus activistas en consumidores de whatsapp o de camisetas Desigual. Se protestaba en el 2011 contra la insidiosa white washing en la que las corporaciones globales de bienes de consumo gastan millones de euros en publicidad para identificar sus marcas con causas altruistas y con la rebeldía e inconformismo juvenil. Vodafone, por ejemplo, hasta trató de hacerse dueño de las primeras manifestaciones en la Plaza Tahrir de El Cairo a primeros del 2011, aquellas extraordinarias protestas que habían inspirado indirectamente a los jóvenes de la Puerta del Sol. La multinacional británica de telefonía distribuyó un video «Our power» poco después de las primera protestas en la cual se atrevió a sugerir que su campaña de publicidad había encendido la mecha revolucionaria: «Hicimos que la gente se diera cuenta del poder que tiene», insistió el anuncio egipcio de Vodafone. La competencia de Vodafone en la batalla por licencias adjudicadas por Hosni Mubarak, por su parte, empapelaba el aeropuerto de El Cairo de mensajes de solidaridad con la revolución. Esto pese a que ambas empresas hubieran apoyado el black out de Mubarak que mandó cortar toda comunicación durante los primeros días de las protestas. Pero en Egipto también, durante aquel histórico año, el pueblo se hizo repentinamente sabio y astuto, experto en las maquiavelicas técnicas subliminales de los creativos de la publicidad multinacional. De repente, en la gran escuela colectiva de Tahrir, la mirada de la protesta traspasó la superficie del marketing y descubrió la mentira. Se organizó un boicot espontáneo contra Vodafone. Cuando estallaron las protestas madrileñas, los jóvenes revolucionarios egipcios se solidarizaron con los acampados en la Puerta del sol.
Dos años después, pues, no deja de ser triste contemplar la pasividad con la que se ha aceptado resignadamente la decisión del ayuntamiento de Madrid de vender los derechos de marketing de la parada de metro de la Puerta del Sol que, de ahora en adelante se llamará «Vodafone sol». Los turistas que se desplazan en metro para visitar la famosa Puerta del Sol, kilómetro cero de España, con su oso y madroño y su famoso reloj de fin de año, se enteran ya de que están a punto de llegar cuando oyen por el sistema de megafonia: «¡Próxima, parada Vodafone sol!». Seguramente la multinacional británica quisiera hacer lo mismo en Londres, la ciudad que alberga su sede. «This train is approaching Vodafone-Hyde park!» Pero ni tan siquiera habria consentido eso Margaret Thatcher, que le dio a Vodafone (entonces Racal) su primer empujoncito hacia la súper rentabilidad en 1981 al adjudicarle por un precio muy razonable otro valioso bien publico, una de las primeras licencias telefónicas tras la privatización de las telecomunicaciones británicas.
Al visitar la Puerta del Sol el otro día, dos años después de recorrer, maravillado, la acampada del 15-M, había esperado ver alguna señal de protesta por el rebranding descarado de un lugar tan simbolicamente importante. Unos grafitis de spray paint, quizas, con firma indignada por la arrogancia de esta multinacional. Una pegatina con lema irónico que subvirtiese el intento cínico de Vodafone por secuestrar una seña de identidad de Madrid y del movimiento de protesta nacido hace dos años. Pero los nuevos logos del metro de Sol Vodafone estaban intactos. . El branding de la icónica plaza es «motivo de orgullo para los madrileños», llegó a decir el portavoz de un ayuntamiento citando el millón de euros que se había ingresado gracias a la innovadora operación de branding corporativo, ahorrando dinero del maltrecho contribuyente.
Lo que el ayuntamiento de Madrid no comentó durante la ceremonia de rebranding de la Puerta del Sol es que Vodafone es una de las multinacionales más criticadas en el Reino Unido por su ingeniería de evasión fiscal. Una investigación realizada por la revista británica Private Eye reveló en el 2011 que Vodafone había eludido el pago de 4.800 millones de libras de impuestos mediante maniobras de desplazamiento de beneficios y precios de transferencia sirviéndose de Luxemburgo y Suiza. Tras evitar pagar estos impuestos durante años, Vodafone pactó en el 2010 un acuerdo muy generoso con la hacienda británica que se califica como un sweetheart deal (acuerdo que favorece a la empresa delincuente) en Inglaterra. El responsable de este sweetheart deal con Vodafone entonces, era David Hartnett,entonces director de Her Majesty’s Revenue and Customs, Hacienda británica. El mes pasado se anunció que Hartnett había sido nombrado consultor de la auditora, Deloitte, la empresa que audita las cuentas de Vodafone y le ayuda a minimizar su costes tributarios globales mediante el sistema de transfer payments y desplazamiento de beneficios entre diferentes filiales. «El nombramiento de Hartnett al equipo de Deloitte es de manual: todos los pactos con Vodafone se hacían mediante Deloitte», dijo Richard Murphy de Tax Justice network. Así funciona la puerta giratoria de gobierno y sector privado tantas veces denunciada en España por los jóvenes del 15-M. Deloitte ayudaba a Starbucks también a desplazar beneficios para evitar el impuesto de sociedades, una práctica que el año pasado desató la primera gran protesta contra la evasión fiscal corporativa en el Reino Unido.
Starbucks, al menos, ha realizado su mea culpa tras ser citado por la comisión parlamentaria en la Cámara de los Comunes convocada el año pasado para investigar por qué empresas como Apple, Google, Amazon , entre muchas más, no pagan impuestos en el Reino Unido. Finalmente en el 2012-2013 Starbucks, arrepentida, ha hecho su primer pago Hacienda en el Reino Unido desde 2009 en concepto de impuestos corporativos por valor de 5 millones de libras (casi 6 millones de euros), según trascendió a priemros de esta semana. Vodafone, en cambio, no ha pagado ni un penique por el impuesto de sociedades (Corporation tax) a la Hacienda británica durante los dos últimos años pese a haber registrado beneficios por 5.000 millones de libras en el 2012.
¿Existe alguna relación entre aquel sweetheart deal alcanzado entre Vodafone y David Hartnett -mediado por Deloitte, la nueva empresa de Hartnett- y la huelga tributaria de la rentabilísima Vodafone UK? Murphy no lo descartaría.
Boris Johnson, el alcalde conservador de Londres, jamás permitiría un rebranding al estilo de la Puerta del Sol. Un Vodafone Westminster o Vodafone Saint Paul’s. (Tampoco se le ocurriría, plantear crear una calle londinense con el nombre de Margaret Thatcher Street como pretende hacer su homologo madrileño Ana Botella). Hay cosas en Inglaterra que hasta los admiradores más empecinados del neoliberalismo post-thacheriano considerarían de mal gusto o , al menos, demasiado provocativos. Pero en Madrid manda la vanguardia del casticismo Inc. Y tampoco parece que el PP esté tan dispuesto como los tories a denunciar la endémica evasión fiscal de las multinacionales. Starbucks, por ejemplo, no registraba beneficios en el Reino Unido gracias a los habituales sistemas de desplazamiento de beneficios utlizando centros offshore en Suiza y Holanda. Tras las protestas , y aquella frase de David Cameron en Davos de que «algunas empresas tienen que despertarse y oler el café», Starbucks UK ha dado un giro de 180 grados , prueba de que la protesta sí puede cambiar las cosas siempre que ponga en peligro la imagen de una multinacional ante sus principales consumidores. Pero en España, nadie habla de la evasión fiscal corporativa, y Starbucks sigue insistiendo en que no registra beneficios y, por tanto, no tiene por qué pagar el impuestos de sociedadesa Hacienda española. «Igual que en el caso británico, no creo que Starbucks se quede tanto tiempo en España sin ganar un euro», me dijo Sol Piccioto, experto en evasión fiscal de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido y la Universidad del Pais Vasco.
Hace dos semanas en Irlanda del Norte el G8 encargó a la OCDE de elaborar nuevas normas que obliguen a las multinacionales a dar información sobre beneficios y impuestos en cada país en el que operan, el llamado country by country reporting. Y es evidente que las multinacionales estan preocupadas, conscientes de que tienen que ir ya con pies de plomo, mas cuidadosas e ingeniosas con sus políticas globales de minimzacion tributaria y de uso de centros offshore. Cuando pedí información a Vodafone España la semana pasada sobre las aportaciones tributarias al estado español, me mandaron un cuadro con datos de la tributación de Vodafone en cada país en el que opera. «¡Increible,», pensé. «¡Vodafone esta ya hacienda caso al G8 y cumpliendo con su requisito de country by country reporting!». Pero, luego me di cuenta de que el cuadro que me habian facilitado, más que un ejercicio de contabilidad transparente, era una operacion de relaciones públicas. No desglosaba los impuestos y mezclaba pagos que nada tienen que ver con sus deberes tributarios ; cotizaciones a la seguridad social, pagos por servicios estatales y otros numeros irrelevantes.. Tampoco incluía los datos sobre facturación y beneficios en España, cruciales para poder averiguar el grado de su compromiso con el deber de pagar impuestos. «El cuadro de Vodafone no es contabilidad country by country (país por país), es contabilidad Ratón Mickey», sentenció Murphy. Y, efectivamente, cuando pedí los datos referentes al pago del impuesto de sociedades, Vodafone me dijo que lamentablemente «esa información no es pública». Murphy añade: «La ingeniería fiscal de Vodafone en España no será igual que en el Reino Unido porque Vodafone tiene su sede en Londres; pero es muy probable que Vodafone desplaza beneficios para pagar menos impuestos en España mediante pagos por propiedad intelectual a sus filiales en paraísos fiscales».
Si el lector no se fía de activistas del pujante movimiento de defensa de la justicia tributaria como Murphy, le invito a acudir a otra fuente. En el informe de enero del 2013 Addressing Base Erosion and Profit Shifting, la OCDE advierte «una percepción cada vez mas generalizada de que los gobiernos dejan de percibir importantes ingresos por el impuesto sobre sociedades como consecuencia de la planificación tributaria, cuyo objetivo es desplazar beneficios hasta lugares donde están sujetos a regímenes mas favorables con el resultado de erosionar la base tributable».
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=1997