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Publicidad, consumismo y sustentabilidad

Fuentes: www.portaldelmedioambiente.com

El modelo socioambiental que actualmente rige en el mundo es aquel que se desarrolló en Europa en los últimos 500 años. Fenómenos sociales como la revolución cartesiana, el cientificismo mecanicista, el calvinismo protestante y los descubrimientos geográficos potenciaron el desarrollo de la técnica y la acumulación de capital a una escala nunca vista hasta ese […]

El modelo socioambiental que actualmente rige en el mundo es aquel que se desarrolló en Europa en los últimos 500 años. Fenómenos sociales como la revolución cartesiana, el cientificismo mecanicista, el calvinismo protestante y los descubrimientos geográficos potenciaron el desarrollo de la técnica y la acumulación de capital a una escala nunca vista hasta ese momento en la historia humana; este proceso es conocido como la Revolución Industrial. Desde un punto de vista ecológico, El Capitalismo, hermano siamés de la Revolución Industrial, es un modelo de vida basado en la explotación de la inequidad, en el consumo de recursos renovables por encima de su tasa de renovación y en la producción de residuos y desechos por encima de sus posibilidades de asimilación por parte de la biosfera.
 
Si bien es cierto que la revolución capitalista ha logrado avances tecnológicos y científicos que han mejorado sustancialmente la calidad y expectativas de vida de los seres humanos, lo ha hecho sacrificando las posibilidades de supervivencia de la enorme mayoría del resto de seres vivos con quienes compartimos la tierra
En los últimos 500 años se han destruido cerca de las tres cuartas partes de las selvas tropicales del planeta, se ha extinguido buena parte de la biodiversidad de nuestro ecosistema terrestre y se han envenenado el agua y el aire necesarios para la existencia de toda forma  de vida. La propia dinámica  del capitalismo (producción, consumo, desecho), hace que este modelo sea irreconciliable con cualquier forma de sostenibilidad de las condiciones necesarias para la vida en la tierra.
En las décadas finales del siglo XX y principios del XXI, el neoliberalismo ha fungido como sustentación teórica del capitalismo a través de  la ideología del mercado. Según esta, el consumo en una sociedad sólo estará regido por las propias fuerzas de ese mercado, (demanda, producción, consumo), sin embargo, el enorme poder que la publicidad ha desarrollado en la sociedad contemporánea a través de los medios de comunicación, hace que está premisa sea una falacia.
Mientras que la producción de bienes y sus consecuentes valores de uso en las sociedades precapitalistas estaba determinada por la satisfacción de las necesidades individuales, en el modelo capitalista-desarrollista la producción tiene como único fin aumentar las ganancias, es decir, reproducir el capital, y los valores de uso de los bienes producidos son apenas un instrumento para lograr dicha reproducción.

La rápida obsolescencia y consecuente desecho de un bien u objeto  en nuestra sociedad no está dado por la utilidad o valor de uso intrínseco de ese bien sino por la aparición de un nuevo modelo de ese mismo objeto que la publicidad compulsa a adquirir, no importa si el uso o función que cumpla sea idéntico al anterior. Un ejemplo claro de lo aquí afirmado son los teléfonos celulares: el valor de uso de un teléfono celular viene dado por la capacidad de ese aparato para comunicarse a distancia con otra persona, sin embargo, vemos a diario como la enorme mayoría de las personas en nuestra sociedad, (y sobre todo las de menores recursos económicos), desechan sus teléfonos celulares cada año para adquirir los nuevos y mucho mas costosos modelos que la publicidad ha insertado dentro de su psiquis como una necesidad existencial, no importa que el nuevo modelo sirva exactamente para lo mismo que servía el anterior, las personas atrapadas en este estúpido juego muestran orgullosas sus aparatos como un símbolo de estatus, de poder, de calidad de vida,  no importándole que el resto de su existencia sea miserable y sin horizontes.

En los contados casos en que la publicidad falla, las empresas fabricantes se aseguran entonces de diseñar aparatos y equipos que a los 2 o 3 años se averíen sin posibilidad de reparación y con repuestos descontinuados, toda una lógica perversa. Ahora que tanto se habla de desarrollo sustentable, es absolutamente necesario entender que sin cambios sustanciales en los modelos de producción y consumo, no existe posibilidad alguna de avanzar hacia la sustentabilidad.

Joel Sangronis Padrón es Profesor UNERMB