Traducido por Félix Nieto para Globalízate
Nos repiten constantemente que apaguemos los aparatos con stand-by, que reciclemos las bolsas de plástico y que calentemos menos agua- pero centrarse en lo pequeño en lo fácil nos distrae de lo realmente importante.
¿Por qué queremos creer que las pequeñas acciones pueden prevenir el cambio climático? Los activistas medioambientales y los gobiernos nos dan pistas para que ahorremos energía en nuestras casas que ayudaran «a salvar el Clima». Ya sabes a lo que me refiero- recicla tus bolsas de plástico, apaga el stand-by de tu tele, lleva tu propia taza al trabajo. Usualmente, relacionándolo un poco con las últimas malas noticias sobre el cambio climático: no todo son malas noticias, nos suplican, tú puedes realizar esas pequeñas acciones hoy y estas «marcaran la diferencia». (Nota del traductor: O como nos dicen en España: El total es lo que cuenta.)
Pero, ¿es esto verdad? Tomemos las bolsas de plástico por ejemplo. Nos machacan para que las re-usemos o que usemos «bolsas por la vida» diseñadas. La gente se toma esto muy en serio. Existen 8 peticiones on-line en la página del gobierno pidiendo que se prohíban o que cuesten dinero, Irlanda ha impuesto un impuesto especial para las bolsas y una población en Devon las ha prohibido.
Si, son horribles, un derroche y mortales para las tortugas. Pero su contribución al cambio climático es minúscula. El Británico medio usa 134 bolsas de plástico al año, resultando en solo 2 Kg. de las 11 toneladas de dióxido de carbono que emitimos anualmente, o sea una /5000 del impacto total sobre el clima.
Y luego esta lo de los aparatos en stand-by. Este es un atractivo ejemplo de la cultura consumista derrochadora y ha sido confrontada agresivamente por, entre otros, El Conservative’s Quality of Life Group, que publica hoy su documento de política medio-ambiental. Tampoco presenta una contribución importante. La electricidad necesaria para mantener la televisión media en stand-by en todo un año contribuye con 25 Kg. de CO2. Es más que las bolsas de plástico, pero aun muy marginal: 0,2% de media de las emisiones per-capita en el Reino Unido.
Aquí va otra pista que suena más sustancial: llena tú tetera eléctrica con la cantidad adecuada de agua. El gobierno utilizó esto como uno de sus mensajes principales de su campaña de 1999, «Are you doing your bit? ( ¿Estas haciendo tu parte?) Una parte muy pequeña como resultado. Según las propias cifras del gobierno, aunque estuvieras hirviendo agua constantemente con la tetera llena, esto evitaría emitir 100 kilos de CO2 anualmente, menos del 1% de las emisiones medias per capita.
Pero por favor, no me malinterpretéis. Todas esas acciones merecen la pena ser hechas como parte de un estilo de vida más ecológico. Y yo las hago todas- también cierro el grifo mientras me lavo los dientes, comparto mis baños y veo la televisión con la luz apagada- y me pongo 3 jerséis si es necesario. Pero esto implica una seria distorsión, como hacen usualmente el top 10 de las listas de vidas verdes, no hay ninguna equivalencia entre esos estilos de vida y las decisiones serias que realmente reducen las emisiones- dejar de volar, vivir cerca del trabajo y vivir en una vivienda bien aislada térmicamente, por poner algunos ejemplos.
Mirando los datos de la última encuesta Mori, la gente ya ha adquirido un sentido severamente distorsionado sobre las prioridades. Un 40% cree que reciclar desechos domésticos, que contribuye en una proporción relativamente pequeña a las emisiones, es la cosa más importante que pueden hacer para prevenir el cambio climático. Solo un 10% mencionan las acciones más importantes como usar el transporte publico o reducir sus vacaciones en el extranjero.
Los consejos fáciles menoscaban el mensaje más amplio sobre la seriedad del cambio climático. En su informe Warm Words, sobre el mensaje del cambio climático, el Institute of Public Policy Research (IPPR) dice que las acciones simples «fácilmente se convierten en papel mojado»- lo domestico, la rutina, lo aburrido, lo entendido demasiado fácil e ignorable». El IPPR es critico especialmente con los titulares como «20 cosas que puedes hacer para salvar el Planeta de la destrucción» y dice que intercalar medidas triviales con avisos alarmistas puede hacer que la gente «no crea, se burle de la misma noción del cambio climático».
Pensaras que estoy siendo duro, pero míralo desde otro punto de vista. Imagínate que alguien viene con una brillante campaña contra el tabaco. Mostraría imágenes de personas muriendo de cáncer de pulmón seguido de una frase que diga «Es fácil estar saludable- fúmate un cigarro menos al mes».
Sabemos, sin pensarlo dos veces, que esa campaña fracasaría. El objetivo es tan absurdo y la desconexión entre las imágenes y el mensaje tan grande, que la mayoría de los fumadores se cachondearían.
Entonces, ¿que hacen las escuelas, ayuntamientos y grupos ecologistas bienintencionados- y admitámoslo Live Earth fue sólo un festival de 8 horas- insistiendo en promover ese tipo de acciones ineficaces?
Su lógica es la siguiente. Acciones simples captan la atención de la gente y son una manera de enganchar al público. Muestra a la gente las duras pero necesarias medidas y ellos te darán la espalda. Dales algo sencillo y los tienes en la dirección correcta y, en teoría, preparados para pasar al siguiente nivel.
Esa es la teoría, pero como muchos estudios sociales muestran, no funciona. Por una cosa, hacer que las soluciones sean fáciles no garantiza que las vayan a cumplir. El Gobierno gastó 22 millones de libras en la campaña Do Your Bit y ha tenido que admitir que no produjo ningún cambio sustancial en el comportamiento personal de la gente.
Hay un peligro aun mayor y es que la gente pueda adoptar las medidas simples como forma de evitar unos cambios en el estilo de vida mas comprometidos. Con el reciclaje, Mori concluye que se esta convirtiendo en un acto de «comportamiento de totem**» y que los «ciudadanos individualmente utilizan el reciclaje como forma de descargarse de las responsabilidades que implican cambios mas amplios en sus estilos de vida». En otras palabras, la gente puede adoptar las soluciones más simples como parte de una estrategia de negación deliberada que les permite sentirse virtuosos sin tener que cambiar su comportamiento real.
Los gobiernos y las empresas son incluso más propensos a un comportamiento simbólicos que los individuales. Animando a que hagamos pequeñas acciones voluntarias es bien visto y es mucho mas seguro que implementar legislaciones restrictivas o tener que replantear todo el modelo económico.
Por lo tanto necesitamos un sentido de la proporción. La gran ventaja que ofrece el cambio climático con respecto a otros asuntos importantes es que los gases pueden ser medidos hasta el último gramo. La gente puede tomar decisiones informadas con el conocimiento que, digamos, un vuelo de ida y vuelta a Australia tendrá el mismo impacto climático que 730.000 bolsas de plástico o 176.000 teteras llenas.
También necesitamos replantearnos el modo en el que hablamos del cambio climático. Es insultante asumir que la gente solo puede ser energizada con las opciones minúsculas. Tenemos que presentar todos los cambios en el estilo de vida como parte de una visión radical de un mundo mejor, saludable y justo en este siglo XXI. Y seamos claros las contribuciones voluntarias nunca serán suficientes- necesitaremos un cambio radical en lo político, lo económico y lo social. Por lo tanto comencemos con desterrar la frase: «Tú puedes salvar el Planeta».
**Nota del traductor: Idolo)
*George Marshall es el fundador y director de proyectos en Climate Outreach and Information Network (coinet.org.uk)
Articulo original: Can this really save the planet?
George Marshall The Guardian Thursday September 13 2007
http://www.guardian.co.uk/environment/2007/sep/13/ethicalliving.climatechange