En pocas ocasiones se cumple con tanta nitidez que el destino del hombre dependa de insignificancias, como en el caso de Aleksandr Pushkin -quien nace en Moscú un 6 de junio de 1799-, porque este poeta, fundador de la literatura rusa moderna, influye como nadie en el rumbo de la historia de su país. Por […]
En pocas ocasiones se cumple con tanta nitidez que el destino del hombre dependa de insignificancias, como en el caso de Aleksandr Pushkin -quien nace en Moscú un 6 de junio de 1799-, porque este poeta, fundador de la literatura rusa moderna, influye como nadie en el rumbo de la historia de su país.
Por su padre desciende de la rancia aristocracia rusa, lo que era común en casi toda la intelectualidad de entonces, pero por parte de madre es bisnieto de Abram Gannibal, un etíope capturado por esclavistas que bien pudieron trasladarlo a nuestra América, pero que por azar fue a parar a Constantinopla, donde fue adquirido por un servidor de Pedro I, el Grande, el que valoraba a la gente por sus habilidades y no por el color de su piel, lo que demostró, luego de bautizarlo y darle su patronímico, al convertirlo en un general de división, ingeniero militar y gobernador de Tallin.
Pedro lo envía a París a estudiar ciencias y arte militar. Allí entabla amistad con Diderot, Montesquieu, D’Alambert, Voltaire y toma el apellido del gran conquistador cartaginés, Aníbal, en ruso Gannibal. A su retorno a Rusia se casa con una griega, a la que repudia luego descubrir que le había sido infiel, y con Cristina Siöberg, una sueca con la que tiene diez hijos, uno de ellos, Ósip, es abuelo de Pushkin.
Lo cierto del caso es que el ruso es un pueblo adicto a la poesía, entre ellos un poeta es más valorado que nadie. Durante la II Guerra Mundial, un poema de Símonov destruía más enemigos que una división acorazada de Zhukov, porque inspiraba al soldado a dar la vida por su patria; los poemas de Vissotsky causaron más estragos en el Muro de Berlín que la posterior acción de Gorbachov; Putin visita a Soltzhenitsin para expresarle su admiración, y no al revés. Tan es así que en el arte ruso nadie influyó tanto como Pushkin. Su poesía fluye por la imaginación como bálsamo milagroso que inspira a dar lo mejor de sí en pos de la libertad. Gógol, Tolstoy, Dostoyesky, Chaikovsky y todo intelectual ruso se embebió de él para realizar su creación.
Mientras se encontraba bajo arresto en la propiedad de su padre, los decembristas se sublevaron en San Petersburgo contra la autocracia rusa y luego de ser derrotados marcharon al patíbulo, al exilio y a Siberia recitando la Oda a la Libertad de Pushkin. El fracaso de esta insurrección convenció a los revolucionarios de que ningún cambio pacífico era posible y los condujo a realizar la Revolución Rusa. Como se ve, no hay mal que por bien no venga.
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