Ya se ha hecho público en varios portales alternativos de Internet, al menos en Kaosenlared y en Lahaine, la muy activa y exitosa presencia de provocadores en la concentración ante el Congreso del 25-S durante la tarde noche de ayer. Sin embargo, me veo obligado a recurrir a El País para llamar la atención sobre […]
Ya se ha hecho público en varios portales alternativos de Internet, al menos en Kaosenlared y en Lahaine, la muy activa y exitosa presencia de provocadores en la concentración ante el Congreso del 25-S durante la tarde noche de ayer.
Sin embargo, me veo obligado a recurrir a El País para llamar la atención sobre esa peste que acude un día sí y otro también a colaborar con las fuerzas policiales en la represión de ciudadanos en el ejercicio de su derecho de manifestación, quienes encarnan muy a su pesar las palabras de Mariano José de Larra: «qué buenos porrazos nos da la policía y qué buenos dineros nos cuestan».
Por la rapidez y contundencia con la que el ministro de la represión nacional afirmó el miércoles ante los medios que los detenidos en Madrid apenas doce horas antes son delincuentes peligrosísimos, lo que un alarde de diligencia policial ya estuvo prediciendo la semana anterior, es un tiro al suelo apostar a que tiene también en la mesilla de noche la edición en piel (de preso torturado) del Manual de Interrogatorios, publicado por la benemérita Escuela de las Américas, pero a lo que iba:
¿Que por qué recurro a El País que reproduce una fotografía de esos apestados?
Porque lo que queda de democracia en este país apenas da para consultar este diario mediante Internet en una biblioteca municipal cualquiera de Madrid, pero no determinadas páginas de portales considerados antisistema, por no hablar de otras de organizaciones de resistencia anti-imperialista, que mejor no doy a conocer porque dentro de lo malo son tan obtusos que de momento no logran cerrar el paso a todas.
A cambio aparece este bonito mensaje:
Bibliotecas públicas municipales
Acceso denegado por política de contenidos (tamaño y énfasis en el original)
Cuando les escribes para solicitar información sobre esa política y quizás al cabo de meses recibes una respuesta (¿tendrán que esperar a que el centro nacional de espionaje haga buen uso de nuestros impuestos rastreando IPs?), te dicen que se ha solucionado el asunto, que ya se ha desbloqueado el acceso, que no tenían conocimiento del mismo.
Si en el mismo portal municipal intentas averiguar qué política de contenidos es la que sufragas como adulto contribuyente para que te abran sin más una ventana al mundo y no para que te lo censuren según la conveniencia del PP, como hace el ministro de educación con indefensos escolares, te reenvían a una nueva página de «reclamaciones, sugerencias y felicitaciones» en la que solamente puedes escribir si antes dejas grabados tus datos personales.
No pasa absolutamente nada porque sea una página de Facebook, pensarán los responsables municipales acerca de este paraíso de espías de toda laya, y ni siquiera se molestan en aclarar qué hace un organismo público español facilitando datos y opiniones de sus propios ciudadanos a una empresa multinacional, como si no hubiese ya sobrada cantidad de datos médicos, bancarios, íntimos, etc. de los españolitos en los cubos de basura de la calle y en los despachos otras grandes empresas multinacionales.
El País muestra por Internet una imagen que hace dudar mucho de la explicación de los sucesos del martes por la noche dada por los que ostentan el poder policial en Madrid (decir las autoridades es un eufemismo inmerecido).
Aunque hace casi cuatro décadas que murió el generalísimo, principal mentor del PP, no hay esperanza alguna de que los maderos que persiguen con saña a estudiantes de 15 años para molerles a palos y que aprovechan la carga para tirar al suelo a parados de larga duración de más de 55 y empujar a ancianos que se cruzan en su camino, asimilen que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están para defender a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, no para reprimirlos.
Claro que no lo pueden asimilar -ni siquiera sospechar- si las instrucciones que reciben se resumen en una orden propia de un régimen fascista: limpiar la calle de indeseables a hostias. Además de recibir la soldada por tan patriótico trabajo -¡viva España!, ¡viva la madre que los parió!, ¡qué buena imagen internacional tiene España!- cuentan con la tranquilidad de conciencia que da el anonimato: no se les puede identificar.
Gracias al gobierno del PP, conceptos políticos básicos como constitución, legitimidad del uso de la fuerza por parte del Estado, democracia, derechos políticos, etc., que casi había demolido el del PSOE, han acabado por tener el mismo valor para la ciudadanía ninguneada y puteada que los políticos que las usan, algo que han dejado claro las encuestas de opiniones y la propia participación en las elecciones. Tanto les da, van a cobrar su dinero de todos modos.
Es sabido que no hay que admitir teorías de la conspiración, ahora bien, no se ve otra salida cuando bastantes días antes de la concentración, desde el ministro del interior, pasando por la delegada del gobierno, el jefe de la policía, siguiendo por el presidente del congreso y por supuesto hasta los medios reaccionarios, habían declarado culpables de sedición, traición y golpistas a todos los que asistiesen a la concentración, esos mismos estudiantes de secundaria, parados y jubilados incluidos.
Al mismo tiempo no se ha escuchado al ministro de justicia, al fiscal general, al presidente del poder judicial, al defensor del pueblo… recordar a todos esos apresurados acusadores que -de momento- vivimos aún en un estado democrático de derecho (más o menos); tampoco, como mínimo, hacer una llamada a la cordura.
¡Cómo lo iban a hacer! para eso hace falta tener algo de conciencia, un resto de talante democrático, pero desde la calle no se aprecia ni se espera que aparezca para exigir una investigación (imparcial, no de las que realiza la policía, los mossos, etc.) sobre los testimonios de los «golpistas» acerca de los supuestos policías infiltrados en la concentración.
En la fotografía citada se ve media docena de jóvenes ataviados con uniforme de provocador profesional: sudadera negra con capucha, mascarilla para proteger la nariz y la boca, guantes negros (¿guantes en septiembre?) y unos banderines rojos sin siglas ni lema.
Aparecieron de repente juntos y luego se vio a algunos conduciendo a manifestantes ante la policía ¿hace falta un Sherlock Holmes para al menos iniciar una investigación?
Hay vídeos en Internet que confirman la habitual presencia de supuestos alumnos de la academia de policía entrenándose en tácticas de guerrilla urbana la noche del 25S a costa de la seguridad de los manifestantes apaleados y de la estabilidad de la democracia española
¿Qué tal si en lugar de investigar las páginas que visitan en Internet españoles mayores de edad, se investiga a los que probablemente violan la ley con uniforme de camuflaje?
http://praza.com/falase/11595/
En lo que respecta a los ciudadanos que con peligro evidente para su seguridad no van a renunciar a ejercer sus derechos, entre ellos el de mandar al paro de larguísima duración al gobierno en pleno y sus secuaces en las instituciones, la lección es evidente:
No más actos públicos sin una organización de autoprotección ciudadana que no deje al albur ningún aspecto del que pueda aprovecharse la policía. Si ésta -por orden de los responsables políticos- no cumple su función constitucional, incluso la viola- los ciudadanos han de protegerse.
No basta con gritar «no tenemos miedo» mientras nos golpean en la cabeza y los riñones con una porra, ellos no tienen ningún temor, van armados, no se les puede identificar y actúan «espléndidamente» según el santo criterio de sus jefes. Hay que contar con suficiente gente que grabe imágenes, con abogados que lleven la defensa y las denuncias, con compañeros que establezcan comunicaciones, con otros que dirijan a las masas por la vía pública, que planifiquen movimientos, actividades, preparar recursos, lo que sea preciso para defenderse de la agresión legal pero ilegítima del poder.
La ventaja es siempre de la policía, hay que superar su privilegiada e injusta posición y dejarla sin esta ventaja. No es preciso violar la ley para eso, pero sí conocerla perfectamente, organizarse en consecuencia y persistir. Si no se protege a la gente, se corre el riesgo de que por miedo muchos dejen de asistir a las concentraciones.
¡Ánimo! Visto lo visto estos días no está de más depositar nuestra confianza en Rajoy en lugar de en la teoría de la conspiración. Ha bastado una sola frase de quien pudo haber sido un buen registrador de la propiedad, para cargarse el cuento de la unidad de la patria, la fuerza de la constitución y de paso la casa real, las fuerzas armadas, etc.
Después de ver el prodigioso efecto que «esto es una algarabía» ha producido en su correligionario Artur Mas, él solito va a lograr en dos meses deshacerse de una propiedad de 500.000 kilómetros cuadrados -considerada hasta hace poco la décima más rica del mundo- que se convertirá al menos en tres: Catalunya, Euskalerría y lo que quede.
¿De qué no será capaz este hombre tan bien aconsejado por sus asesores?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.