En muchos otros artículos hemos presentado la renta básica desde múltiples puntos de vista, relativos a su utilidad, su financiación, y sobre todo, a desmontar las infundadas críticas que se hacen contra la misma, desde los sectores de las clases dominantes, lógicamente contrarias a una medida de este calado. Pero en el presente artículo vamos […]
En muchos otros artículos hemos presentado la renta básica desde múltiples puntos de vista, relativos a su utilidad, su financiación, y sobre todo, a desmontar las infundadas críticas que se hacen contra la misma, desde los sectores de las clases dominantes, lógicamente contrarias a una medida de este calado. Pero en el presente artículo vamos a centrarnos en escenarios concretos que la existencia de una renta básica contribuiría a paliar, a hacer desaparecer, a extinguir, pues no tienen cabida en cualquier sociedad democrática, justa y avanzada que se precie. Antes de exponer dichos escenarios, vamos a puntualizar (porque aún se dan bastantes malentendidos sobre el tema) el modelo de renta Básica al que nos referimos, que no es otro que el propugando en nuestro país por la Red renta básica (inserta en la Iniciativa Ciudadana Europea por una renta básica).
Pues bien, según la propuesta de referencia, la renta básica (en adelante, RB) consistiría en una prestación económica indefinida por parte del Estado a todos los ciudadanos por el hecho de serlo, distinguiendo lo que sería la RB completa, para adultos mayores de 18 años, y la RB para menores de dicha edad. La cuantía de dicha prestación sería la mínima imprescindible para que se erradicara la pobreza, suponiendo unos ingresos mínimos inembargables que sirvieran para el sustento mínimo de las personas, y la satisfacción de sus necesidades básicas. Podemos estar hablando, actualmente, en la horquilla entre 600 y 700 euros, y un porcentaje inferior para la RB de los menores. Las características de dicha prestación básica obedecerían a los tres siguientes pilares:
1.- Universalidad: Se manifiesta esta idea en el sentido de que la RB es una prestación que recibe absolutamente todo el mundo, desde la persona más rica del país hasta la más pobre (que con la RB, deja de serlo, evidentemente). Precisamente ha sido este enfoque uno de los más discutidos y utilizados demagógicamente por los detractores de la medida, pero si analizamos profundamente cómo se financia la RB (desde una profunda reforma fiscal progresiva, aunando prestaciones económicas diseminadas, y erradicando otras que dejarían de tener sentido), comprobaremos que, aunque los ricos también la cobren, la RB no les beneficia, pero en cambio sí beneficia muchísimo a las clases populares, trabajadoras o más vulnerables.
2.- Individualidad: Se manifiesta esta idea en el sentido de que la RB se concede a las personas a título concreto, íntimo, personal e intransferible, sin tener en cuenta otros factores como las «unidades familiares», los tipos de convivencia, si existen hijos o cónyuges, o el modelo de familia al que pertenece el/la beneficiario/a en cuestión. Por ejemplo, si en una familia viven un padre, una madre, y un hijo menor, se recibirían dos RB completas y una reducida. Pero si dicha pareja se separa, el hijo se emancipa, alguno de ellos comienza a trabajar, o enviuda, entre otras múltiples situaciones, las citadas RB no se verían afectadas.
3.- Incondicionalidad: Se manifiesta esta idea en el sentido de que la RB no necesita de ningún condicionante (si acaso, únicamente la demostración de residencia por un tiempo para los migrantes) para ser adquirida, puesto que es un derecho de ciudadanía. Así, y con diferencia sobre toda la gama de prestaciones y subsidios actuales, no hace falta haber trabajado, o estar en paro durante un tiempo, o tener familiares a cargo, o haber pasado cierto tiempo desde que se cobró la última vez, y un largo etcétera de requisitos que actualmente se adscriben al cobro de dichas prestaciones. La RB se cobraría siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, en todo momento, y en toda circunstancia. Ello contribuiría, como decíamos más arriba, a que no tendríamos «subsidios para pobres», como actualmente, sino y simplemente, a que no existiera la pobreza.
Pues bien, a tenor de dichas circunstancias que rodean el concepto de la RB, vamos a distinguir (entre otros muchos, pero entonces el artículo sería interminable) cuatro escenarios típicos de nuestra sociedad, que la presencia de una RB erradicaría por completo. Por supuesto, tampoco debemos entender la RB como la panacea que vendría a solucionar todos los problemas, pero al menos, sí que contribuiría a gozar de una sociedad que ofreciera mayor dignidad a las personas. Pues bien, los cuatro escenarios (insisto, pueden distinguirse muchos más, entre ellos el más típico de todos, consistente en el parado o parada que necesita ingresos, y ya ha acabado todo el «itinerario» de prestaciones, quedándose absolutamente desamparado/a) podrían ser los siguientes:
1.- Existencia de pobres: La RB contribuiría no al soslayo ni a la reducción de la pobreza, sino a su completa erradicación, dejando de existir todos los colectivos «sin techo», sin comida, o viéndose obligados a malvivir de las limosnas que el resto de la ciudadanía tenga a bien regalarles. Dejarían de existir las clásicas estampas de gente rebuscando en los cubos de basura, o rellenando extensos formularios para «demostrarle» a la Administración competente que son más pobres que las ratas.
2.- Pensionistas que cobran 300 euros: Como las pensiones mínimas serían también absorbidas por la RB, dejaríamos de contemplar escenarios como los pobres pensionistas que cobran pensiones de miseria (200, 300, 400, 500 euros), incluyendo a las pensiones de viudedad u orfandad, que se verían todas ellas actualizadas a la cantidad de la RB. Por supuesto, las pensiones superiores a la RB se mantendrían igual. Pero no sólo acabaríamos con el gran porcentaje de ancianos y ancianas, jubilados y jubiladas que han de hacer malabares para llegar a fin de mes, sino que por extensión, la RB también les libraría de tener que soportar las cargas de sus hijos/as o nietos/as, muchos de ellos también en situación de precariedad, que necesitan de las pensiones de los abuelos y abuelas para sobrevivir.
3.- Mujeres sin independencia económica sobre sus maridos maltratadores: Escenario éste muy típico dentro de toda la casuística de la violencia de género, ocurre cuando la mujer víctima de dicha violencia (por parte de su pareja o ex pareja), se ve en la limitación de no poder dejar la vivienda conyugal, ya que no poseen recursos económicos por sí mismas. Entiéndase bien: no estamos queriendo decir que la RB sea por sí misma una medida contra la violencia de género, ya que éste es un fenómeno muy complejo, resultado de la implantación de los valores de nuestra sociedad patriarcal, que ha de ser abolido desde numerosos frentes. Pero lo que sí decimos es que la RB sería un medida que proporcionaría a las mujeres maltratadas la independencia económica mínima que necesitarían para poder liberarse del dogal de la vivienda conyugal, independientemente de que además tuvieran o no un trabajo digno.
4.- Contratos precarios (de días, de horas y de minutos): En efecto, y como medida anticapitalista, la RB posee un gran efecto de fortalecimiento de la capacidad negociadora de la clase trabajadora con respecto a la patronal, por lo cual, es evidente que gran parte de la precariedad que existe hoy día en los «empleos» que se crean desaparecería con la RB, pues los/as trabajadores/as no tendrían la «necesidad» de aceptar trabajos sumamente precarios, que llegan en la actualidad incluso hasta a minutos para ciertas profesiones (como las limpiadoras). Erradicaríamos también, por tanto, todas las situaciones de injusticia y precariedad en el trabajo, potenciando el trabajo digno, la estabilidad y la protección laboral.
Hemos querido retratar, por tanto, varias situaciones típicas, escenarios concretos con nombres y apellidos, que se multiplican en nuestro país diariamente, a tenor del desmantelamiento de las estructuras públicas de protección social, del empleo y del Estado del Bienestar. Pero por supuesto, la RB como medida social, política y económica es importantísima, pues concebida como un derecho de ciudadanía, exigible al más alto nivel, está relacionada con el trabajo, con la pobreza, con las mujeres, con la salud, con las migraciones, con los jóvenes, y con el propio Estado del Bienestar, entre otras muchas facetas. La Red Renta Básica ha demostrado experimentalmente que esta medida es posible, que puede ser financiada, e implantada en nuestro país, aunque para ello, como decíamos arriba, necesitamos romper la resistencia que hacia ella vuelcan las clases dominantes, divulgar y difundir la medida en todos los ámbitos políticos y sociales donde tengamos oportunidad, y desmontar y rebatir las continuas falacias que se vierten contra ella.
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