Vergüenza, ese es el sentimiento. Es raro que pase unos días sin encontrar una noticia que no consiga que me avergüence profundamente. En helicóptero militar a las Fallas Hace poco hemos sabido que un general decidió usar un helicóptero para acudir a las Fallas y poder degustar una paella. No fueron pocos los que afirmaron […]
En helicóptero militar a las Fallas
Hace poco hemos sabido que un general decidió usar un helicóptero para acudir a las Fallas y poder degustar una paella. No fueron pocos los que afirmaron sin rubor que lo que contaba en las novelas era falso o que, en todo caso, hacía mucho tiempo que episodios como los narrados no se producían, pero desde la publicación de las mismas las noticias no pararan de corroborarlas. Este acto, el uso de medios militares para fines particulares, es un delito o una falta muy grave en el caso del general y los mandos que le acompañaron, y un delito en el caso de todos aquellos que hayan realizado y firmado documentación falsa que afecte al servicio, como es el caso (parece ser que decidieron simular una visita a la Unidad Militar de Emergencias).
El general se llama Fernando García Blázquez y, aunque desconozco el nombre de los mandos que le acompañaron, se puede asegurar sin ningún lugar a dudas que su comportamiento es deleznable, infame y bochornoso. Espero que sea juzgado, condenado y expulsado de las Fuerzas Armadas a la mayor brevedad posible, entre otras cosas porque de no ser así la Fiscalía y la Justicia Militar volverían a quedar en ridículo, una vez más, y el JEME, Jaime Dominguez Buj, quedaría por mentiroso (si es que no ha quedado ya como tal).
El problema de las mentiras es que tienen las patas muy cortas y el de las promesas que quedan por escrito es que tienes que cumplirlas o quedas retratado. El JEME envió una circular en la que pedía a los militares que no denunciaran a la prensa las corrupciones o ilegalidades, entre otras cosas porque debían tener «la seguridad de que inmediatamente será investigada para corregirla y, si corresponde, sancionar a su autor». Además, el JEME, en un tono de lo más lacrimógeno, afirmaba sentirse «dolido por los ataques injustificados» (en referencia a mis denuncias públicas). Bien, pues ahora el JEME tiene la oportunidad de demostrar que aquello que escribió no era una carta vacía de contenido. Ya en su momento fueron muchos los que se rieron al leerla, otros se enfadaron e, incluso, algunos se negaron a difundirla porque la consideraban un insulto.
Debe tener claro el JEME que si este general no es expulsado de las Fuerzas Armadas por denigrar el uniforme, sus palabras y su carta le convertirán en más cómplice de lo que ya es. No solo eso, si permite que semejante general siga vistiendo el uniforme al igual que sucede con el capitán que abusó sexualmente de 28 reclutas o el teniente coronel que quiso hacerse hacerse un chalé y se gastó 92.000 euros (todos ellos siguen siendo militares), será él quien manche el uniforme (más de lo que lo ha hecho ya).
Ser JEME es mucho más que amenazar a Catalunya con la intervención (lo que parece ser muy de su agrado), ser JEME implica no tener connivencia con los corruptos y no ser permisivo con los abusos, los fascistas y los privilegios. Hasta este momento el JEME lo ha sido, eso sí, se ha mostrado inflexible con los que queremos que estos comportamientos se erradiquen. Curioso, curioso que el Ejército tenga sitio para el capitán que abusó de 28 reclutas o para el que se gastó 92.000 euros para construirse un chalé. Muy curioso… y muy lamentable.
San Francisco Franco de los Fusilamientos y las Cunetas
No es la única vergüenza. Resulta que el CESEDEN, el órgano de enseñanza más importante de la Defensa, del mismo ministerio que se indigna cuando la alcaldesa de Barcelona no quiere al Ejército en el ámbito de la educación, nos ha realizado una propuesta cultural que si no es insuperable sí que es como mínimo escalofriante: Franco, prudente y profesional.
Es lamentable y humillante que se promuevan actos desde órganos del Gobierno que pretendan ofrecer la visión de Francisco Franco como salvador de todos los españoles. Sería inconcebible que en Italia o Alemania se permitiera dar cobertura a conferencias que elogiaran a Hitler o Mussolini, como la ofrecida por Stanley Payne ensalzando a Franco, y probablemente estarían prohibidas. Por supuesto, no sucedería lo que aconteció en la charla en la que muchos altos mandos militares asistieron gustosos, demostrando una vez más que las simpatías por el franquismo no son una excentricidad dentro de las FAS. Tampoco se produciría el bochorno de requisar portátiles y móviles a los periodistas, lo que demuestra unas maneras más propias de una dictadura, independientemente de la legalidad de tal acto.
Creo en la libertad de expresión, por lo que no se debe prohibir la expresión de ideas ni siquiera las de este historiador fascista, pero de ahí a fomentarlas y ampararlas hay un abismo. Máxime cuando no se ha hecho nada en este país para reparar a los militares demócratas (UMD) o republicanos y cualquier militar progresista es purgado de inmediato. En fin, cada cierto tiempo las Fuerzas Armadas tienen que recordarnos quiénes son y de dónde vienen. Nos recuerdan que ganaron la guerra, nos recuerdan que los reyes se criaron en las rodillas del dictador, nos recuerdan que sostuvieron al rey y conspiraron con él y nos recuerdan que casi nada ha cambiado.
Una cúpula golpista
En 2013, el general Juan Chicharro realizó manifestaciones a favor de un golpe de estado en caso de independencia de Catalunya, entre otras cosas porque consideraba que la obediencia al gobierno era secundario. Defensa no le sancionó y con ello demostró su permisividad con la ultraderecha y la importancia de la misma dentro de la cúpula militar. Si tales manifestaciones resultasen repugnantes al gobierno, lo normal es que el general hubiera sido sancionado y expulsado. No fue ni lo uno ni lo otro. Si su pensamiento fuese aislado dentro de la cúpula militar, habrían sido sus propios compañeros los que le hubieran desautorizado en público. No sucedió. Como el personaje no fue desautorizado, se creció y continuó: llamó mamarrachos a los gobernantes de Navarra y ensalzó la figura de Francisco Franco (El legado de Franco).
Elogiado por sus compañeros, como el general Dávila, y, como en el caso de casi todos los militares que son golpistas o tienen aspiraciones golpistas, muy cercano a Juan Carlos I, del que fue ayudante de campo.
Quiero dejar de avergonzarme
Han pasado más de cuarenta años de la muerte de Franco y quiero dejar de avergonzarme. Quiero un país que condene abiertamente el franquismo; que lo juzgue para que no lo tengan que hacer los argentinos; que se desentierren las cunetas para no ser una vergüenza mundial junto a Camboya (somos el segundo país del mundo con más desaparecidos); que los generales dejen de usar los helicópteros para comer una paella en las Fallas o que los hijos de los golpistas dejen de conmemorar el 23-F en los cuarteles para ser después ascendidos; que los acosadores sexuales, malversadores, corruptos y demás individuos dejen de lucir el uniforme militar; que dejemos de exculpar a criminales como los que torturaron a presos iraquíes o a fascistoides que, lamentablemente, suelen llegar a general; que de una vez por todas desaparezca lo que llaman justicia militar, que la Guardia Civil sea desmilitarizada y que existan órganos de control independientes y eficaces;…
¿Es tan difícil?
Luis Gonzalo Segura, es exteniente del Ejército de Tierra, miembro del Colectivo ANEMOI
Puedes obtener más información en las novelas «Código rojo» (2015) y «Un paso al frente» (2014). Puedes seguirlo en Facebook y Twitter (@luisgonzaloseg).
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