«Cambiar todo para que nada cambie». Esa es la máxima lampedusiana de la nueva estrategia del PP que, con la complicidad del nuevo PSOE, parece inaugurar el nuevo tiempo de gobernanza de las políticas neoliberales. Gobernanza en «gran coalición». Hacer como que algo cambia, para que todo se mantenga exactamente igual. Rajoy no ha paralizado […]
«Cambiar todo para que nada cambie». Esa es la máxima lampedusiana de la nueva estrategia del PP que, con la complicidad del nuevo PSOE, parece inaugurar el nuevo tiempo de gobernanza de las políticas neoliberales. Gobernanza en «gran coalición». Hacer como que algo cambia, para que todo se mantenga exactamente igual.
Rajoy no ha paralizado las reválidas. Es más, ha adelantado en todo caso su aplicación. Si la LOMCE establecía que no se aplicarían sus efectos académicos hasta dentro de un año, Mariano lo que ha anunciado a bombo y platillo es que «suspende la aplicación de los efectos sobre la titulación hasta que se alcance el pacto educativo», que quiere en seis meses. Luego, suspende los efectos sobre la titulación durante seis meses, menos incluso de lo que dice la LOMCE ahora. Y el pacto lo plantea sobre la exigencia de que la LOMCE no se toca y los recortes educativos no solo no se revierten, sino que se incrementan pues tiene un pacto con la Troika, y este sí que es de verdad, de recortar otros 5.000 millones de euros.
Es cierto que la Marea Verde atemorizó al PP con la huelga educativa del 26 de octubre. La primera movilización que la nueva gran coalición ha tenido que sufrir. Como efecto de esta masiva revuelta, el PP ha ensayado su nueva estrategia de «un paso atrás y dos adelante». Tratar de desactivar la protesta ciudadana con «concesiones» a la galería y anuncios efectistas para ser recogidos por los medios de comunicación, que parecen en el titular una supuesta renuncia, pero que, en el contenido de la letra, asientan los pilares fundamentales del régimen. En este caso, el régimen educativo neoliberal que ha impuesto con la LOMCE, y en el que no piensa retroceder ni un ápice.
Porque su anuncio de que, aunque no eliminaba los exámenes de reválidas de ESO y Bachillerato, los dejaba «sin efecto académico» hasta que hubiera un pacto educativo que, según Mariano, se va a hacer, sí o sí, en seis meses, encierra la expresión más nítida de esta nueva política de gobernanza del PP, basada en gestos y guiños de complicidad que son solo eso, guiños y gestos. Pero que no tienen detrás ninguna realidad. Lo único que «concede» es que durante 6 meses no es necesario aprobar las temidas reválidas para poder seguir estudiando. Esto es, Mariano concede una moratoria de un máximo de 6 meses sobre la sentencia que pende sobre la comunidad educativa en forma de exámenes estandarizados.
En definitiva, en 6 meses sí tendrán efecto académico las reválidas, que supondrán la expulsión de miles de jóvenes del sistema educativo sin una titulación que acredite haber realizado estudios, o la derivación en el caso de la ESO a la Formación Profesional, que vuelve así a ser considerada como una vía de segundo orden. Esta es la letra literal del contenido de su anuncio. Sin concesiones. Sin titulares efectistas. Sin cortinas de humo. Tal cual.
Los hechos y no las declaraciones nos dan la medida de su giro lampedusiano. No están ni siquiera dispuestos a retirar y anular el Real Decreto de reválidas. Solo anuncian una tímida orden ministerial. Un «giro» para quedarse exactamente en el mismo sitio.
La comunidad ha pedido la eliminación de las reválidas y de los exámenes estandarizados externos, no sólo en 4º de la ESO y Bachillerato, sino también de las pruebas en 3º y 6º de primaria. Pero de eso no hay nada. Ha exigido que no haya rankings de clasificación de centros educativos, como resultado de esas reválidas, como si de una liga de futbol se tratara, que lo único que generan es competición entre centros en vez de colaboración y cooperación. Pero de eso no hay nada. Pide que no se utilice la educación para adoctrinar, sacando la religión de la escuela y derogando los acuerdos franquistas con el Vaticano. Pero de eso no hay nada. Clama porque la escuela pública garantice el derecho a la educación de todos y todas y no blinde la educación concertada. Pero de eso no hay nada. Reclama que de forma inmediata regule que no haya centros escolares que segreguen por sexos. Pero de eso tampoco hay nada. Estos son los hechos, lo demás son fuegos de artificio.
De esta forma el PP ha parecido que daba un paso atrás, tras la presión y la movilización de la comunidad educativa, pero lo que ha hecho es afianzarse en su posición para avanzar ahora dos pasos hacia adelante. Dos pasos para «crear un clima» con el que anuncian un pacto educativo. Es decir, con este modelo de nueva gobernanza el PP presiona a los partidos de la gran coalición, C’s y PSOE, para que sean cómplices en apuntalar la LOMCE en formato de «pacto nacional de educación», que se vende mucho mejor ante la opinión pública.
Los efectos han sido inmediatos. C’s se ha apuntado a consolidar y afianzar ese «pacto nacional educativo proLOMCE» que se enmarca en sus postulados neoliberales, aunque tratará de limar algunos aspectos más neoconservadores que la LOMCE incorporaba, y darle un barniz mercantil más moderno centrado en la «libertad de elección» para consolidar los conciertos, la «gestión empresarial» de los colegios, la privatización de la educación infantil mediante el cheque escolar, los itinerarios para segregar cuanto antes al alumnado y la meritocracia como corazón del sistema educativo.
Un PSOE entregado en cuerpo y alma en manos de los grandes grupos corporativos de comunicación y la presión del IBEX35, también ha entrado al trapo de esta estrategia de gobernanza neoliberal. Sus actuales dirigentes sí que dan un giro completo a sus postulados fundacionales. De derogar la LOMCE, pasaron a paralizar la LOMCE y ahora ya están en modificar la LOMCE, como anunciaba recientemente Elena Valenciano. Lo próximo será LOMCE sí, pero poco.
De hecho, la complicidad de este nuevo PSOE, cuyo lema empieza a ser «LOMCE de entrada NO» recordando al giro de González con la OTAN, ya se ha puesto en marcha. Están retirando o inmovilizando las mociones en los Ayuntamientos que presentaron exigiendo la paralización de las reválidas, la derogación de la LOMCE y la reversión de los recortes. Es la imposición a las bases del principio de «abstención por responsabilidad histórica» que está poniendo en práctica la gestora de los barones del PSOE, que proclama sin ninguna vergüenza aquello de «donde dije digo, digo Diego».
Rajoy miente y lo sabe. El PP miente y lo sabemos. C’s es cómplice, pero está en su ADN. Pero el gran problema de esta época que inaugura esta nueva gobernanza es, como decía Martin Luther King que «tendremos que arrepentirnos no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena». El PSOE necesita una rebelión democrática de sus bases que rompa el silencio cómplice de su aparato y se comprometa activamente con la comunidad educativa en cambiar el rumbo de las políticas cada vez más neoliberales de su partido.
Como diría Ernesto Sábato, estamos a tiempo de revertir esta masacre. Esta convicción ha de poseernos hasta el compromiso y trabajar por construir otra educación posible, tal como ha planteado la comunidad educativa desde abajo y ha plasmado en el Acuerdo Social y Político Educativo, Documento de Bases para una Nueva Ley de Educación. Un acuerdo social y educativo, frente a un pacto neoliberal desde los despachos. Es más necesaria que nunca la apuesta por una educación pública inclusiva, igualitaria, laica, de calidad para todos y todas, gratuita y democrática.
Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de la Universidad de León. Coordinador del Área Federal de Izquierda Unida.
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