La batalla en la esfera ideológica fue feroz en la Rusia soviética. El dogma del realismo socialista no se declaró nunca vencido. La pintura estaba atada por el «figurativismo», el arte abstracto era «decadente». La literatura se limitaba a usar técnicas del reportaje para describir escenas de la vida campesina o proletaria. Los bolcheviques no […]
La batalla en la esfera ideológica fue feroz en la Rusia soviética. El dogma del realismo socialista no se declaró nunca vencido. La pintura estaba atada por el «figurativismo», el arte abstracto era «decadente». La literatura se limitaba a usar técnicas del reportaje para describir escenas de la vida campesina o proletaria. Los bolcheviques no comprendieron a la vanguardia artística que se desarrolló al calor de una auténtica revolución. Los grandes cambios en la expresión artística protagonizados por Tatlin, Kandinsky, Malevitch, Lissitsky y Rodchenko no fueron aceptados. Modernismo y marxismo no se entendieron. Las teorías del proletkult entendían la creación artística como un medio de difusión ideológica y agitación política.
Genios creativos de la altura de Eisenstein, Gorky, Stanislavsky, Pudovkin, Ehrenburg, Prokofiev, Ajmatova, Maiacovsky, Pasternak, Meyerhold, Schlovsky, Babel, Sholojov, Bajtín y Shostakovich sufrieron graves conflictos con la autoridad política. Muchos de ellos produjeron sus obras a contrapelo. El socialismo estaliniano frenó el talento con restricciones hasta hacerle imposible respirar. Los burócratas afirmaban que los artistas estaban despolitizados y los trataban con desdén, profundizando el distanciamiento. Gorky y Ehrenburg tuvieron serias contradicciones con el poder comunista. Bunin y Andreyev se exiliaron. Bulgakov y Bajtin fueron condenados al silencio. Mandelstam y Babel desaparecieron en campos de concentración.
Shostakovich fue en varias ocasiones un objetivo de la crítica oficial, que calificó su obra de formalista y lo acusó de apartarse de las normas del llamado «realismo socialista». En 1936 su ópera, Lady Macbeth, sufrió agresiones verbales y el periódico Pravda publicó una reseña que encasillaba la obra como «lodo en vez de música». En 1948 fue acusado nuevamente de formalista y las recriminaciones fueron de tal envergadura que en aquellos días Shostakovich dormía en el pasillo, delante de su apartamento, para no perturbar a su familia cuando se produjera su arresto, que esperaba de un momento a otro. En 1962 volvió a entrar en conflicto al crear su Decimotercera Sinfonía, que se basaba en el poema Babi Yar de Evtushenko sobre el exterminio de judíos en la Unión Soviética.
Al abandonar para siempre la Unión Soviética en 1931, Evguenni Zamyatin escribió en una patética carta: «Como escritor, que se me prive de la oportunidad de escribir es una sentencia de muerte… ninguna actividad creadora es posible en un ambiente de persecución sistemática… Sé que la vida en el extranjero será extremadamente difícil para mí, pues no puedo convertirme en parte del campo reaccionario… Sé que aquí se me ha declarado derechista por el hábito de escribir según mi conciencia y no según lo dicta la autoridad… probablemente en el extranjero me declaren bolchevique por el mismo motivo… pero allí no estaré condenado al silencio…» Una vez más se manifestaba la dramática disyuntiva de los intelectuales revolucionarios: no podían soportar las limitaciones a que los obligaba el poder y tampoco podían entregarse a la contrarrevolución. Ese fue también el trágico dilema en el que se debatió Víctor Serge.
En 1928 el mariscal Budyonny acusó a Isaac Babel de haber mentido sobre los cosacos del Primer Regimiento en su libro «Caballería Roja». «Visión pequeño burguesa… desvaríos de un judío demente», se le inculpó. Nunca estuvo en combate, según Budyonny, siempre se mantuvo en la retaguardia. Una vez más la defensa de Gorky logró extenderle un manto de inmunidad, pero a partir de entonces Babel entró en un silencio casi total. En 1935 se atrevió a escribir una obra teatral, «Mariya», que fue denunciada y retirada de los teatros. Elaboró un guión de cine, con Eisenstein, que no pudo pasar la censura. Babel continuó escribiendo cuentos que nadie publicaba. Gorky siempre le protegió pero al morir, Babel supo que comenzaban sus tiempos más duros. En mayo de 1939 Babel fue arrestado en su villa de Peredelkino. Encerrado en una celda de la Lubyanka le hicieron confesar que había entrado en contacto con trotskistas durante sus viajes al exterior y que se sintió atraído hacia los enemigos de su país. También confesó haber entregado información confidencial a André Malraux. Finalmente admitió haber conocido un complot para asesinar a Stalin y a Voroshilov. El juicio de Isaac Babel tuvo lugar el 26 de enero de 1940 en la oficina de Laurenti Beria. Duró veinte minutos. A la una y media de la madrugada fue ejecutado de un tiro en la nuca.
El agravamiento de antagonismos con los intelectuales y artistas en la URSS los marginó con una desconfianza sistemática. Se desperdició un valioso talento que pudo haber sido incorporado positivamente a la creación del socialismo. La imposición de una doctrina estética partidista y de una censura, el zdanovismo y el realismo socialista, acarrearon la esquematización y reducción de la vida cultural. El control de la información con omisiones y deformaciones, dejó sin posibilidades de escrutinio al ciudadano común que debía someterse a los análisis y puntos de vista que se le imponían, con un bombardeo incesante de estereotipos, consignas y fórmulas que eran, en algunos casos, un insulto a la razón. La desaparición del amplio espectro del pensamiento humano instauraba líneas únicas, vías que pretendían monopolizar la verdad y desaparecían el raciocinio, la conjetura y el rico estímulo de las contradicciones, aportando el consiguiente empobrecimiento de la vida política y espiritual. La cultura dejó de ser un cuestionamiento de la vida y pasó a ser un sermón sistemático.
El intelectual, en nuestro tiempo, se ha debatido entre la servidumbre y la irresponsabilidad. Al individualismo liberal ha tratado de oponérsele la subordinación a las necesidades del Estado. O los someten a una disciplina o los aíslan del contexto social. La parálisis de la dinámica intelectual, la ortodoxia doctrinal, la burocracia vitalicia, la unanimidad de criterios y la vida política limitada a una cúpula condujeron a la esterilidad creativa en la Unión Soviética y a largo plazo fue una de las causas principales de la desaparición del sistema.