«No queremos tener el pueblo apestado de ratas e insalubridad… exigimos privacidad de nuestras basuras… no a la imposición del Puerta a Puerta»… eran algunas de las consignas, ya que no argumentos, que aparecían en la hoja con que la Plataforma Azkoitia contra el Puerta a Puerta nos invitaba a los vecinos a concentrarnos frente […]
«No queremos tener el pueblo apestado de ratas e insalubridad… exigimos privacidad de nuestras basuras… no a la imposición del Puerta a Puerta»… eran algunas de las consignas, ya que no argumentos, que aparecían en la hoja con que la Plataforma Azkoitia contra el Puerta a Puerta nos invitaba a los vecinos a concentrarnos frente a la parroquia del pueblo. Por el otro lado de la hoja estaba la gráfica, unas cuantas ratas con colesterol que, más que correr, volaban hacia Azkoitia; otra que ya había llegado y encaramada en un txintxilikario agradecía el festín; una tercera rata que esperaba su turno junto al Puerta a Puerta; y una cucaracha y algún que otro insecto que, para que no pasaran inadvertidos, el artista los había dibujado del tamaño de las ratas.
Pero que nadie se preocupe por insectos y ratas. No van a venir porque hace años que vinieron y andan por Azkoitia. Algunas hasta se empadronaron en el pueblo cuando pasados ayuntamientos se dedicaron a autorizar vertederos que un día compraban y al siguiente traspasaban a particulares o los permutaban por terrenos públicos. Pingües negocios los que se han hecho en nombre de la basura. En los lixiviados de plomo y molibdeno encontraron ratas e insectos metálicos nutrientes que las han hecho más grandes y fuertes. Por eso es que, supongo, volaban las de la gráfica. Y desaparecerán el día en que, además de producir menos toneladas de basura, seamos capaces de reciclarla.
Tampoco debe preocuparse nadie por la privacidad de nuestras basuras que, dicho sea de paso, constituye nuestro único secreto, que ya otras altas instancias se ocupan de registrar nuestros nombres, domicilios, teléfonos, gastos, nóminas en blanco, sobres en negro, facturas, impuestos declarados y omitidos… Hasta nuestros paseos quedan grabados por las tantas cámaras de seguridad de bancos y comercios, y no hay comentario en las redes sociales por intrascendente que parezca que no quede grabado en algún control. Sólo nuestras basuras van a seguir siendo nuestras y, en todo caso, de quienes acuden al contenedor gris a rebuscar ropa o los restos de una surtida comida. De todas formas, no creo que esos que, por necesidad, apelan al contenedor gris como último recurso donde hallar comida tengan interés, con o sin notario, en hacer un inventario de los alimentos que encuentran o les importe qué vecino se deshizo de los yogures o la pizza.
Y en relación a la supuesta imposición del Puerta a Puerta, inquietud que jamás tuvieron quienes imponen incineradoras, trenes de alta velocidad o centrales nucleares, tal vez sea oportuno aclarar que el Ayuntamiento de Azkoitia no va a aplicar el Puerta a Puerta. La Mesa de Trabajo de Residuos, después de analizar distintas opciones, ha optado por un sistema mixto que mantenga los contenedores para los materiales reciclables y el PaP para la fracción resto. Esta fracción se recogerá una vez a la semana en un horario establecido. También se va a fomentar el autocompostaje y el compostaje comunitario, además de poner contenedores específicos para los pañales.
En aras de lograr un consenso entre todos los agentes sociales y vecinos que han participado durante un año en la Mesa de Trabajo se ha optado por este sistema mixto, cuyo logro ha sido posible al ceder en sus posturas iniciales todas las partes, y aún a sabiendas de que el PaP garantizaba una mayor eficacia que el 70% de reciclaje que se marca ahora como objetivo.
Pero sea porque todavía hay vecinos confundidos o porque ciertos intereses políticos siguen empeñados en confundir, es que la Plataforma Azkoitia contra el PaP se concentró frente a la iglesia de Azkoitia
«Hay que reciclar» exigía la pancarta alrededor de la cual se dieron cita numerosos vecinos de Azkoitia y algunos otros, incluso, traídos de Tolosa, todos bien curtidos en años y afines al PSOE y al PNV. Hasta la plana mayor del Partido Popular se hizo presente en la primera fila… bueno, y también la plana menor, que viene a ser la misma, reivindicando su derecho a reciclar.
La lectura del comunicado con el que se cerró la concentración, además de llamar al desacato, sirvió para concluir con otra nueva exigencia: «¡Queremos seguir como estamos!». O lo que es lo mismo, que nada cambie, que nadie se mueva y que permanezcan en su sitio todos los contenedores. O lo que es igual, que sigamos reciclando el mismo 34% que se recicla en el pueblo.
Semejante contradicción o se debe a que realmente no se quiere reciclar y por ello se demanda seguir como estamos, o responde a que sí queremos reciclar en cuyo caso tendremos que hacer entre todos un esfuerzo para alcanzar un porcentaje que confirme nuestros deseos.
Si queremos reducir el número de muertos en las carreteras, la conclusión a la que lleguemos nunca podrá ser «seguir como estamos»; si queremos acabar con la violencia machista, el remedio que se nos ocurra nunca podrá ser «seguir como estamos»; si queremos reciclar, es absurdo e inconsecuente «seguir como estamos», porque estamos mal, reciclando sólo un 30%, y habrá que cambiar, habrá que ser consecuentes con nuestro compartido afán de reciclar.
A no ser que, en verdad, nuestra apuesta por el reciclaje sólo sea un compromiso virtual,
un alarde para la galería. Sería más honesto, en ese caso, reconocer que no, que no queremos reciclar y que nos encantaría seguir arrojando nuestros orines por las ventanas y al grito de «¡Agua va!» salpicar la calle con nuestro progreso.
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