Una niña le pregunta a su profesora: «Señora maestra, ¿cómo se forma el femenino?», a lo que la profesora responde: «Partiendo del masculino: la ‘o’ final se sustituye por una ‘a’. «Señora maestra, ¿y el masculino cómo se forma?», insiste la niña. «El masculino no se forma, existe», concluye la profesora. Este es un ejemplo […]
Una niña le pregunta a su profesora: «Señora maestra, ¿cómo se forma el femenino?», a lo que la profesora responde: «Partiendo del masculino: la ‘o’ final se sustituye por una ‘a’. «Señora maestra, ¿y el masculino cómo se forma?», insiste la niña. «El masculino no se forma, existe», concluye la profesora. Este es un ejemplo citado en ‘Los Pinceles de Artemisia’, un libro escrito desde el convencimiento de que la educación es una llave maestra para la igualdad y también para lo contrario.
Artemisia Gentileschi, pintora del barroco italiano que con su valentía dio color a las historias y a las leyendas de mujeres fuertes, rompedoras y transgresoras, pone nombre a ‘Los Pinceles de Artemisia, experiencias de formación para la Igualdad de Género’. Este libro, trabajo colectivo liderado por la experta en género Encina Villanueva, del equipo de educación de InteRed, recorre las experiencias de formación y educación desde la perspectiva de género. En sus páginas, ilustradas con mimo, se recogen dinámicas, propuestas y técnicas de formación accesibles, prácticas y recomendables para todas y todos.
Encina Villanueva ha desarrollado toda su carrera profesional en el ámbito de las organizaciones sociales como experta en Género y Desarrollo. Desde hace cinco años trabaja en el área de Educación para el Desarrollo de InteRed, siempre en equidad de género y sobre todo como formadora. En estas líneas habla de su experiencia en la formación y de las páginas de ‘Los pinceles de Artemisia’.
¿Qué te ha llevado a escribir ‘Los Pinceles de Artemisia’?
‘Los pinceles de Artemisia’ es una propuesta feminista. Bebemos de los feminismos y somos feministas. Reconocer la fuerza política de este movimiento de mujeres y reconocernos como tales es también parte del sentido de nuestro trabajo y de nuestra vida.
El libro nace de la experiencia y la reflexión de estos años de trabajo, de lo vivido y lo aprendido como formadoras para la equidad de género. Es un trabajo colectivo que sistematiza y pone en palabras una experiencia colectiva; de ahí el cariño. En este libro hablamos de lo que hemos pensado, hemos vivido, hemos hecho… hablamos de nosotras mismas. Estamos en cada una de las frases, reflexiones o técnicas que proponemos. Tenía que ser bonito. Además, hacerlo así es coherente con nuestros planteamientos: el cuidado y la belleza son fundamentales, esenciales e incluso estratégicos.
¿Qué papel juega la educación en la asimetría de géneros en nuestra sociedad?
Juega un papel fundamental. Por una parte, es un medio increíblemente poderoso para transmitir desigualdad, al difundir y reforzar roles y estereotipos de género. Por otra, es claramente una oportunidad para potenciar formas mucho más libres de ser mujeres y hombres en el mundo.
¿La educación formal es machista en el Estado español?
La educación formal sigue siendo bastante androcéntrica. Como ejemplo, una anécdota que contamos en Los Pinceles de Artemisia y que extrajimos de un libro de Victoria Sau. Una niña le pregunta a su profesora: «Señora maestra, ¿cómo se forma el femenino?», a lo que la profesora responde: «Partiendo del masculino: la ‘o’ final se sustituye por una ‘a’. «Señora maestra, ¿y el masculino cómo se forma?», insiste la niña. «El masculino no se forma, existe», concluye la profesora.
El título del libro es una referencia a la pintora Artemisia Gentileschi. ¿Por qué ella?
Porque nos encanta y, además, nos inspira. Su pintura nos recuerda que necesitamos miradas como la suya: rebeldes, propias… Miradas de mujeres en las que poder reconocernos. La fuerza con que Artemisia representaba a las mujeres y, especialmente, la autenticidad con la que se pintaba a sí misma es un continuo recordatorio de lo importante que es quererse y reconocerse. Es importante «pintarte» tú y que no lo hagan desde fuera, desde discursos ajenos en los que solo puedes salir perdiendo.
«La educación es una oportunidad para potenciar formas más libres de ser mujeres y hombres»
El libro es un recorrido colorista a través de la educación, lleno de propuestas, dinámicas, trucos… ¿A quién va dirigido?
En principio lo pensamos para formadoras y formadores en equidad de género, pues recogía nuestra experiencia en este tipo concreto de acciones. Pero lo cierto es que el resultado final ha quedado bastante accesible en cuanto a los contenidos y con propuestas metodológicas que se pueden adaptar a otros contextos educativos. Profesorado, educadores y educadoras nos cuentan que lo están utilizando o que tienen previsto hacerlo.
¿Cómo se educa en igualdad?
Igual suena extraño pero creo que, fundamentalmente, reconociendo todas las diversidades, tanto las de educadores y educadoras como las del alumnado. También, evitando que los valores, comportamientos, normas y actitudes estén jerarquizados en función del sexo y promoviendo la relación, el respeto y la colaboración entre mujeres y hombres.
¿Cuáles suelen ser las reacciones de alumnos y alumnas en los talleres?
A veces son escépticas, a veces conmovedoras, a veces duras, a veces transformadoras… Hay todo tipo de reacciones, tantas como personas. Reconocer el propio cuerpo, visibilizar situaciones injustas y sentir ganas de transformar la práctica educativa, en el caso de las y los educadores, son algunas de las sensaciones más satisfactorias que nos podemos encontrar en un taller. Las más negativas tienen que ver con la cerrazón y con los miedos que algunas personas sienten ante cualquier propuesta de cambio en cuestiones tan íntimas y fundamentales como son las relacionadas con la propia identidad. Hasta cierto punto es comprensible. Hablamos de cuestiones profundas y necesitamos tiempo para repensarlas.
¿Cuáles son las resistencias más comunes?
Hemos dedicado un apartado del material a las resistencias porque son muy habituales. Suelen ser las mismas, un poco «de libro»: no reconocer ni las diferencias ni las desigualdades, sentir que el feminismo es lo contrario que el machismo (sí, todavía…), rechazar la necesidad de revisar el lenguaje para hacerlo más inclusivo, culpabilizar a hombres o a mujeres «en bloque», etc…
La experiencia de educar es frustrante, alegre, divertida. ¿Todo esto o nada de esto?
¡Todo eso y mucho más! Es emocionante que alguien descubra con asombro la historia de las mujeres o que se reconcilie con los feminismos. Lo he vivido muchas veces. En otro sentido, una vez me dejó perpleja una alumna que planteó que las mujeres y los hombres sólo nos diferenciábamos en que nosotras teníamos un agujero y ellos una cosa colgando.
¿Crees que es posible la inclusión de una asignatura o la transversalización de la igualdad en todos los ámbitos de la educación?
Desde luego, pero lo más interesante es transversalizarla en todas las personas, siendo especialmente estratégico hacerlo en las que son educadoras.