En comunicación personal, Miguel Ángel Rodríguez Arias, el incansable, imprescindible y admirable profesor y jurista que no está dispuesto a confundir la racionalidad y prudencia políticas con la estafa, el revisionismo histórico y la entrega servil, me señalaba que este próximo lunes, 1 de noviembre, se intentaba hacer lo mismo que el pasado 2009. Su […]
En comunicación personal, Miguel Ángel Rodríguez Arias, el incansable, imprescindible y admirable profesor y jurista que no está dispuesto a confundir la racionalidad y prudencia políticas con la estafa, el revisionismo histórico y la entrega servil, me señalaba que este próximo lunes, 1 de noviembre, se intentaba hacer lo mismo que el pasado 2009. Su propuesta fue anunciada en un artículo -«Flores para el Rey»- que Rebelión editó hace un año aproximadamente.
¿De qué se trata? De lo siguiente:
Miguel Ángel Rodríguez Arias y sus compañeros sugieren, nos proponen a todos y a todas, que el próximo 1 de noviembre realicemos una ofrenda floral en honor de los desaparecidos del franquismo. ¿Dónde? A las puertas del Palacio de la Zarzuela. ¿Por qué? Porque a diferencia de lo que ocurre con miles y miles de familias, a muchos ciudadanos, a muchas familias, se les sigue negando el conocimiento del paradero final de sus familiares represaliados, arbitrariamente detenidos, torturados, asesinados, desaparecidos, ejecutados decían, tras «sentencias» que en realidad no eran tales sino que fueron crímenes de Estado. Un paradero que, según recuerda Rodríguez Arias, el Rey borbón tuvo la obligación de conocer entre 1975 y 1978 (y acaso antes, junto ejerció de Jefe de Estado en funciones, durante la enfermedad del criminal dictador africanista).
El «Rey», que no sólo «reinó» sino que también «gobernó» en esos años (de hecho lo ha seguido haciendo en otros momentos aunque no sea esa propiamente su función según la letra, rectamente interpretada, de la Constitución monárquica de 1978), tuvo la obligación de conocer el paradero de esos miles de ciudadanos y ciudadanas. La convocatoria de estos demócratas, que no están dispuestos a que el olvido habite en nuestro memoria, llama la atención sobre ello: pretende, es una forma de decir, que el monarca lleve las flores a esos españoles desaparecidos o asesinados de parte de los familiares afectados, de miles y miles de ciudadanos que siguen siendo tratados como ciudadanos de segunda o tercera clase, como familiares apestados de rebeldes, de primitivos, de republicanos de mal vivir, de resistentes antifascistas, de rojos alocados dijeron también.
¿Cómo puede participarse en la convocatoria? Se puede participar presencialmente o, las personas que no puedan desplazarse a Madrid, como asistentes virtuales al evento haciendo envíos florales con la dirección de envío de los accesos de la Zarzuela para entregar en la mañana de ese día. Basta dirigirlo a la atención de cualquiera de las personas que estén allí presentes. Los convocantes han creado un grupo en Facebook en el que se irá informando de todas las novedades de la iniciativa: http://www.facebook.com/event.php?e… En http://www.larepublica.es/spip.php?article21652 se puede encontrar información complementaria sobre la iniciativa.
En «Flores para el Rey», el artículo al que se hacía referencia anteriormente, Miguel Ángel Rodríguez Arias comentaba: «[…] en el Estado heredero de la bandera retocada del dictador y de sus cientos de fosas que nadie quiso tocar, el derecho se detiene unos centímetros antes de llegar a los lugares donde yacen amontonados, por decenas de miles, buena parte de una generación de españoles comprometidos con los valores democráticos y de progreso social. Como con los móviles: en cada fosa clandestina nuestro Estado de Derecho está apagado o fuera de cobertura… Y por eso también nos hemos olvidado del «derecho humano a la vida familiar» que asiste a todas estas personas en días como hoy en virtud del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, pero que no encuentra aplicación en nuestro país – como todos los demás derechos afectados – sin mayor argumento o justificación».
Derecho que se detiene unos centímetros antes de unas fosas de las que el Estado -¡dirigido por un partido que dice ser heredero de una admirable tradición republicana de resistencia democrática!- no quiere oír hablar; derecho humano a la vida familiar; Convenio Europeo de Derechos humanos. Tan básico como todo esto.
Este primero de noviembre, y todos los demás, señalaba Rodríguez Arias, «no creo que haya sitio mejor donde llevar nuestras flores y nuestro desamparo que a las puertas de palacio del Rey y las altas autoridades del Estado». Como ellos son quienes siguen teniendo la obligación de saber dónde están nuestros seres queridos desaparecidos, que se las lleven de nuestra parte.
Cuando nosotros sepamos donde yacen, nosotros se las llevaremos personalmente. Igual que pueden hacer ya muchas otras familias.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.