Lo primero que hay que apuntar al comentar unas declaraciones de la consellera Marina Geli, para que no reine la confusión en este ámbito, es que las recientes observaciones de un economista tertuliano de Intereconomía, cuyo nombre no tengo ningún interés en recordar, sobre la consellera Gelli y su responsabilidad política en temas de orientación […]
Lo primero que hay que apuntar al comentar unas declaraciones de la consellera Marina Geli, para que no reine la confusión en este ámbito, es que las recientes observaciones de un economista tertuliano de Intereconomía, cuyo nombre no tengo ningún interés en recordar, sobre la consellera Gelli y su responsabilidad política en temas de orientación sexual para jóvenes son lo que la mayoría de las intervenciones de esa cadena de la extrema derecha de neoliberalismo extremo y grosero vomitan día sí, tarde también, noche igualmente: zafias, desinformadas, machistas hasta lo inconcebible, infames, perdonavidas, militarmente seguras de sus posiciones. Un horror que causa pavor, miedo e indignación. Tal como son, tal como piensan y ríen sus insultos (los del infame economista -«zorra», «guarra»- se acompañaban con risitas de fondo: «¡Qué grandes que los tienes, coleguilla!») .
Ni que decir tiene que la consellera Geli debe tener y tiene el apoyo en este vértice de todo ciudadano que apueste por la información rigurosa y entienda que el insulto machista y el despropósito alocado son caminos intransitables.
Eso no quita, como es obvio, que la consellera pueda hacer declaraciones que merezcan crítica y comentario desde coordenadas muy otras. Las ha hecho recientemente.
Marina Geli ha afirmado [1] que recortar 423 millones de euros, esas son las previsiones anunciadas hasta el momento por el gobierno tripartito (insisto: de izquierdas y nacionalista) en la segunda mitad de 2010 no afectará a los usuarios de la sanidad catalana. ¿Por qué?
Prestemos atención al argumento de la consellera: porque no se recortarán prestaciones ni se reducirá la calidad de la asistencia. ¿Y cómo se conseguirán esos objetivos? Porque unos 300 millones de euros, de esos 423m se ahorrarán del gasto farmacéutico y los otros 123 millones restantes «saldrán de los gastos de personal, ya que se bajarán salarios y sólo se cubrirán la mitad de las bajas por jubilación».
Dejo por el momento el ahorro farmacéutico que ya veremos en qué queda (el lobby farmacéutico, incluyendo no sólo la industria sino también, y sin comparar dimensiones, los y las propietarias de las farmacias, no un colectivo equiparable a una asociación de estudiantes rebeldes de un instituto obrero del extrarradio barcelonés) y ya veremos de qué forma se concreta. Este es el nudo esencial para poder valorar su corrección y la orientación de la medida.
Lo que no cabe, y no cabe porque es un insulto a la inteligencia ciudadana, es afirmar que los otros recortes -salarios y jubilaciones- no van a afectar a la calidad de la sanidad pública y, por tanto, a los «usuarios», a la ciudadanía.
Por de pronto, y a partir de este mismo año, las visitas y servicios en general van a realizarse con menos personal. Creo que serán unas 400 las bajas de 2010; de ellas sólo doscientas serán cubiertas. Habrá que ver cómo, con qué personal y con qué condiciones laborales.
Además de ello, el personal sanitario, que desde luego no es homogéneo en todas sus aristas ni militantemente partidario de la sanidad pública ni de su cualidad, está que trina. A ellos, a algunos médicos y médicas nadie les tose. Es posible que ese disgusto, en algunos casos, acaso minoritarios, se refleje en retrasos, desinterés, ausencias, asistencia a congresos y congresillos, malas caras, menor tiempo de atención. Etc. Un boicot desde dentro y sin perspectiva alternativa.
Pero un lugar donde seguro que va a notarse esa disminución de personal, al igual que los recortes salariales anexos, será en los servicios de urgencias, servicios absolutamente colapsados actualmente en numerosos hospitales de Barcelona y sus alrededores. Menos guardias, concentración de éstas en médicos y médicas con mayor estatus y antigüedad marginando a nuevos residentes, cansancio o agotamiento del personal, menos eficacia, posibles errores. Etc.
Bien mirado, esta vez es la señora Marina Gelli quien ha insultado no sólo a la ciudadanía sino a los propios trabajadores de la sanidad catalana: si menos trabajadores pueden conseguir las mismas atenciones, parece claro que los trabajadores actuales se duermen, hacen menos de lo que deben, se esfuerzan poco, no ponen suficiente interés. Y les aseguro, les puedo asegurar con conocimiento de causa, que, en general, ése no es el caso.
Cabe, sin duda, otra posibilidad: que la consellera piense que la explotación de la mano de obra, aunque sea cualificada, no tienen un límite objetivo, que siempre permite nuevos pasos. Eso sí, ese absurdo postulado parece impropio de una consellera «socialista».
Nota:
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.