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Reflexiones sobre la educación ambiental

Fuentes: www.portaldelmedioambiente.com

Es gravísimo que el medio ambiente se asuma como el entorno ecológico, que los proyectos sostenibles se asuman como financieramente sostenibles que el componente ambiental de las políticas energéticas sólo considere la proyección y disponibilidad de los recursos energéticos renovables o no renovables, sin importar sus impactos sociales y culturales, que la depredación del medio […]

Es gravísimo que el medio ambiente se asuma como el entorno ecológico, que los proyectos sostenibles se asuman como financieramente sostenibles que el componente ambiental de las políticas energéticas sólo considere la proyección y disponibilidad de los recursos energéticos renovables o no renovables, sin importar sus impactos sociales y culturales, que la depredación del medio ambiente natural se considere una causa inevitable del desarrollo industrial, que los impactos ambientales negativos a los componentes socioculturales se consideren inevitables, que las ONGs se consideren brazos políticos de la insurgencia izquierdista, que la disposición al diálogo y concertación sea tarea de grupos aislados; que la interlocución con los grupos minoritarios étnicos y socioculturales, así como la protección y conservación de reliquias históricas y arqueológicas se asuman como una barrera al desarrollo; que los ingenieros sólo deban gestionar asuntos técnicos, que los sociólogos que no deben opinar sobre aspectos técnicos, que la opinión de los raizales sobre proyectos que afectan sus comunidades se califique como concepciones primitivas sin sustento técnico, que los grupos ambientales sólo deban opinar sobre ecología, que el manejo de las energías alternativas sea exclusivo de los actores especializados en el tema, y así sucesivamente: que el ingeniero eléctrico que no se meta en desarrollo de procesos industriales, que el ingeniero químico que no se meta en asuntos de economía, que el sociólogo que no se meta a opinar sobre sistemas de generación eléctrica; que una carretera divida la competencia territorial de dos autoridades ambientales y, peor, cuando estas autoridades difieren divergen en cuanto a sus objetivos y el concepto que tengan del desarrollo sostenible. En fin un cadena de paradigmas dañinos por su interés fragmentador de realidades integradas.

Lo razonable es que la percepción ambiental deba sustentarse sobre una metodología integral, ya que da alternativas de análisis y sectoriza armónicamente los componentes de más peso, lo cual facilita la flexibilización y la ponderación de los estos componentes cuando traten de armonizarse hacia diagnósticos y planteamiento de soluciones. Además, permite incorporar aportes de actores con diferentes prioridades y vivencias políticas y ambientales que facilitan la conciliación de intereses y la continuación del aprendizaje ambiental, mediante la incorporación holística de sus componentes y sus sinergias.

Lo deseable es que se nos induzca a repensar el medio ambiente como una integración de elementos como naturaleza, recursos, medios de vida, biosfera, cultura,  idiosincrasia, valores humanos, religión y folclor, entre otros, y que todos y sus sinergias deben incluirse en la percepción ambiental.

La percepción determinante a la hora de elaborar conceptos sobre las realidades, debe prever que es un proceso de aproximación contextualizada a un entorno sociocultural, geográfico y político, basado en principios éticos y morales de convivencia y equidad. Que el componente consensual no implica deponer reivindicaciones y objetivos sociales de mejoramiento de calidad de vida y que las estrategias para lograr estos cambios deben prever los intereses mezquinos de la onda globalizadora y sentar criterios de concesiones, cuya flexibilidad no termine por eliminar objetivos y metas ambientales.

La propuesta de una educación ambiental moderna debe apuntar a un proceso colectivo de abordar la relación con el medio ambiente como una alternativa de vida, de un nuevo orden cultural que dé cabida a la participación comunitaria, a equidad social, a explorar nuevas relaciones económicas que alerten sobre la necesidad de retomar el concepto de explotación ambiental como una oportunidad de mejorar calidad de vida, de revalorar los intangibles, de desmonetizar la explotación de los recursos ambientales y dignificar la vida humana con retribuciones y compensaciones de respeto hacia la fuente limitada de los recursos ambientales no renovables