En esta era de la globalización neoliberal la crisis no podía ser sino una global, crisis económica, de cuidados, ecológica, social y moral, que exacerba todas las desigualdades y relaciones de poder y expulsa a mujeres a la precariedad, a los márgenes, a la negación de los cuerpos, a la expulsión de la ciudadanía. De […]
En esta era de la globalización neoliberal la crisis no podía ser sino una global, crisis económica, de cuidados, ecológica, social y moral, que exacerba todas las desigualdades y relaciones de poder y expulsa a mujeres a la precariedad, a los márgenes, a la negación de los cuerpos, a la expulsión de la ciudadanía.
De nuevo la salida a la crisis se aborda situando en el centro la garantía del máximo beneficio para los bancos y multinacionales, en lugar de la atención a las necesidades de las personas. Se intenta mantener a toda costa las bases del viejo modelo, con inversiones en sectores en crisis o poco sostenibles, mientras se olvidan, cuando no se privatizan, los servicios e infraestructuras sociales.
Sobre las mujeres se proyecta la imagen de un sistema igualitario con pequeñas disfunciones bien por falta de representación en las instancias del poder institucional, bien por manifestaciones de una violencia que se considera como desajuste del sistema. Pero lejos de esa imagen existe una realidad marcada por los efectos de viejas y nuevas exclusiones: las mujeres inmigrantes, las mujeres cuyas condiciones de trabajo asalariado se precarizan, las trabajadoras del sexo, las que no encuentran un trabajo asalariado, las que cuidan y son cuidadas en situaciones límite, las empleadas de hogar, las que tendrán que abortar con inseguridad, las que están excluidas de los recursos que contempla la ley de violencia de género.
Los días 5, 6 y 7 de diciembre, nos reunimos en Granada más de 3.000 mujeres en las Jornadas convocadas por la Coordinadora estatal de Organizaciones Feministas. De todo ello se habló, y se manifestó la diversidad de realidades y situaciones que vivimos las mujeres, las distintas formas en que la subordinación y discriminación se manifiestan y se cruzan con otros ejes de discriminación. Allí reivindicamos un feminismo que se reclama antipatriarcal, anticapitalista, antirracista y antiheterosexista. En ello estamos.