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República

Fuentes: Rebelión

Soy hija de padres republicanos, un título que he mantenido con orgullo durante toda la vida, consciente de que su actitud frente a derrota y la dictadura, pero también a la esperada democracia fue para mí el fundamento de mis propias ideas republicanas. Frente a la versión franquista de una República portadora del caos, de […]

Soy hija de padres republicanos, un título que he mantenido con orgullo durante toda la vida, consciente de que su actitud frente a derrota y la dictadura, pero también a la esperada democracia fue para mí el fundamento de mis propias ideas republicanas.

Frente a la versión franquista de una República portadora del caos, de la indignidad y del asesinato, mi padre defendió siempre que, por el contrario, la Segunda República, aun habiendo tenido que luchar contra el capital y la Iglesia, había sido el primer y tal vez el único intento hasta entonces de procurar al pueblo español la dignidad, la libertad y los derechos fundamentales, y sacarlo de la sumisión y el oscurantismo en los que había vivido durante toda su Historia.

Por esto, cuando los aliados en la Segunda Guerra Mundial reconocieron el régimen de los sediciosos, sintió una profunda decepción, y a partir de aquel momento centró su esperanza en la muerte del dictador.

Pero cuando el dictador murió y comprobó con estupor que el camino elegido hacia la democracia dejaba en vía muerta el iniciado por la República Española, se encerró para siempre en sí mismo y en el silencio, y al cabo de cinco años murió.

Que mis palabras, como lo son cada 14 de abril, cada vez que me doy cuenta que en muchos campos todavía no hemos alcanzado la eficacia y la responsabilidad políticas de aquellos cinco años, incluso cada vez que en una manifestación veo ondear una bandera republicana, sean esta noche un homenaje a todos los hombres y mujeres que como él, mantuvieron, o todavía mantienen, viva la esperanza de recuperar la República, a todos los que para conseguirlo dedicaron la vida entera a la lucha y al sacrificio, y a los que murieron sin comprender de qué había servido tanta lealtad política, tanta fidelidad a la legalidad democrática, tanta honestidad y tanto dolor.