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Residuos y modelo productivo

Fuentes: Revista La Educación en nuestras manos

Cada una de las fases del proceso productivo de cualquier mercancía (extracción, transporte, elaboración, distribución, utilización y consumo) genera materiales residuales (sólidos, líquidos y gaseosos). El sistema productivo dominante genera más cantidad de basura que de bienes de uso y consumo. En los países desarrollados, por cada tonelada de residuos generados en los procesos de uso y consumo, previamente se han producido 5 toneladas de desperdicios en su fabricación y 20 toneladas de desechos en la extracción de las materias primas.

Libertad de mercado y prácticas de devastación

En la economía de mercado, los que allí participan (productores-consumidores, vendedores-compradores) tienen la total libertad de tomar decisiones; se supone que sólo a ellos afectan esas decisiones. Pero toda actividad económica afecta a terceros. Los impactos ambientales de una economía centrada en el consumo desenfrenado significan un coste -económico, cultural, en condiciones de vida, en salud, etc- al que el conjunto de la sociedad tiene que hacer frente, incluidos los que están fuera del circuito de consumo.

De igual manera sucede a nivel de países. El consumo de los «desarrollados» conlleva una serie de impactos ambientales en los países de origen de los bienes que consumen: deforestación, insalubridad de las aguas, extinción de especies, contaminación por industrias deslocalizadas desde el Norte, sustitución de paisaje por monocultivos, desplazamiento de comunidades por la construcción de infraestructuras como represas para generar energía, etc.
La minería de oro, a cielo abierto, es un ejemplo de las devastadoras prácticas de extracción que alimentan el consumo suntuario: detrás de las cifras que valoran la «riqueza» producida se esconden montañas de residuos mineros contaminados con mercurio e inmensas cantidades de lodos tóxicos arrojados a los ríos, que dejan regiones enteras envenenadas. Un anillo de oro de 5 gramos implica 2.000 kilogramos de materiales movilizados y una no cuantificable magnitud de sufrimiento humano que incluye condiciones de trabajo inseguras e insalubres y, en muchos casos, trabajo infantil casi esclavizado.

Impacto ambiental y deterioro social

El concepto de mochila ecológica da cuenta de la cantidad de materiales que intervienen en el ciclo vital de un producto y que quedan como residuos. Así, por ejemplo, una bandeja de madera de kilo y medio de peso tiene una mochila ecológica de más de dos kilos, esto es, los materiales necesarios para su fabricación superan los dos kilos. Pero una bandeja de cobre que presta los mismos servicios tiene una mochila de 500 kilos, contabilizando el mineral explotado, el agua consumida y contaminada y los movimientos de materiales en la cadena de transporte. Se ve cómo las opciones de producción y consumo que desembocarán en cada una de las bandejas tienen impactos ambientales diferentes.

La dimensión de los impactos queda ejemplificada en que los 3.000 millones de toneladas de carbón que se queman cada año tienen una «mochila» de 15.000 millones de toneladas de agua y escombros, a los que se suman los millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono que se generan en el proceso de combustión.

El concepto de mochila ecológica, sin embargo, es limitado en cuanto se refiere solamente al flujo de energía y materiales. En las opciones de producción y consumo es necesario incluir también el impacto social y cultural:

• la condiciones de explotación a que están sometidos los trabajadores que intervienen en los procesos;
• el deterioro de la calidad de vida de las comunidades que habitan los lugares de extracción y producción;
• la desaparición entera de grupos humanos y culturas;
• las pérdidas irreversibles para las generaciones futuras.

Responsabilidades y responsables

El cada vez más inocultable deterioro en la vida del planeta provocado por el actual sistema de producción y consumo, ha llevado a sus responsables a difundir discursos con apariencia «ecologista» que tienen por objetivo desviar la atención de las verdaderas causas de la situación. Así, los conflictos ambientales son presentados como originados en las conductas «consumistas» de los seres humanos y la íntima vinculación de los residuos con un modelo productivo irracional e injusto queda oculta tras la cuestión del vecino que saca la basura fuera del horario. Las soluciones se circunscriben al «consumo responsable».

Efectivamente todos tenemos responsabilidad en esta situación, pero no todas las responsabilidades son iguales.

Hay responsabilidad de los que consumimos pero, sobre todo, está la responsabilidad de los que son propietarios de los medios para producir y toman las decisiones sobre lo que se va a producir, en qué condiciones y con qué consecuencias.

No es lo mismo la responsabilidad de los 500 individuos que, según la ONU, son los más ricos del mundo, de la que puedan tener los 416 millones más pobres cuyos ingresos totales no alcanzan a los de aquellos.
Es necesario reconocer el papel que tiene en la crisis ambiental el desmesurado desarrollo de las ciudades, que ocupando sólo un 2% del total del suelo del planeta albergan un 50% de la población mundial, consumen el 75% de sus recursos y generan el 75% de los residuos. Pero junto con esto hay que ubicar las aterradoras cifras de la desigualdad que este modelo de producción genera, donde el 20% de la población mundial, correspondiente a los países más industrializados y a las élites de los países pobres, consumen el 80% de los recursos del planeta, y donde 2.500 millones de personas (el 40% de la población mundial) viven con menos de dos dólares al día y obtienen tan sólo el 5% del ingreso mundial.

La verdadera responsabilidad es avanzar colectivamente en una nueva racionalidad productiva que reconstruya el proceso económico a partir de una valoración social del uso de los recursos ambientales y de la capacidad transformadora y dignificante del trabajo humano.

Fuentes
Domínguez, José A. «Conceptos en torno a la sostenibilidad». En www.aragonesasi.com
Garrido García, Francisco J. «Guía Básica de conocimiento sobre medio ambiente» . Instituto de Estudios políticos para América Latina y Africa.. En www.observatorio.medioambiente.gloobal.net
Leff, Enrique. «Saber Ambiental: Sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder». Siglo XXI. México, 1998.
Martínez Alier, Joan. «El ecologismo de los pobres». Icaria. FLACSO. 2004.
«El ecourbanismo. Estudio del ordenamiento y de las relaciones sostenibles de las ciudades y el medio en el cual se asientan, hacia la ciudad sostenible». En www.eco-gel.com
Riechmann, Jorge. «Sobre la importancia de lo invisible». En www.istas.ccoo.es

Fecha de Publicación: 04 de de 2007

http://www.suteba.org.ar/index.php?r=2947