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Tomado del libro "Cuba es una isla"

Respuesta cubana a la Ley Helms-Burton

Fuentes: Rebelión

Los cubanos replicaron en dos tiempos mediante la adopción de dos leyes. La primera (Ley 80 de diciembre de 1996, o Ley de la Reafirmación de la Dignidad y de la Soberanía Cubana) constituye la primera réplica cubana a la Ley Helms-Burton. Entre los numerosos considerandos de esta ley, se encuentra: «El pueblo cubano nunca […]

Los cubanos replicaron en dos tiempos mediante la adopción de dos leyes. La primera (Ley 80 de diciembre de 1996, o Ley de la Reafirmación de la Dignidad y de la Soberanía Cubana) constituye la primera réplica cubana a la Ley Helms-Burton. Entre los numerosos considerandos de esta ley, se encuentra: «El pueblo cubano nunca permitirá que el destino de su país sea regido por leyes dictadas por una potencia extranjera». La Ley 80 declara que la Ley Helms-Burton es desigual, inaplicable y sin valor jurídico. «Se declara ilegal toda forma de colaboración, directa o indirecta, destinada a favorecer la aplicación de la Ley Helms-Burton.» La Ley precisa también cuáles son los tipos de acción considerados como ilegales: brindar una información que favorecerá la aplicación de la Ley Helms-Burton y difundir propaganda a su favor, etc.

La Ley Helms-Burton hace referencia frecuentemente a los «bienes usurpados » por la Revolución Cubana. Los cubanos hablan de expropiaciones, y estas últimas no conciernen sólo a los bienes de origen estadounidense. Pero si los bienes de otro origen, que no es estadounidense, han sido correctamente indemnizados por el nuevo poder cubano, las expropiaciones de los bienes estadounidenses no han podido ser indemnizadas nunca por una razón muy simple: los Estados Unidos no lo han permitido. En efecto, el Gobierno cubano había previsto el financiamiento de la indemnización de los bienes estadounidenses mediante la venta de las cuotas azucareras previstas a los Estados Unidos, pero estos últimos suspendieron esas cuotas. Además, a principios de los años 60, el mismo Tribunal Supremo de los Estados Unidos reconoció la legalidad de las expropiaciones efectuadas en Cuba. Pero el embargo de los Estados Unidos y el arsenal jurídico anticubano posteriormente hicieron toda indemnización técnicamente imposible. Dicho esto, la Ley 80 precisa que el derecho a la indemnización se perdió para aquel o aquella que utilice la Ley Helms-Burton para intentar obtener una compensación por la pérdida de sus bienes.

Pero al no lograr los Estados Unidos resultados tangibles, vía presiones económicas y actos de terrorismo recurrentes, es urgente la constitución de una fuerza anticubana en la isla. Como en Nicaragua en los años 80, se trata de crear una fuerza que pueda aparentar ser una «oposición democrática » y que sólo se utilizaría durante una transición antes de que los autoproclamados dueños tomen el verdadero poder.

Esta tarea es similar a la que le fue confiada a John D. Negroponte, embajador en Honduras en su época, contra Nicaragua. John D. Negroponte, acusado por las organizaciones humanitarias de complicidad con los escuadrones de la muerte que actuaron en Honduras durante su reinado, se convirtió entretanto – gracias a los atentados del 11 de septiembre – en embajador de los Estados Unidos en la ONU. Fue nombrado en abril del 2004 embajador en Iraq, para reemplazar a Paul Bremen, y llevar una política como él sabe llevarla, con escuadrones de la muerte, contra la resistencia iraquí, que asegurara la reelección de G. W. Bush. Cuando decimos que la Mafia nunca estuvo lejos…

En lo referente a Cuba, la tarea será confiada a un amigo de Otto Reich y de Negroponte. Acólito desde siempre de sus bajezas en América Central, he aquí a James Cason.

LA PRIMAVERA DEL 2003 Y EL VERDADERO PAPEL DE EUROPA
Entonces, no es por casualidad que en marzo del 2003 la actualidad de Cuba parece acelerarse. En el jaleo de los preparativos de la guerra estadounidense contra Iraq, los medios de prensa occidentales anuncian dos noticias que parecen consecutivas: el arresto de 70 «disidentes», así como la condena a muerte de tres piratas marítimos. El periódico francés Le Monde hablará sobre «el fin de la primavera cubana». No recordamos que Le Monde haya anunciado la llegada de esta primavera que parece súbitamente lamentar tanto.

La campaña mediática contra Cuba que siguió posteriormente fue de una violencia extraordinaria. La palabra, como siempre, fue dada exclusivamente a las figuras locales de la «disidencia» cubana y sus aliados.

Las autoridades cubanas habían previsto estas situaciones. Pero después de haber sopesado el pro y el contra, decidieron tomar las medidas que parecían imponerse. ¿Cuál era entonces el peligro que pesaba sobre la isla para que el régimen cubano se comprometiera con acciones que sabía por anticipado que se volverían en su contra? Según los medios de prensa occidentales, esto no era más que el agonizante comunismo que «aprovechaba » la Guerra del Golfo para hacer un poco de limpieza en las filas de la oposición. Es con este tipo de análisis que se escribe un artículo publicable en la prensa. Pero la realidad es que semejante análisis es falso. ¿Entonces, cómo describir la primavera del 2003 en Cuba?

Vistos desde Washington, la guerra contra Iraq, y su «éxito» aparente, ofrece a los ojos de algunos una excelente cobertura para poner a Cuba en el punto de mira. El 11 de abril del 2003 Jeb Bush, el Gobernador de Florida y hermano del Presidente declaraba: «Después del éxito (sic) de la guerra en Iraq, nuestro país debe tornar su mirada hacia su vecindario, es decir, hacia el régimen de Castro». Por otra parte Miami es la única ciudad en el mundo dónde se ha hecho una manifestación a favor de la guerra contra Iraq y donde las pancartas clamaban sin ambigüedad: «Hoy Iraq, mañana Cuba».

Visto desde La Habana, y especialmente desde las embajadas europeas, entre ellas la de Francia, el análisis de los sucesos de la primavera del 2003 es un poco diferente.

En septiembre del 2002, la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, que actúa como Embajada después de la ruptura de las relaciones diplomáticas entre los dos países, cambia de representante. El antiguo representante «Vicky», como se le llama familiarmente en La Habana según la costumbre cubana de sólo utilizar los nombres -incluso en el caso del Jefe del Estado- ya no tiene el suficiente espíritu combativo para llevar a cabo una nueva operación que se prepara. Mientras el toma el avión hacia su nuevo destino en Mali, arriba el nuevo representante de los Estados Unidos en Cuba. El susodicho James Cason.

La mayor parte de los embajadores europeos en La Habana recuerdan todavía su primer encuentro con el nuevo representante de Estados Unidos. En el transcurso de una comida, James Cason les explica, apoyándose en un gesto de boxeador, que él ha venido a poner KO a Fidel Castro. Un embajador desconcertado protesta ante lo que es necesario llamar justamente una injerencia incompatible con la función de diplomático. La señora – ni siquiera el señor – Cason se gira hacia el embajador y lo amenaza: «Me habían prevenido de que aquí había agentes del régimen. Su Gobierno será advertido». Cierto, los estadounidenses hablan como amos y los embajadores saben que pertenecen al mismo bando, pero esta ausencia de compostura les choca. Sin embargo la señal está dada y todo el mundo comprende que Cason no ha venido a Cuba para andarse con protocolos.

A los ojos de la administración estadounidense, todas las opciones para derrocar el régimen han estado siempre abiertas: desde la agresión militar directa hasta la constitución ex nihilo de una sociedad civil que supuestamente representa a una oposición democrática llamada a servir de relevo para el retorno del control de la isla a los Estados Unidos. La primavera del 2003 verá la implementación de estas dos opciones. James Cason es el encargado, desde el 2002, de preparar el terreno.

Contrariamente a los usos y costumbres, a los acuerdos de Viena, James Cason, de representante de los Estados Unidos deviene rápidamente en embajador itinerante stricto sensu. Recorre la isla a todo lo largo y ancho para distribuir, a la vista y con conocimiento de todos, dinero, receptores de radio (con la intención de ofrecer a los cubanos la oportunidad de informarse a través de los medios de prensa libres) material de impresión… Ostensiblemente recibe cubanos en la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana. Algunos son portadores de un pase válido 24/24 horas que les da libre acceso a los locales de la representación estadounidense. James Cason distribuye dinero y les da órdenes. Por otra parte los acuerdos migratorios entre Cuba y los Estados Unidos prevén el otorgamiento de por lo menos 20.000 visados de inmigración anuales a los cubanos, pero James Cason se las arregla para sólo dar un millar y espera así hacer bullir un poco más la olla, y posiblemente incluso provocar un incidente diplomático entre Cuba y Estados Unidos.

Las protestas del Gobierno cubano ante estas conductas «poco diplomáticas » reciben como respuesta de rigor la de no recibidas por parte de los Estados Unidos. Pero el régimen cubano, que conoce muy bien a su adversario, ya ha puesto a sus hombres a vigilar toda esta agitación.Durante este tiempo, la guerra de Iraq se perfila. La administración Bush no tiene la intención de perder demasiado tiempo en una expedición que se anuncia ya como una «guerra relámpago» contra un país agotado por años de embargo y cuyo arsenal de armas de destrucción masiva, así como sus supuestas relaciones con Al Qaeda, son tan notorias como la buena fe del Gobierno estadounidense… Por otra parte, en el patio trasero de los Estados Unidos, América Latina, se acumulan otros problemas que ponen nerviosos a los dirigentes estadounidenses. Entre ellos, la resistencia inesperada en el continente latinoamericano al tratado del ALCA (zona de libre intercambio de las Américas), tratado destinado a desestabilizar el conjunto de mercados y abrirlos a las mercancías, y provecho, norteamericanos.

A principios del año 2003, la acción de James Cason parece arrojar algunos resultados: en el espacio de algunas semanas ocurren diecinueve desvíos de aviones y embarcaciones. Las autoridades cubanas logran hacer fracasar la mayor parte de estas acciones, pero el plan puesto en marcha parece claro: es necesario demostrar que Cuba no controla ya su espacio aéreo, ni el marítimo. ¿Por qué? Ciertamente no para «demostrar» una incapacidad de las autoridades para controlar su territorio, pues la retórica y las amenazas estadounidenses se hacen cada vez más precisas.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos establece cada año una lista de países «oficialmente» calificados (por el Departamento de Estado) como países «terroristas». En ella Cuba ocupa un lugar destacado, aunque ese país haya sido víctima de la mayor campaña de terrorismo jamás perpetrada contra un país, y fomentada por los mismos que la acusan de terrorismo. Los motivos invocados por el Departamento de Estado para poner a Cuba en la lista son, como todos los motivos invocados por este Departamento de Estado, un tanto inconsistentes. Poco importa, el Departamento de Estado de los Estados Unidos no necesita base alguna para emitir estas acusaciones, le es suficiente formularlas para que sean repetidas a coro por los medios de prensa occidentales. Antes de que sonara el primer disparo en Iraq, la administración Bush parecía tener en mente a Cuba. «Los Estados que recurren al terrorismo y a las armas de destrucción masiva deben ser detenidos», declara John Bolton, Subsecretario de Estado para el Control de Armamentos y la Seguridad Nacional en el 2003. «Los Estados que renuncien al terrorismo y a las armas de destrucción masiva podrán unirse a nuestros esfuerzos. Pero los otros deben atenerse a verse convertidos en nuestro objetivo.» Bolton, Cason, Otto Reich, Noriega (protegido del senador Helms) forman parte del mismo equipo, el que alrededor del ex embajador de Honduras, Negroponte, implantó en combinación con Álvarez, el hombre fuerte del país, el escuadrón de la muerte conocido bajo el nombre de Batallón 316. Esta unidad, creada por Álvarez, que recibía un entrenamiento en técnicas de tortura brindada por los antiguos veteranos de la «guerra sucia» en Argentina y por la CIA (según una serie de artículos premiados con el Premio Pulitzer aparecidos en el periódico Baltimore Sun, que había investigado, entre otras cosas, el controvertido papel de Negroponte en Honduras) es altamente sospechoso de haber hecho «desaparecer» a más de 180 «subversivos» a principios de los años 80. En aquella época, todo hondureño opuesto al papel de base trasera atribuido a su país por el Presidente Reagan en su guerra contra los sandinistas era considerado «subversivo».

Bolton aborda la cuestión de las amenazas potenciales que Cuba podría representar cuando declara ante la Comisión Internacional de la Cámara de Representantes: «Creo que hay una gran probabilidad de que un programa de investigación y desarrollo de armas bacteorológicas sea llevado a cabo en Cuba. La administración piensa que Cuba representa siempre una amenaza terrorista y bacteriológica para los Estados Unidos». Como en el caso de Iraq y sus armas de destrucción masivas que nunca se encontraron, ningún elemento o información precisa fue presentada para apoyar estas afirmaciones. Para dejarlo bien claro, el Presidente Bush afirmó que quería «provocar el final pacífico» del régimen castrista. Para esto el presidente creó en el 2003 una comisión especial encargada de encontrar los medios para llegar justamente a este fin. La comisión debía rendir su primer informe el 1 de mayo del 2004.

Cuba es pues, un país «terrorista». La falta de control del espacio aéreo y marítimo de un país «terrorista» brinda un pretexto ideal para una «guerra preventiva». Y la retórica de las autoridades estadounidenses sigue de cerca la curva del número de «desvíos». A cada nuevo incidente, las alertas y amenazas por parte de los Estados Unidos se multiplican y se tornan más precisas. Hasta decir que Cuba representa ya, según las autoridades estadounidenses, «una amenaza para la seguridad nacional (de los Estados Unidos).

Abramos un paréntesis. En toda actividad humana, y particularmente en la política internacional, existe un lenguaje de iniciados hecho de frases insoslayables, de expresiones reservadas, de fórmulas consagradas. Así, un encuentro en la cumbre entre dos dirigentes que se desarrolla en un ambiente «franco» significa que se han tirado los platos por la cabeza. Que un gobierno se declare «preocupado» por la situación en un tercer país, esto significa en realidad que estima que sus propios intereses están en juego y que no va a tardar (si no lo ha hecho ya) en intervenir en los asuntos de dicho tercer país. La «amenaza de la seguridad nacional de los Estados Unidos» representa para los dirigentes políticos estadounidenses una especie de grito de guerra, o de reclutamiento, enviado a todos los miembros de esta clase. Significa el fin del recreo, de las disputas y el momento de cerrar filas. Previene a todos los iniciados del mundo entero de que «aquello va a arder» y que aquellos que tengan interés en hacerlo pueden todavía recoger sus bártulos. Ningún iniciado se encoge de hombros cuando un alto dirigente estadounidense pronuncia las palabras «amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos».

¿Ronald Reagan no había invocado una «amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos» hablando en los años 80 del minúsculo ejército nicaragüense? Según él, aquel ejército sólo se encontraba a «dos días de marcha de Texas». Ronald Reagan declara incluso un estado de alerta en los Estados del Sur de los Estados Unidos. Todo esto se prestaría a risa si no fuera por los 40.000 muertos que hubo posteriormente en Nicaragua por la guerra de baja intensidad que los Estados Unidos desarrollaron contra ese pequeño país -uno de los más pobres del mundo. El Tribunal Internacional de Justicia de La Haya acabó por condenar a los Estados Unidos por «terrorista», único país occidental en haberlo sido, pero nadie lo recuerda. Fíjense, es normal, nadie lo recuerda. Así pues, la «falta de control del espacio aéreo y marítimo» de un país calificado de «terrorista» representa, forzosamente, una «amenaza para la seguridad nacional». ¿De quién? De los Estados Unidos. Recordemos que en esa época, la intervención militar de los Estados Unidos en Iraq no debía ser más que un simple paseo y no debía durar más que unas simples semanas. A los ojos de los dirigentes de Estados Unidos, Iraq representa un botín de guerra suficientemente valioso para merecer no una, sino dos guerras. Pero en la mitología de la clase política estadounidense, Iraq no es nada comparado con Cuba. Cuba, la isla que ha visto desfilar a diez presidentes estadounidenses sin ceder. Que ha osado ser independiente en el patio trasero de los Estados Unidos. Cuba, que ha osado desafiar la supremacía del Imperio. Cuba, que no tiene más que 12 millones de habitantes. En fin, Cuba, que está a sólo 150 Km de La Florida… Y si París bien valía una misa, Cuba bien vale una «guerra preventiva». Sobre todo si ésta puede acompañarse de la «la protesta de algunos «disidentes» asalariados.

Resumamos, en el 2002 se implementa un escenario. Se prevé el calendario. En vísperas de las elecciones presidenciales del 2004: un paseo militar a Iraq seguido de una invasión preventiva a Cuba aseguraría una victoria para el llamado campo neoconservador, sobre todo en el Estado de Florida, al cual el Presidente George W. Bush debe ya su primera «elección «, por lo demás bastante dudosa. La operación está programada, James Cason es enviado a La Habana para organizar la provocación.

La respuesta firme de las autoridades cubanas, sus alertas, sus denuncias incesantes no tendrán, como es habitual, ningún eco en los medios de comunicación occidentales. Su dossier, sin duda fundamentado, no será jamás discutido o presentado en Francia, ni en otra parte, ni siquiera para contradecir su contenido.

En La Habana, el personal diplomático está aterrado por la versión de los hechos presentada en Francia. No solamente el personal francés, sino todo el personal de las embajadas europeas analiza la actitud de James Cason como una provocación a la que el Gobierno cubano está obligado a responder. Pero la conminación de los Estados Unidos a someterse a su estrategia, expresada con cierta brutalidad por la pareja Cason a los embajadores europeos radicados en La Habana, toma cuerpo.

Es así que el 14 de febrero del 2003 (el hecho nos ha sido informado por tres fuentes diferentes), en una reunión de embajadores europeos, el embajador de la Gran Bretaña propone a sus estupefactos colegas que sean invitados los «disidentes» a las celebraciones de las fiestas nacionales de los diferentes países europeos, al igual que el Gobierno cubano. Notemos ante todo que la fecha del 14 de febrero del 2003 se sitúa antes de los «sucesos» que se considera que ocasionaron la campaña de virtuosa indignación y las sanciones europeas. En ese momento todavía no hay tres penas de muerte pronunciadas en contra de terroristas, ni arrestos en el entorno de James Cason seguidos de procesos. Cinco embajadores de once protestaron, los de Austria, Bélgica, Francia, Grecia y Portugal. A la salida otros se unieron al coro de protestas, el de Alemania en particular. Para comprender el sobresalto de estos embajadores, es necesario darse cuenta de que así se produce una violación manifiesta de la Convención de Viena, que debe respetar el cuerpo diplomático en el extranjero. Esta proposición es tan incongruente como si la embajada de Cuba en París hubiera querido invitar para el 26 de Julio (fiesta nacional cubana), a título oficial y en igualdad de tratamiento, al Gobierno francés, al Presidente de la República y a los nacionalistas corsos, para destacar su apoyo a su lucha (97).

Notemos igualmente que si los «sucesos» todavía no han tenido lugar, el decorado ya está preparado: en los medios de comunicación franceses se invita ya a la izquierda francesa a romper con Fidel Castro como «respaldo» al periódico Le Monde , y ya está previsto un régimen de sanciones: de alguna manera es el castigo preventivo. El «libro» de Raffy sobre Fidel Castro (Castro el infiel) está ya en la imprenta.

Cuando se producen los acontecimientos del 5 de junio del 2003, en el contexto que hemos descrito, el Gobierno cubano conoce por la prensa las sanciones de Bruselas, y en particular la conminación hecha a los embajadores de invitar a los disidentes a sus fiestas nacionales. Se van celebrando las fiestas nacionales, y el escenario es siempre el mismo. Para el 14 de julio, ningún representante del Gobierno cubano se presenta en la embajada de Francia, y tampoco numerosos franceses, en particular aquellos instalados desde hace tiempo en Cuba y que desaprueban esta ofensa hecha al Gobierno cubano.

Desde el día siguiente el embajador francés queda «restricto», es decir, que no puede sobrepasar un perímetro restringido, no puede recibir a ningún funcionario y toda cooperación entre el Gobierno y la embajada queda suspendida.

Tras cada nueva fiesta nacional hay un nuevo restricto. En ese momento, en La Habana, se aburren en las embajadas, de ahí sin duda la favorable acogida dada a una petición de entrevista y la posibilidad de escapar a su obligada reserva, a condición de que esté garantizado el anonimato. En ese medio entonces tan cerrado, en todo el sentido del término, se ironiza sobre Polonia, que demostró demasiada eficacia; la fecha de su fiesta nacional la ponía al abrigo de la situación, pero entonces se inventó una fiesta nacional en octubre. El veredicto fue el mismo: «restricto». Si cosas así pasan en todas partes del mundo, como pasaron en Cuba, se comprende el malestar que desembocó en el mismo 2003 en una huelga del personal de las embajadas francesas. Cierto, éste se quejaba de la falta de medios financieros para garantizar la presencia francesa en el extranjero, pero cuando las carencias se refuerzan con la incoherencia de las misiones, incoherencia sobre la cual el personal es invitado a ser discreto, el descontento es completo. Pero no sólo es así en Francia. Numerosos embajadores europeos están desorientados. Los más vinculados con la construcción europea denuncian el papel de la España de Aznar y de Polonia, de los cuales afirmaban que cumplían una misión encargada por los Estados Unidos, la de impedir la construcción de una Europa independiente. Pero la razón fundamental de este alineamiento de Europa con los Estados Unidos es que ambos, quiérase o no, están en el mismo bando.
En poco tiempo los embajadores, que no eran precisamente personas que sientieran una inclinación irresistible por el socialismo de Castro, tuvieron que sufrir las provocaciones del señor Cason y después una invitación a violar la Convención de Viena. Por añadidura, los embajadores descubren con estupefacción que las sanciones fueron tomadas en Bruselas con precipitación. En vísperas de un largo fin de semana, los miembros de la Comisión fueron invitados a expresar su oposición antes del final del mismo, de lo contrario su silencio sería considerado como una aprobación. Pero, sin duda, lo que más indigna a los embajadores es que se dice que las sanciones fueron consideradas dedido a la petición unánime de los embajadores europeos de La Habana.

Los críticos, aquellos que Cason y su esposa consideran como «agentes» del régimen, comienzan a ser sancionados. Aprovechando un conflicto interno en la embajada de Francia, el embajador Jean Levy es llamado a París. No le dan ningún puesto en el extranjero. Es lo que se llama «guardarlo en el armario». Para mayor seguridad se le reemplaza por la esposa de un funcionario norteamericano. El embajador de Portugal, como Vicky, es enviado a África.

La opinión sobre la actitud del Gobierno francés fue unánime en las cancillerías occidentales en La Habana: Francia busca hacerse perdonar su postura respecto a Iraq, sin duda para obtener algunas migajas del pillaje.

No hay dudas tampoco sobre la conminación de los ambientes franceses de los grandes negocios. Todo este bello mundo un poco trastornado recuerda que pertenece al mismo bando y se reconcilia a costa de Cuba.

No se puede comprender nada de lo que sucedió en Cuba en la primavera del 2003 si no se colocan los acontecimientos en la guerra económica, política, ideológica, bajo la cobertura de la defensa de los Derechos Humanos y contra el terrorismo que sostienen desde hace más de cuarenta años los Estados Unidos contra Cuba. Armado el dispositivo, y singularmente después de la llegada al poder de Aznar, Europa y Francia están encargadas de cubrir el aspecto «ideológico».

Los cubanos conocen muy bien a su adversario y saben de lo que son capaces: el seguimiento de esta situación desde hace más de cuarenta años los hace conocerlos muy bien. Por otra parte ellos tienen un principio general: no se transige con la soberanía nacional. Así es que cuando los cubanos decidieron en la primavera del 2003 responder con determinación a las provocaciones de James Cason, es porque estimaban que el peligro lo exigía y que la soberanía nacional estaba amenazada. A propósito de los acontecimientos que sucedieron en la primavera del 2003, muchos amigos de Cuba se inquietaron, preguntándose: ¿no se trataría de un error que haría girarse a la opinión pública contra Cuba?
Gentes de las que no se puede sospechar la menor indulgencia respecto al imperialismo norteamericano se manifestaron en contra de la pena de muerte. ¿Era necesario llegar a esto? Como respuesta a esta pregunta un miembro del Comité Central cubano nos respondió con el análisis siguiente: «James Cason tenía orden de actuar de esta forma para ser expulsado.. Nunca se debe hacer lo que quiere el enemigo. Nosotros tuvimos que detener definitivamente los desvíos ejecutando a los que cogían rehenes. Teníamos que aislar a James Cason, golpear su entorno, sus contactos. Sabíamos lo que nos esperaba, la campaña que iba a desatarse. Fue necesario descubrir la identidad de nuestros agentes, ¡claro! Y aún queda mucho. Nosotros sopesamos los inconvenientes, pero el riesgo era demasiado grande, ¡era necesario actuar!»
El hecho es que en este primer round, la administración norteamericana parece haber comprendido el mensaje: en junio del 2003, por primera vez, un tribunal de La Florida condena a dos piratas del aire cubanos. Es la primera vez en 45 años. En julio del 2003, los autores de un desvío de un barco con toma de rehenes son reenviados a Cuba con el propio barco.
Se trata de una primera vez. Hasta el momento los barcos y aviones secuestrados habían sido vendidos en subastas (una vez más en violación flagrante del derecho internacional sobre actos de piratería). En abril del 2004, un juez de Florida va finalmente a condenar a estos piratas a largas penas de prisión (después de que el jurado los declarara culpables): es la segunda vez.

En Cuba, James Cason, restricto en un perímetro restringido como un vulgar embajador europeo, se aburre esperando. No fue devuelto. No hubo ruptura oficial. Cierto, los Estados Unidos, enredados en Iraq, no desean abrir un nuevo frente y por el momento hablan de un ALCA más «suave», de acuerdos bilaterales con los diversos gobiernos de América Latina para aislar más a los contestatarios del continente.

Pero los Estados Unidos saben bien que no tienen el menor pretexto para invadir Cuba. La Administración norteamericana comprendió rápidamente que la maniobra fracasó. A pesar de los gritos de algunos pseudo defensores de los Derechos Humanos que tienen acceso a la prensa parisina, a pesar de la campaña masiva de esta última, no hay justificación alguna para una invasión. No hubo ruptura de las magras relaciones existentes entre Cuba y los Estados Unidos. Ya no había «peligro por la seguridad nacional de los Estados Unidos» a causa de la incapacidad de un gobierno «terrorista» para controlar su espacio aéreo y marítimo. Ya no había razón para que el Gobierno de Bush tomara medidas «enérgicas» para «proteger a los conciudadanos de los riesgos terroristas». No había pues pretexto para una «guerra preventiva».

EUROPA: SIEMPRE MÁS ABAJO, SIEMPRE MÁS FUERTE…
En abril del 2004, el Departamento de Estado redacta un texto de condena a Cuba por violación de los derechos humanos que hace presentar a Honduras a cambio de algunas contrapartidas financieras. De esa misma forma consiguió el apoyo de algunos países de América Latina, el de los países europeos, y sus aliados de la coalición contra Iraq, en particular Australia. El texto fue votado con 21 votos a favor y 20 en contra. Entre los miembros de la delegación de Estados Unidos se encuentra un terrorista famoso.

A su vez, Cuba propuso una moción para que se condenara la violación de los derechos humanos en Guantánamo, esta zona sin derecho en la que los Estados Unidos tortura y retiene a individuos de origen extranjero sin la menor base para una acusación. Golpe de teatro: los cubanos retiran del voto la moción. Enseguida la prensa, Le Monde a la cabeza, afirma que Cuba ha retirado su propuesta sobre la violación de los derechos humanos en la base de Guantánamo. He aquí la información sobre la conferencia de prensa ofrecida por Felipe Pérez Roque, Ministro de Relaciones Exteriores. El Canciller cubano afirmó en La Habana que Cuba presentaría el problema del campo de concentración que los Estados Unidos han creado en la base de Guantánamo en todos los foros que juzgara apropiados. El Ministro señaló que no se trata del aplazamiento del voto de la propuesta de resolución sobre la «cuestión de las detenciones arbitrarias en la zona de la base naval de Guantánamo», presentada a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con el fin de impedir que los Estados Unidos bloqueen la discusión de este tema en este foro. Pérez Roque ha brindado informaciones sobre la decisión cubana «motivada, ha dicho, por el hecho de que hemos comprendido que los Estados Unidos habían logrado, por medio de presiones, chantajes y la complicidad de la UE y de otros países preparar una moción de no-acción. Nosotros hemos hecho fracasar la maniobra norteamericana». El Ministro ofreció a la prensa nacional y a los corresponsales extranjeros una información detallada sobre lo sucedido en Ginebra en las horas precedentes a la celebración de la discusión del proyecto.

El 21 de abril, dijo, los países de la UE han hecho llegar a Cuba un mensaje en el que admitían que se trataba de una cuestión importante que Cuba había tenido el valor de presentar oficialmente. Que la propuesta es indiscutible, impecable, pero que después de las consultas al más alto nivel, ellos habían decidido apoyar en bloque la moción de no-acción que sería presentada por los Estados Unidos, y que votarían contra la resolución si era sometida al voto.
El Ministro cubano repitió textualmente las palabras pronunciadas por el embajador de la UE que había transmitido esta decisión: «Sí, es una vergüenza, es la prueba de la hipocresía de nuestra política, pero el mundo en el que vivimos es así. El mundo contempla hoy con horror lo que sucede en Guantánamo, pero la UE no quiere votar a favor». Según el Embajador de la UE, Cuba debería pensárselo dos veces, pues si los Estados Unidos ganaran, utilizarían esta victoria para validar sus crímenes y horrores. «Todo esto – señaló Pérez Roque – nos fue dicho en privado. Nos comunicaron que sería un país de la UE quien presentaría la moción de no-acción en nombre de los países occidentales (especialmente la UE, Australia, Nueva Zelanda).» Haga un esfuerzo de imaginación… Guantánamo, la victoria robada de las guerras de independencia, la Enmienda Platt, la base norteamericana, símbolo de la dominación norteamericana hasta 1959, un lugar en que los Estados Unidos torturan con toda impunidad, y la pequeña isla que se defiende contra el estrangulamiento, contra una ley ilegal, inicua, sufre las sanciones de Europa decididas de antemano y la misma Europa rechaza sancionar el horror de lo que sucede en la base. La prensa francesa en particular difunde mentiras, calumnias… Allá todavía, en el decorado del pasado, es necesario plantear los problemas del futuro, no sólo el del socialismo cubano, sino el de nuestra soberanía, la de nuestros pueblos de Europa subordinados, avasallados.

* * * *
(97) La misma operación se intentó con las embajadas de América Latina. Fue rechazada. Como por otra parte Lula, que fue en el otoño del 2003 a Cuba, rechazó aplazar su viaje y, más aún, hablarle de los Derechos Humanos a Fidel Castro, como había sido expresamente invitado a hacer.

* * * *
Tomado de «Cuba es una Isla», Danielle Bleitrach y Viktor Dedaj, con la colaboracion de Jacques-François Bonaldi,
Traducción de Maira Góngora
Edición francesa en Le Temps des Cerises, 2004 © Danielle Bleitrach y Viktor Dedaj
Edición espanola propiedad de Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo
ISBN: 84-96356-38-8
Depósito legal: B-31.111-2005

PREFACIO : ¿Cómo analizar Cuba?

INTRODUCCIÓN : Cuba fácil

PRIMERA PARTE : EL NECESARIO RODEO HISTÓRICO
– De la conquista española a las guerras de independencia
– La colonia de los EEUU y la lucha de clases

SEGUNDA PARTE : LA REVOLUCIÓN
– Chantaje, terrorismo y resistencia
– La revolución lucha en todos los frentes

TERCERA PARTE: NO LES GUSTA LA REVOLUCIÓN CUBANA
– Cuba hambrienta y estrangulada
– La recuperación cubana: mixta y con tensiones sociales
– La omerta y la disidencia
– ¿Hasta dónde pueda llegar la omerta?
– Y durante ese tiempo, una reestructuración azucarera
– ¿Existe una respuesta totalmente nueva a la crisis?
– La primera y la segunda fundación o Cuba es también una novela de ciencia-ficción…
– ¡Cuba y América Latina o el mal ejemplo dado a un continente «inquieto»!
Conclusión : Cuba es una isla