«A pesar de las incógnitas, por lo que ya sabemos, el reciente aumento de las lesiones cerebrales sufridas por varios diplomáticos estadounidenses puede haber sido causado no por ataques sónicos de los países anfitriones, sino por sus propios superiores en el Pentágono o por la CIA llevando a cabo algún tipo de programa clandestino para […]
«A pesar de las incógnitas, por lo que ya sabemos, el reciente aumento de las lesiones cerebrales sufridas por varios diplomáticos estadounidenses puede haber sido causado no por ataques sónicos de los países anfitriones, sino por sus propios superiores en el Pentágono o por la CIA llevando a cabo algún tipo de programa clandestino para crear superespías».
Tal es la revelación contenida en un estudio patrocinado por la Strategic Culture Foundation, un centro de estudios globales con sede en Rusia que ha investigado el trasfondo de los supuestos ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses, primero en Cuba y más recientemente en China.
El estudio concluye que la especulación de que agentes estatales cubanos y chinos podrían haber usado algún tipo de arma sónica contra diplomáticos estadounidenses cae más en el terreno de la fantasía y la ciencia ficción. Las autoridades de ambas naciones niegan la existencia de tal arma y cualquier actividad de este tipo en sus territorios. Los expertos estadounidenses que examinaron a sus diplomáticos evacuados de Cuba no encontraron explicación causal alguna.
Significativamente, sin embargo, el examen por médicos estadounidenses que estudiaron los casos cubanos reveló que todos los individuos pueden haber tenido una experiencia común relacionada con sus lesiones cerebrales.
Es evidente que, en vez de especular sobre la posibilidad de que una agencia extranjera pudiera haber provocado las dolencias de los funcionarios estadounidenses, que como es sabido cumplían tareas de espionaje bajo manto diplomático, debían haber centrado sus sospechas en su propio bando. Es decir, haber precisado si estos individuos habían sido sometidos a algún entrenamiento de alta tecnología dirigido por el Pentágono o la CIA.
Se ha sabido que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa del Pentágono (DARPA, por sus siglas en inglés) está investigando dispositivos de estimulación cerebral para mejorar grandemente la capacidad de aprendizaje de sus agentes.
El año pasado, DARPA reportó el uso exitoso de dispositivos transcraneales de Estimulación por Corriente Directa (TDCS) para incrementar las habilidades cognitivas en monos experimentales. Se reportó que los sujetos que recibieron tratamiento con tales dispositivos atados a la cabeza mostraron un aumento significativo del aprendizaje y la inteligencia en comparación con individuos que no recibieron el tratamiento. DARPA reportó un aumento del 40 % en la capacidad de aprendizaje entre los monos macacos sometidos al dispositivo de estimulación cerebral.
Según uno de los principales investigadores del programa: «En este experimento, apuntamos a la corteza prefrontal del cerebro con montajes de estimulación no invasiva individualizados. Esa región cerebral controla muchas funciones ejecutivas, incluyendo la toma de decisiones, el control cognitivo y la recuperación de la memoria contextual. Está conectado a casi todas las otras áreas corticales del cerebro, y estimularlo tiene efectos generalizados».
El aspecto positivo es que el Pentágono busca impulsar la inteligencia y el aprendizaje en humanos, algo que no es nada nuevo. Durante décadas, las agencias estadounidenses de inteligencia militar, así como Hollywood en sus películas de ciencia ficción, han acariciado la idea de aprovechar el cerebro humano y explotar los niveles cada vez mayores de su inteligencia.
Pero la búsqueda una inteligencia superior puede muy bien tener efectos secundarios perjudiciales imprevistos. Obsérvese que el investigador del Pentágono anteriormente citado dijo que la estimulación de la corteza prefrontal del cerebro podría tener «efectos de amplio alcance». Estos efectos, además de aumentar la inteligencia y habilidades de aprendizaje, podrían ser letales, dado que el área del cerebro objetivo del experimento es crucial para el control de las «funciones ejecutivas».
Se sabe que la CIA ha llevado a cabo programas de drogas e hipnosis como el famoso MK-ULTRA en las décadas de 1950 y 1960 cuyo objetivo era encontrar «superespías» y «superasesinos».
Se conoce que el Pentágono, en investigaciones recientes, ha estado utilizando dispositivos electrónicos de estimulación cerebral para mejorar el rendimiento cognitivo de los monos. Por tanto, es concebible que también haya llevado a cabo experimentos de investigación inéditos en seres humanos.
En ningún momento de la fase investigativa se han precisado datos acerca de las asignaciones de trabajo de los «diplomáticos» afectados en Cuba y China. Ni siquiera se conocen sus identidades.
Probablemente todos estaban involucrados en tareas de espionaje.
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