De nuevo la sala Fresa y Chocolate, del ICAIC, acogió el encuentro mensual de debate Último Jueves, organizado por la revista Temas. En esta ocasión, acerca de las diversas formas de propiedad y la organización de las relaciones sociales, en general, ofrecieron sus criterios Humberto Miranda, investigador del Instituto de Filosofía del CITMA; Nelson Valdés, […]
De nuevo la sala Fresa y Chocolate, del ICAIC, acogió el encuentro mensual de debate Último Jueves, organizado por la revista Temas. En esta ocasión, acerca de las diversas formas de propiedad y la organización de las relaciones sociales, en general, ofrecieron sus criterios Humberto Miranda, investigador del Instituto de Filosofía del CITMA; Nelson Valdés, sociólogo, profesor retirado de la Universidad de Nuevo México, EE.UU.; Nelia Aguado, de la Unión Nacional de Juristas de Cuba; Juan Triana, investigador, profesor del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La Habana; y Rafael Hernández, moderador del panel y director de la citada publicación.
Ante todo los especialistas explicaron a qué se refieren los conceptos de «estatal», «público», «cooperativo», «comunitario», «privado», «social». De inmediato salieron a la luz múltiples aristas polémicas. Según los panelistas, Cuba necesita diversificar sus maneras de producir y de administrar recursos y empresas; en el camino escasean los pétalos de rosas y abundan las espinas.
Como esos expertos y algunas personas del numeroso auditorio -entre ellas entendidos sociólogos y economistas- expresaron, el punto de partida es un marco jurídico estrecho, que no permite desarrollar legalmente las nuevas formas de organización de la producción y la propiedad. Quienes deben concebir y promulgar dichas leyes avanzan muy lentamente. Todavía no existe la legislación adecuada para implementar los Lineamientos que deben regir el presente y el futuro próximo de la Isla. «No podemos esperar años, pues nuestras empresas se están descapitalizando», reclamó uno de los asistentes.
De igual modo se reiteró que lo estatal influye en todos los tipos de organización de la producción y la propiedad imperantes en Cuba, al punto de tornarlos débiles y dependientes de las disposiciones del Gobierno central. Ello es evidente, incluso, en el caso de los diferentes tipos de cooperativas agropecuarias, carentes de verdadera autonomía y capacidad de decisión. A la par, los dirigentes de entidades estatales son cuadros del Partido o el Gobierno, responden a los intereses de esas instancias y muchas veces desconocen, o se ven impelidos a desconocer, las necesidades particulares de sus empresas. Tampoco las provincias y municipios poseen autoridad para decidir y actuar de acuerdo con lo más conveniente en sus territorios. Hay que descentralizar las decisiones -se dijo-, así las localidades pueden aprovechar mejor su capital humano, social y material.
Algunos asistentes alertaron sobre insuficiencias y ausencias en la Constitución de la República; sobre la contradicción entre lo planteado en ella y el permiso para emplear mano de obra asalariada, otorgado recientemente a los dueños de negocios particulares. La propiedad privada no debe crecer sin control, ni podemos olvidar la importancia de las formas colectivas de producción, manifestaron.
Otro punto álgido es la información. Los participantes en este encuentro plantearon que debe ser ágil, suficiente y transparente. El pueblo debe saber sobre qué base se toman las decisiones.
Más allá de esa breve sinopsis, vale abundar aquí -imposible transcribir las dos horas de debate- en algunas de las respuestas del panel a las interrogantes del moderador y el público.
¿Cuán válidos son en la Cuba de hoy y en el socialismo lo estatal, lo público, lo cooperativo, lo comunitario, lo privado?
Nelia Aguado: «No tenemos diferenciación entre propiedad pública y estatal, se consideran la misma cosa, aunque en la esfera del Derecho son supuestos diferentes. Nuestra Constitución solo reconoce la propiedad cooperativa agropecuaria; sin embargo, en el Código Civil se incluyen otras formas de propiedad cooperativa. Por ello, quizá habría que modificar la Constitución, aunque, dada la urgente necesidad de los cambios que se han venido introduciendo en cuanto a la propiedad, no era posible esperar por un proceso de modificación contitucional. No poseemos experiencia -aunque sí la hay de trabajo comunitario- de propiedad comunitaria. Aunque la Constitución la reconoce como diferente, en realidad, la propiedad de las organizaciones sociales y de masas también es estatal. Ni los municipios ni las provincias pueden hacer uso de la propiedad estatal o pública a su cargo, por lo que no se benefician directamente con el resultado de la explotación de los recursos económicos de sus territorios».
Juan Triana: «En esa pregunta hay una ausencia: no se nombra lo social. Desde la economía está claro el significado de lo estatal, lo privado, lo cooperativo, pero no de lo social. Además, lo primero es ponernos de acuerdo en cuanto a qué entendemos por socialismo. Apliqué una encuesta a mis estudiantes en el Instituto de Relaciones Internacionales y solo en tres presupuestos se pusieron de acuerdo los entrevistados, el resto fueron interpretaciones muy personales.»
«En el socialismo cubano que conozco, no en el que queremos, lo estatal funciona diferente a otros países: lo hace de modo directo, dirigido; y permea al resto de las formas de propiedad. Hasta lo privado se encuentra muy permeado por el funcionamiento de las empresas estatales, e inclusive copia su modo de funcionamiento».
¿Qué problemas concretos enfrenta Cuba, en relación con esas formas de propiedad?
Humberto Miranda: «El socialismo no llegó a Cuba sobre los tanques soviéticos, fue un camino propio y auténtico. Sin embargo, el único socialismo existente en aquel momento era el soviético: economía centralizada, propiedad estatal asumida como propiedad social y como única posible, con las mismas estructuras económicas y políticas de las otras naciones del bloque socialista. En ese ámbito se formaron nuestros cuadros más importantes; desde esa visión se tomaron las decisiones estratégicas del país, se habló de un solo modelo de socialismo; y se desconoció la diversidad de formas de producción, de asociación, la diversidad social en general».
Juan Triana: «Dificultades prácticas hay de todo tipo en la actualidad. Por ejemplo, la heladería Coppelia no es un medio fundamental de producción, así que, teóricamente, pudiera dejar de ser estatal. Pero eso traería una serie de problemas, porque Coppelia es un símbolo de la Revolución. Los cubanos no van a entender que se convierta en cooperativa o privada. Problemas económicos, ideológicos, sociales, de funcionamiento, se originan en los cambios de propiedad. Muchas personas piensan que las cooperativas son la solución de casi todo. ¡Pero hay que estudiar las cooperativas por dentro, las de Cuba y las del resto del mundo! Ninguna forma de propiedad está exenta de males».
Nelson Valdés: «Quiero hacer una precisión. En febrero de 1960, Anastas Mikoyan viene a Cuba y lo reciben todas las asociaciones de la alta burguesía cubana, allí se trató de desarrollar una dimensión económica que por supuesto a Washington no le gustó. La tendencia era en aquel momento hacia un capitalismo nacional, hacia la sustitución de importaciones, etc. Todo eso se derrumba en menos de cuatro semanas, por cosas que incluyen hasta la explosión de La Coubre. Los propios poderes que pudieron aparecer en la sociedad para demandar tipos alternativos de propiedad, solo podían crearse por procesos subjetivos y no por la realidad social de entonces. Menciono este aspecto histórico porque no fue una sencilla decisión del gobierno revolucionario de ‘copiar’ a otros. Condiciones históricas y concretas impusieron el modelo».
Nelia Aguado: «Entre los problemas fundamentales que ahora enfrentamos -cuando se está tratando de crear un marco jurídico viable que permita hacer cambios en determinadas esferas o manifestaciones de la propiedad y alterar un tanto la llamada propiedad estatal, aligerarla de ese peso tan grande que tiene en la vida institucional del país- la mayor traba que se ha presentado en lo jurídico-constitucional ha sido el marco tan estrecho en el que se han expresado las diferentes formas de propiedad; romperlo, incluso luchar contra determinados mecanismos mentales, ha sido un trabajo arduo».
¿Cómo se vincula la realidad cubana con el contexto internacional? Por ejemplo, el socialismo chino y el vietnamita prosperaron en condiciones de relaciones normales con los EE.UU., mientras nosotros tenemos que enfrentar la hostilidad del gobierno norteamericano.
Humberto Miranda: «El embargo, el bloqueo, no pueden ser resueltos por el Estado cubano, es un gran complejo de leyes cuya decisión está en manos de los EE.UU. Entonces los cambios en la Isla no pueden aguardar por eso, es necesario que busquemos alternativas. Hemos vivido y nos hemos arreglado por más de 50 años sin ‘normalidad’ con EE.UU., y estoy convencido de que podemos desarrollarnos económicamente sin tener que esperar por ellos».
Juan Triana: «¿Es posible implantar un orden económico a pesar de los EE.UU.? Pienso que sí. Hay que buscar la sostenibilidad de la Isla por sí misma, no depender de las decisiones de aquel gobierno. Para nosotros es importante tener una economía sólida que nos permita competir con el mundo de igual a igual y que la sociedad cubana pueda tocar los frutos concretos de ese desarrollo».
¿Qué hacer? ¿Se trata de cambiar la situación y hacerla compatible con un modelo socialista que responda a la idea básica de que la lógica social y no la estatal sea la predominante? ¿Resulta viable un sistema de propiedad social en un mundo donde impera la propiedad privada?
Humberto Miranda: «Venimos de una tradición de planificación, economía y, sobre todo, decisiones centralizadas; de lo que se trata es de empezar a descentralizar los niveles de decisión. En cada comunidad y espacio local se pueden generar formas de incluirse y de decidir sobre el presupuesto. En este país que hoy tenemos es posible establecer un proceso donde los gobiernos locales intervengan en la actividad económica. De manera tripartita, la entidad económica, el gobierno central y el local pueden trabajar en el control de las inversiones, la propiedad y la contratación de la fuerza de trabajo. Tomo de ejemplo a la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, que no es el dueño de los inmuebles del Centro Histórico, pero gestiona y decide sobre el quehacer del territorio».
Juan Triana: «Hay que utilizar todas las formas de propiedad que sean funcionales, posibles; no reniego de ninguna, ni de la estatal, la mayoría de las veces mal gestionada en Cuba, ni de las que pueden surgir de formas asociativas libres. Todas son válidas siempre que nos permitan crecer más de 3% anual y no haya que esperar 32 años para duplicar el producto interno bruto (PIB). ¿Resulta viable un sistema de propiedad social en un mundo donde predomina la propiedad privada? Pienso que sí, siempre que demuestre que puede competir con los retos impuestos por ese otro sistema. La práctica cotidiana ha demostrado que la forma en que lo estamos haciendo no es la correcta; construir el socialismo de la manera actual no nos lleva al desarrollo».
En un país como el nuestro el desarrollo tiene que estar pensado desde lo humano, no solo desde lo económico. ¿Cómo podemos, con estas nuevas formas de propiedad, no renunciar a la utopía socialista?
Juan Triana: «Desarrollar la economía no implica renunciar a lo humano en el proyecto de construcción socialista, pero no tenemos más alternativa que crecer económicamente. Tenemos que crecer y hacerlo con todos, y evidentemente todos no es el Estado solamente, aquí entran las cooperativas tradicionales y las nuevas cooperativas, los productores privados, etcétera».
Nelson Valdés: «Cuba genera dos tipos de capital muy importante: el humano y el social. Difícilmente muchas naciones poseen el nivel de relaciones sociales afectivas que han permitido que el país sobreviva, y esto debe tenerse en cuenta en las decisiones que se tomen. Opino que es necesario prestar más atención a las cooperativas y a las empresas mixtas».
Humberto Miranda: «La cooperativa no es lo que va a resolver los problemas económicos de la Isla, pero tampoco hay que demonizarla. La unidad nacional pasa hoy por entender la diversidad, no seguir pensando que solo existe una sola forma de producir y de vivir en Cuba. Los niveles de decisión de este país tienen que pasar a manos del pueblo y de la gente común».
Por su parte, Rafael Hernández aseveró en el colofón del encuentro: «Esta sociedad que tenemos, criticona, insatisfecha, que busca información, es posible conservarla y transformarla en una fuerza. Para lograrlo la disyuntiva no puede ser: ¿apoyar un modo estatal ineficiente o un modo privado eficiente? Hay más formas de organización de la producción que esa dicotomía. Y naturalmente, hay más de un modelo de desarrollo, que no debe confundirse con el simple crecimiento económico. Este Último Jueves ha servido para ubicarnos frente a esa diversidad».