El vicepresidente del gobierno que suprimió el impuesto sobre el patrimonio deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que va a establecer el impuesto sobre el patrimonio. El vicepresidente del gobierno que hizo el recorte de derechos sociales más grande de la democracia deja un […]
El vicepresidente del gobierno que suprimió el impuesto sobre el patrimonio deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que va a establecer el impuesto sobre el patrimonio.
El vicepresidente del gobierno que hizo el recorte de derechos sociales más grande de la democracia deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que lo suyo es «la igualdad de oportunidades».
El vicepresidente del gobierno que se puso de acuerdo con el Partido Popular para no cambiar una ley electoral que chirría con la democracia deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que va a cambiar la ley electoral para que haya más democracia.
El vicepresidente de un gobierno que ha reducido la carga fiscal de los bancos y del gran capital y que hizo oídos sordos cuando los propios inspectores del Banco de España denunciaban la irresponsable acumulación de riesgo de los bancos, o que ha votado en el parlamento varias veces contra la dación de pago, deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «habrá que pedirles a las cajas y a los bancos que den una parte de sus beneficios para la creación de empleo».
El vicepresidente de un gobierno que en cuanto comenzó la crisis renunció a todos los de por sí escasos avances en materia de igualdad de género (incluso lo que estaba obligado a realizar por mandato legal como el permiso de paternidad) y que liquidó el Ministerio de Igualdad deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que hay que acabar con «la intolerable brecha salarial entre las mujeres y los hombres» y que a él «le gusta el contrato a tiempo parcial, creo que debemos incentivarlo», cuando esa la forma con que se está procurando que las mujeres entren por la puerta de servicio en el mercado de trabajo..
El vicepresidente de un gobierno que no ha evitado que los salarios, y por tanto el poder adquisitivo de los trabajadores no hayan dejado de disminuir desde que tomó posesión, que va a regalar las cajas de ahorros al capital privado o que va a privatizar empresas públicas a bajo precio deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «tenemos que estar ahí para asegurarnos que los españoles no pierden ni un solo euro».
El vicepresidente de un gobierno que ha dejado que los especuladores apenas tributen manteniendo las SICAV o que el impuesto sobre la renta llegue hasta el 45% en el tipo de gravamen sobre las rentas del trabajo mientras mantiene uno tipo proporcional del 19-21% para las ganancias de capital en bolsa, intereses financieros, etc. deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «tenemos que defender a los que progresan con esfuerzo y no a los que lo hacen especulando y engañando».
El vicepresidente de un gobierno que acaba de votar hace unos días en el Congreso de los Diputados contra de la persecución contra las grandes fortunas y los paraísos fiscales, contra la necesidad de hacer público el listado de denunciados por delito fiscal, de aplicar un gravamen especial sobre movimientos de fondos con paraísos fiscales en la normativa del IRPF y del Impuesto sobre Sociedades o de prohibir a las entidades bancarias españolas tener filiales o sucursales en ellos, deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «es intolerable, es indecente, es absolutamente inmoral que el mundo viva con los paraísos fiscales» y que hay que acabar con ellos.
El vicepresidente de un gobierno que se puso de acuerdo con el Partido Popular para endurecer y dificultar la presentación de iniciativas populares o candidaturas no partidarias a las elecciones deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «no es razonable que los ciudadanos solo se pronuncien cada cuatro años».
El vicepresidente de un gobierno que cambió de la noche a la mañana en mayo de 2010 la política y sus principios de gestión sin consultar a sus votantes ni ofrecer resistencia alguna deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que esos principios «siempre los hemos mantenido».
El vicepresidente de un gobierno que ha dado miles de millones a la banca sin exigir el más mínimo control deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que «si el Estado pone dinero tiene que estar ahí para gestionar bien ese dinero, para asegurarse que va realmente para aquello para lo que se destina que es el saneamiento».
El vicepresidente de un gobierno cuyo presidente afirma que «bajar impuestos es de izquierdas» y cuyo ministro de economía Pedro Solbes afirmaba que su principal orgullo era «no haber aumentado el gasto público» deja un día el gobierno y al siguiente se presenta como candidato a presidente del gobierno diciendo que » no voy a acordar nada que debilite nuestro sistema de salud. Y nada es nada», sin explicar cómo piensa cuadrar ese círculo.
Y a l acabar este discurso del nuevo candidato, al presidente del gobierno que ha hecho todas esas cosas, José Luis Rodríguez Zapatero, le preguntan su opinión estas promesas totalmente contrarias a lo que él ha hecho, según ha dicho en varias ocasiones con plena convicción, y afirma que le parece «magnífico».
A mí me gustaría creer que Rubalcaba va a hacer todas esas cosas, que no llevará a cabo lo que hasta ahora ha realizado en el gobierno y que conducirá a España por la senda contraria a la que ha transcurrido cuando él ha sido vicepresidente. De verdad que me gustaría creerlo y creer también que para ello no se rendirá vergonzantemente y en silencio ante los poderes financieros, como ahora, sino que será valiente y que se enfrentará a ellos con dignidad y decisión.
De verdad que me gustaría creerlo, pero es que no puedo. No puedo creer que alguien pueda tener un cambio tan radical de opinión de un día para otro. O se engañaba a sí mismo estando en ese gobierno o nos está engañando ahora.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla y miembro del Comité Científico de ATTAC España. Su web personal: www.juantorreslopez.com
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