Más de 31.000 personas han llegado este año a las Islas Canarias. Mientras el gobierno habilita recursos temporales y traslada a muchas de estas personas a península, vecinos y vecinas ponen en marcha redes solidarias que van más allá de la instituciones.
Un nuevo repunte migratorio está teniendo esta vez como destino la isla de El Hierro, la más occidental de las islas que forman parte del Archipiélago canario. Hasta ahora quiénes ahí llegaban lo hacían por una serie de cabriolas del destino que hacían que tocaran tierra antes de perderse en un mar que auguraba la peor de las suertes. Lo que era un puerto de llegada accidental cuasi milagroso, se ha convertido en el lugar elegido con la única confianza en lo que se conoce como calma chica, esos meses de septiembre a noviembre en el que el mar se muestra más tranquilo.
Este cambio de la ruta ha traído también nuevos registros históricos; el de la embarcación con más ocupantes, el de mayor número de llegadas y, desgraciadamente, el de la ruta más peligrosa. Sólo contenida ahora por el buen tiempo que ha acompañado durante estos meses, pero a merced de cualquier cambio que haga más complicada la navegación. Quiénes se embarcan en las costas de Senegal lo saben bien. De hecho más de un cayuco ha tenido que darse la vuelta cerca de las costas del país al ver el estado del mar.
Senegal ha sido durante años reivindicada como un referente de democracia y estabilidad política en África Occidental. Con gobiernos más o menos estables —igualmente corruptos— pero sin golpes de estados ni situaciones de violencia política. Sin embargo, la inestabilidad política en la que se encuentra inmersa y la violencia que se vive en las calles han empujado a miles de jóvenes senegaleses a salir del país. Las elecciones que tendrán lugar en el mes de marzo y los distintos movimientos de represión por parte de Macky Sall, disolviendo el partido liderado por Ousmane Sonko y encarcelándolo, impidiendo que se presente a los comicios, así como reprimiendo duramente cualquier tipo de protesta son uno de los motivos de este repunte migratorio sin precedentes.
En lo que va de año, hasta el 31 de octubre de 2023, habían llegado a Canarias 30.705 personas. A 6 de noviembre esa cifra se ha superado, alcanzando ya el mayor registro del que se tiene constancia, marcado en 2006, cuándo llegaron 31.678 personas. Solamente en la madrugada del 4 de noviembre llegaron a El Hierro cuatro cayucos con 739 personas a bordo. Cuatro de ellas fallecieron. A comienzos de mes, tan sólo entre el 31 de octubre y el 1 de noviembre llegaron 1.200 personas. Más de la mitad de las llegadas son de embarcaciones que salieron de Senegal. El 21 de octubre, un cayuco con 320 personas llegaba a La Restinga, el puerto al sur de la isla de El Hierro dónde están llegando la mayoría de embarcaciones, siendo la embarcación con más personas desde el año 1994.
Con estas cifras, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones está agilizando los traslados tanto a las islas capitalinas —Tenerife y Gran Canaria— como a Península, dónde ha habilitado 11.000 nuevas plazas repartidas en distintas provincias. Atrás quedaron los bloqueos de traslados que pudimos ver en 2020 y 2021. Los traslados en esta ocasión se están haciendo con mucha más agilidad hacia las plazas habilitadas en hoteles de forma temporal y, en la medida en que se van pudiendo abrir, a los recursos que se están instalando en terrenos del Ministerio de Defensa y que esperan estar operativos en su totalidad durante el mes de noviembre.
El 24 de octubre, el Consejo de Ministros aprobaba una dotación de 50 millones de euros para Canarias, que se dedicarán principalmente para la atención de menores. Este sigue siendo uno de los grandes escollos de la gestión migratoria. Aún habiendo hecho un reparto de poco más de 300 niños y jóvenes entre las distintas Comunidades Autónomas, estas no están agilizando los traslados.
Actualmente hay más de 4.200 personas menores de edad que han llegado a las islas y más de 1.600 pendientes de determinar si son o no menores. Como denunciaba Amnistía Internacional en un comunicado reciente “las autoridades policiales no están identificando adecuadamente a los niños y niñas que viajan sin compañía de personas adultas responsables, incluso cuando su apariencia física indica claramente que pueden ser menores de edad” y por tanto se encontraban en los centros de personas adultas sin recibir ninguna medida de protección especial debida a su edad. Los que se encuentran en centros para personas menores de edad, lo hacen en los edificios cedidos que se han podido habilitar colocando literas y dotando de educadores y educadoras a un ritmo que sorprende.
En cuánto a las instalaciones para personas adultas, las deficiencias siguen siendo la tónica habitual. El pabellón polideportivo de San Andrés, situado en el municipio homónimo, no reúne las condiciones adecuadas. Un lugar sin techo, dónde se han instalado unas carpas, en un municipio caracterizado por la altura y por tanto, el frío y la humedad. Allí se encuentran hombres y mujeres, separados por la lona de una carpa con apenas dos baños para todas las personas allí derivadas.La comida es escasa y básica, sin posibilidad de que haya un plato caliente de comida o algo más allá que un bocadillo.
Sin embargo los y las voluntarias de Protección Civil, vecinos y vecinas de El Hierro han querido humanizar un poco la situación en la que viven quiénes llegan a la isla. Un pequeño grupo de personas voluntarias que viven en estas semanas con el móvil siempre atento a un grupo de whatsapp y a cualquier aviso que active de nuevo el grupo. En ocasiones aunque eso implique no dormir o empalmar el trabajo con el turno en el centro o en el puerto. También los médicos y médicas que de forma voluntaria y fuera de su horario laboral deciden prestar su tiempo para ver a quiénes llegan y garantizar que reciben una pequeña atención sanitaria de emergencia.
Por otro lado, el antiguo Monasterio de Frontera, ubicado en el Valle de El Golfo, a escasos metros de una de las zonas de baño más conocidas de la zona, se postula como el centro que sobrevivirá como estructura permanente cuándo pase la situación de crisis. Aparentemente con mejores condiciones climatológicas, quiénes ahí llegan duermen en las mismas camas plegables aprovechando los techos del patio. Sin embargo, y aunque podría parecer mejor opción debido al tiempo más cálido, se encuentra aislado de cualquier núcleo de población como ya pasara con otros centros de este tipo.
Mientras sigue en el aire la promesa de construcción de un centro en Echedo, algo que resuena desde que el entonces Presidente del Gobierno de Canarias lo anunciara hace más de dos años. Desde el Ministerio aseguran que estará listo para el año que viene. Hasta que eso ocurra, apenas unas 400 plazas para un ritmo de llegadas diario que supera levemente esa cifra.
Todos estos centros están funcionando como Centros de Atención Temporal de Extranjeros dónde sólo podrán estar un máximo de 72 horas en el tiempo que se les identifica y se hacen los trámites necesarios para detectar vulnerabilidades. Pero la situación de llegadas es tal que en ocasiones se está procediendo a los traslados a Tenerife incluso sin identificar.
Impresiona ver las dimensiones de los cayucos. Unos cayucos que son la expresión del contraste: entre lo colorido de las embarcaciones, la vida de quiénes consiguieron llegar y el alivio por haberlo conseguido y la muerte que supuso para muchas de las personas que tomaron esa decisión de embarcarse. Varias filas de estas embarcaciones se acumulan en el Puerto de La Restinga. Esos cayucos amarrados en lo que aún se puede ver comida, agua y ropa de quiénes viajaban en ellos con las provisiones necesarias para aguantar la travesía. Otras tantas han sido destruidas ya y algunas esperan a serlo en un solar cercano. Se repiten las referencias a Serigne Touba, líder sufí, quien afirmaba “buscar el conocimiento es incompatible con tres cosas: el lucro económico, dañar a los demás y lamentarse por las dificultades”. Ahora quiénes viajan bajo su protección lo hacen también desde la no-violencia que él promovía.
Han sido más de 4.000 desembarcos en lo que va de año, la mayoría en estos últimos meses. Si bien se pudo observar que quiénes llegaban a El Hierro estaban llegando en mejores condiciones, con la certeza del que sabe navegar, eligiendo esta ruta para sortear los controles de la costa de Senegal y Mauritania, en las últimas semanas las condiciones en las que llegan ha empeorado considerablemente. Algunas embarcaciones están llegando sin agua o comida y con más personas fallecidas o en muy mal estado de salud debido a las condiciones de la travesía.
La evidencia de la peligrosidad de la ruta se puede observar en el aumento de las muertes de quiénes llegan exhaustos de la travesía. El goteo de muertes es insoportable. Cada vez llegan con menos comida y sin apenas bebida, con unas condiciones totalmente adversas que sus cuerpos no pueden soportar. Durante la jornada de ayer, 6 de noviembre el Gobierno canario decretaba la alerta por mal tiempo. El fuerte oleaje tanto en la costa como en alta mar hace que la situación del mar sea sumamente peligrosa para las embarcaciones. Y sin embargo siguen llegando cientos de hombres, mujeres, niños y bebés.
Los que no consiguen llegar con vida, son enterrados en los distintos cementerios de El Hierro, dependiendo dónde hayan fallecido, en El Pinar para los cuerpos que llegaban ya sin vida a La Restinga, en Valverde para los que fallecían en el Hospital Insular sin tiempo a que se le pudiera trasladar a Tenerife, como ocurrió con Mamadou Marea, o en el Cementerio de Frontera que dio sepultura al hombre que falleció en el Convento horas después de haber llegado. En el último fin de semana han sido cuatro las personas fallecidas, a las que se suma otra persona más en las últimas horas. Con el único consuelo de una vecindad que está llegando dónde las instituciones no lo están haciendo.