Activistas, líderes y lideresas sociales, intelectuales y especialistas de América Latina y el Caribe reconocen que articular la diversidad de las luchas emancipadoras es vital para la movilización.
«Necesitamos un proyecto de emancipación para todos, todas y todes los condenados de este mundo. Eso significa una lucha contra todos los sistemas de opresión. Cualquier proyecto de liberación tiene que abordar la lucha contra todos estos sistemas y tenemos que fortalecer la autonomía», propone Ochy Curiel, feminista, antropóloga social y cantautora dominicana.
Curiel participó en el panel inaugural del XIV Paradigmas Emancipatorios, que se realizó del 25 al 27 de octubre, vía Telegram. Desde hace más de dos décadas se realiza este evento en La Habana, organizado por el Grupo «América Latina: Filosofía Social y Axiología» (Galfisa) del Instituto de Filosofía.
Debido a la pandemia, el encuentro internacional migró al espacio digital y contó con el apoyo de otras organizaciones y proyectos sociales, entre ellos el Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr., el Proyecto Nuestra América, La Tizza y la Articulación de Movimientos Sociales hacia el Alba.
Los paneles, presentaciones de libros y trabajos en subgrupos promovieron el debate sobre la articulación del capitalismo, el racismo, el colonialismo, el patriarcado y el sexismo como formas de explotación y opresión. Unas 546 personas se sumaron al canal del evento en Telegram.
«No es posible que las mujeres andemos por un lado y las luchas raciales o de las diversidades por otro. Eso requiere de una comprensión del fenómeno, de una constante formación política a nuestras militancias. Nos va la vida en ello», agregó al debate Ester Martínez Avalós, una de las participantes en el evento.
La mirada interseccional gravitó sobre las discusiones como conciencia de la interconexión entre las distintas opresiones y en respuesta a un contexto de crisis global y de pandemia.
«Las mujeres racializadas de sectores populares tienen días interminables porque deben suplir con su trabajo lo que no se puede comprar y si acceden al trabajo asalariado, lo hacen en forma muy precaria; y no hablemos de las personas trans, a lo que se suma este ascenso de las derechas racistas, patriarcales, odiantes de todo lo que pueda ser diferente», agregó otra participante identificada como Alejandra Ciriza.
Además del análisis, las sesiones apostaron por el reconocimiento de las fuerzas y resiliencias de los pueblos y colectivos oprimidos.
«El etnocidio, el feminicidio y el ecocidio son enfrentados por trabajadores ocupados y no ocupados, del campo y excluidos del capital, por mujeres, jóvenes, indígenas de nuestro continente, que protagonizan las luchas más variadas y creativas contra la dominación imperial», afirmó el filósofo cubano Gilberto Valdés.
Durante el encuentro se sistematizaron alternativas y estrategias en cuatro ámbitos principales: la formación, la articulación, la movilización y la comunicación.
Evitar los reduccionismos, apostar por un bienestar no centrado en el consumo, movilizar desde la experiencia y los procesos formativos, asumir discursos claros y coherentes, desarrollar procesos formativos para la búsqueda de la libertad, la descolonización y la visión antipatriarcal fueron algunas de las estrategias puestas en común.
Desde la experiencia cubana, la socióloga y feminista Dayma Echevarría alertó que aún persisten imaginarios que reducen la emancipación de las mujeres al acceso al empleo y al ámbito público sin distinciones por sexo.
«Como resulta evidente, estas son condiciones necesarias, pero no suficientes para analizar las relaciones sociales que mantienen a las mujeres en posiciones subordinadas», dijo Echevarría en el panel «Cuba: Revolución, resistencia y futuro», que reunió a especialistas y comunicadores de la nación caribeña.
«Aunque se observa un incremento de la toma de conciencia sobre el hecho de que no todas las mujeres logran ejercer su derecho a la igualdad, pareciera que el paradigma antes mencionado aún pervive en algunas prácticas políticas. De esta forma, y sustentado además por prácticas cotidianas, subsiste la discriminación no jurídica ni política, sino subjetiva y más difícil de eliminar», agregó la experta.
Echevarría incluyó en el debate los desafíos y oportunidades para despatriarcalizar el Estado, sus políticas y prácticas. Mencionó como oportunidad y expresión de la voluntad política del gobierno cubano la existencia del Programa para el Adelanto de las Mujeres (PAM), que da continuidad al Plan de Acción Nacional para el seguimiento a los acuerdos de Beijing, aprobado como Decreto Ley en 1997.
«Si bien la visión sectorial que mantiene el PAM puede limitar este propósito, otros mecanismos como los Macroprogramas, estructura de gestión del gobierno para implementar el Plan de desarrollo hasta 2030, además del creciente tejido social y comunitario sensible a la equidad, constituyen oportunidades que podemos aprovechar personas comprometidas por la construcción de una sociedad mejor, definitivamente socialista, lo que no puede ser de otra forma que no sea feminista», concluyó Echevarría.