Repasamos varios de los escándalos que muestran la mala gestión y los abusos que han transformado la sanidad pública catalana en un negocio para unos pocos
Mientras hubo dinero, las cosas fueron sobre ruedas. El sistema sanitario catalán ha sido durante los últimos años un referente de calidad indiscutido a nivel mundial. Con una de las inversiones porcentuales de PIB más bajas de Europa, los catalanes disfrutaron de un sistema de una calidad por encima de la media europea. Pero detrás de estos éxitos se escondió durante años una realidad mucho menos ejemplar: la de un sistema opaco, caracterizado por el amiguismo, el enriquecimiento escandaloso de personas y empresas cercanas al poder y el fallo generalizado de los sistemas de control.
Ahora, la bajada del caudal de dinero público que riega el sistema sanitario deja al descubierto muchas de estas miserias. Miserias que, curiosamente, están protagonizadas por las mismas personas que hoy se presentan como los ‘expertos’ capaces de ‘reformular’ el sistema para hacerlo ‘más eficiente’.
En los últimos meses, la opinión pública catalana ha visto con incredulidad e indignación cómo lo que hasta hace poco era un motivo de orgullo se ha convertido en el paradigma de la mala gestión de lo público. Y lo peor es que todo apunta a que sólo es el principio.
Ante el creciente número de escándalos, cada día se hace más difícil pensar que se trata de prácticas aisladas protagonizadas por individuos sin escrúpulos. Todo indica que nos encontramos ante un problema estructural. Una estructura pensada para favorecer prácticas muy alejadas del interés general. A continuación nos referiremos a cuatro casos concretos protagonizados por cuatro personajes muy relevantes en la sanidad catalana. Cuatro casos que nos ayudan a hacernos una idea de la magnitud de la tragedia sanitaria catalana.
RAMÓN BAGÓ
La dificultad para ver dónde acaba lo público y empieza lo privado es una constante en la sanidad pública catalana. Un hecho que Ramón Bagó, exalcalde de Calella y alto cargo en la época de Jordi Pujol, encarna a la perfección. Un reportaje publicado en Cafèambllet lo describía como «el hombre que se contrataba a sí mismo con dinero público». Por un lado tenemos al Ramón Bagó público, fundador del Consorci Hospitalari de Catalunya (CHC, ahora CSC), un ente que gestiona decenas de hospitales financiados con dinero público. La otra cara de Ramón Bagó es empresarial: paralelamente a su carrera política y gestora de lo público, Bagó construyó un imperio, el Grupo Serhs, formado por más de 60 empresas, que tienen en los contratos públicos una de sus principales fuentes de ingresos. Un ejemplo de esto es la división de catering del Grupo Serhs que da de comer en escuelas públicas, prisiones y hospitales financiados por la Generalitat. El problema llega cuando decenas de millones de euros de estos contratos obtenidos por Bagó llegan desde los hospitales públicos gestionados por el CHC… dirigido por Bagó.
Según el diario El País, Bagó recibió 50 millones en contratos del CHC, 15 de ellos de manera irregular. La Oficina Antifraude, dependiente del Parlament de Catalunya, abrió una investigación hace seis meses a raíz de lo publicado por la revista Cafèambllet, pero aún no sabe nada. Parece que el jefe de esta oficina, nombrado por Artur Mas, se lo toma con calma.
JOSEP PRAT
La entrada de David Vidal al Ayuntamiento de Reus (Tarragona) supuso el principio del fin de uno de los hombres más poderosos de la sanidad pública catalana. El joven regidor de la formación Candidatura d’Unitat Popular rompió el pacto de silencio que a lo largo de décadas permitió a Josep Prat mover los hilos sanitarios sin control. A través de la empresa municipal Innova, Prat logró hacerse con el control del 75% del presupuesto municipal de Reus y con el control casi absoluto del hospital de Reus, su gestión y la construcción de su nuevo y espectacular edificio.
Vidal también descubrió que Prat cobraba 27.000 euros mensuales, algo hasta entonces secreto. Pero había más: mientras dirigía el Institut Català de la Salut (ICS), la empresa pública que gestiona la mayor parte de los grandes hospitales públicos catalanes, Prat era vicepresidente de United Surgical Partners, la empresa de hospitales privados más grande de España. Aunque lo que finalmente ha hecho dimitir a Josep Prat de la presidencia del ICS fue lo que se conoce como ‘CasoManté’.
CARLES MANTÉ
Pocos meses después de abandonar la dirección de Cat Salut, Carles Manté fundó CCM Estratègies i Salut. Apenas ocho días después de su fundación, la empresa recibía de parte de Josep Prat el primero de los contratos que durante cuatro años reportaron a Manté casi 800.000 euros por «trabajos de consultoría». Unos trabajos de los que no hay más rastro que unos pocos folios firmados por Manté.
Hasta hace pocas semanas, Manté era el presidente de los hospitales de Blanes y Calella, cuya irregular actividad quedó registrada en el escandaloso Informe Crespo.
XAVIER CRESPO
La presión del poder político consiguió que la Sindicatura de Cuentas frenase el Informe Crespo. Este informe detallaba las irregularidades cometidas por Xavier Crespo -entonces alcalde de Lloret y hoy diputado de CiU- como gestor en empresas de los hospitales de Blanes y Calella. Unas irregularidades que, según El País, significaron pérdidas cercanas a los tres millones de euros. El Informe Crespo, que sólo vio la luz gracias al trabajo periodístico, es un ejemplo, junto a la inoperancia de la Oficina Antifraude, del estrepitoso fracaso de los sistemas de vigilancia y control sobre la gestión de la sanidad pública catalana. Un fracaso que ha permitido que los cuatro casos descritos hayan sido posibles. Un fracaso que, con seguridad, deparará muchos más escándalos.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Sanidad-catalana-la-cara-oscura-de.html