El nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya es Artur Mas, cabeza de la coalición de derechas Convergència i Unió (CiU). Fue elegido el 23 de diciembre, en segunda vuelta, por los votos de CiU y gracias a la abstención pactada del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), el gran perdedor, junto a Esquerra Republicana […]
El nuevo presidente de la Generalitat de Catalunya es Artur Mas, cabeza de la coalición de derechas Convergència i Unió (CiU). Fue elegido el 23 de diciembre, en segunda vuelta, por los votos de CiU y gracias a la abstención pactada del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), el gran perdedor, junto a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), de las elecciones realizadas el pasado 28 de noviembre. La etapa del tripartito (PSC, ERC e Iniciativa per Catalunya Verds-EUiA) se ha acabado después de 7 años. El tripartito ha sido muy criticado por la hasta ahora oposición de derecha, pero por muchos y grandes que hayan sido sus errores, una de las causas fundamentales de su derrota ha sido el desánimo de amplios sectores populares con la política aplicada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de saqueo de las conquistas del estado social y de derecho, especialmente agresivas desde mayo del año que ahora acaba. El hasta ahora presidente de la Generalitat, José Montilla, es del PSC, el partido del PSOE en Catalunya.
El PSOE ha mostrado, sin demasiado recato, su satisfacción por la victoria de la derecha catalana, tradicional aliada de los gobiernos de Felipe González y de Zapatero. Era evidente su descontento con un gobierno tripartito en el que, además del PSC, estaban dos fuerzas más a su izquierda, tanto en temas sociales como nacionales. A todas luces, CiU era una opción más cómoda y tranquila políticamente para el PSOE.
Las elecciones que han dado la mayoría a CiU se realizaron dos meses después de la huelga general convocada por los sindicatos. Fue Catalunya uno de los lugares en donde el seguimiento de esta huelga general del 29 de septiembre fue mayor. La manifestación realizada en Barcelona la misma tarde de la huelga general fue la más numerosa de todo el reino de España.
Estas elecciones también se realizaban cuatro meses y medio después de una de las manifestaciones más masivas que ha habido en la capital catalana desde la muerte de Franco. El lema de esta manifestación era «som una nació, nosaltres decidim» (somos una nación, nosotros decidimos) y fue convocada en reacción a la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Autonomía de Catalunya. Si los contenidos de esta manifestación tenía el apoyo del 88% del parlamento catalán (todos los partidos menos el Partido Popular y Ciudadanos, dos partidos que hacen del nacionalismo ultraespañolista su mensaje electoral principal), la huelga general solamente tenía el apoyo del 25% de este mismo parlamento (Esquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa per Catalunya Verds). Después de las elecciones del pasado 28 de noviembre, las fuerzas parlamentarias que apoyaron la huelga general del 29 de septiembre suman solamente el 14%.
Este último dato, el descenso del 25 al 14% de la composición parlamentaria que apoyó la huelga general (muy superior no obstante al apoyo parlamentario de las Cortes españolas, en donde es solamente del 2%) es una muestra de lo que ha sucedido en estas últimas elecciones catalanas: un claro giro a la derecha.
CiU obtuvo un número de 300.000 votos superior a las pasadas elecciones de 2006, así como 14 diputados adicionales. El Partido Popular ha salido también reforzado de estas elecciones, si bien a muchas distancia de CiU y aún del PSC. Aparece un nuevo partido parlamentario, Solidaritat Catalana per la Independència (SI). Se trata de una fuerza de derecha independentista. Los grandes perdedores han sido el PSC y ERC. ICV-EUiA es de los tres partidos que componían el gobierno catalán hasta ahora, quien mejor salió parado de estas elecciones, a pesar del evidente retroceso.
Así que las izquierdas (PSC, ICV-EUiA y ERC) solamente suman 48 diputados y diputadas, mientras que las derechas granespañolistas (PP y Ciudadanos) y las derechas soberanistas e independentistas (CiU y SI) suman los 87 diputados y diputadas restantes. En la anterior legislatura la proporción era muy diferente: 65 para las derechas y 70 para las izquierdas. El giro de estas elecciones ha sido, pues, muy pronunciado.
Otros datos a destacar de estas recientes elecciones son los siguientes. Ha habido dos partidos que han realizado una campaña claramente xenófoba: el PP, que obtuvo 18 diputados y diputadas, y una organización que se quedó a muy pocos votos de obtener dos o tres diputados, la Plataforma per Catalunya que obtuvo 75.321 votos, el 2’42%. Como curiosidad, un resultado hasta cierto punto sorprendente es que el partido de Rosa Díez, el ultraderechista Unión Progreso y Democracia, obtuvo solamente 5.293 votos, es decir, el 0’17%.
El Partido Popular analizó como una gran victoria estos resultados porque interpretados en clave española suponen un aviso de lo que le espera al PSOE en las elecciones del conjunto del reino de 2012: una debacle. Si bien es verdad que en Catalunya las elecciones al parlamento catalán acostumbran a tener unos resultados significativamente distintos que las elecciones al parlamento español, no hay duda que el PP tiene buenos motivos para esperar el hundimiento del PSOE y, en consecuencia, su victoria en las elecciones de 2012.
CiU se prepara para gobernar los próximos cuatro años la Generalitat de Catalunya. El discurso del que ya ha superado el trámite parlamentario para ser presidente de la nación catalana, Artur Mas, no ofrece dudas de cuáles serán los dos ejes más conflictivos en los próximos meses y años: el social-económico y el nacional. Mas es un político de derechas y no se le pasa por la cabeza que el mundo pueda ser sustancialmente de otra forma de la que es. CiU es tan derechas socialmente como lo es el PP. La gran diferencia histórica entre ambos partidos es que el PP proviene del franquismo y tiene lazos indiscutibles con este pasado: nacionalismo granespañol, balance poco crítico con la dictadura, alianza política con la muy reaccionaria iglesia católica española… CiU, por notable diferencia, proviene del antifranquismo. Estas diferencias se manifiestan cuando el PP ofrece su perfil más groseramente anticatalán. Pero en cuanto a su política económica, a su modelo social clasista, a las medidas económicas a imponer en la actual situación de crisis económica, no hay diferencias sustanciales entre ambas fuerzas políticas. Ambos partidos están al servicio de los «mercados», eufemismo para designar las grandes transnacionales, los grandes grupos bancarios y los grandes especuladores. La política económica que aplicará Artur Mas, aún más evidente con los nombramientos que se van conociendo de Consellers tan importantes como el de Economía (Andreu Mas-Colell, que ya fue Conseller entre los años 2000 y 2003, siendo presidente Jordi Pujol) no ofrece la menor duda: neoliberalismo más que menos ortodoxo. Y en plena crisis económica este tipo de política supone una agresividad mayor a las conquistas obreras del estado social y de derecho. En este punto tendrá apoyos habituales y hasta entusiastas del PP [1], y del PSC, para qué negarlo. Recordemos que CiU no solamente no se ha opuesto a los tremendos ataques a los derechos de las clases trabajadoras promovidos a buena velocidad por el gobierno del reino de España, en manos aún del PSOE, sino que las ha radicalizado.
En el ámbito nacional, CiU siempre se ha caracterizado por ser muy pragmático y moderado. Si bien ha acentuado en estos últimos meses su discurso reivindicativo nacional (especialmente, ante la sentencia del Tribunal Supremo de recorte del Estatut [2]) no cabe esperar demasiados radicalismos. Quizás se vea obligada a realzar determinadas reivindicaciones nacionales después de la más que probable victoria del PP en las elecciones de 2012 [3], un partido que ha hecho del anticatalanismo y de la exacerbación del españolismo una de sus señas de identidad y motivo de recolección de votos fuera de Catalunya.
Pero el nacionalismo catalanista de los grandes partidos de derecha, siempre ha sido históricamente timorato. Su proyecto principal han sido los negocios. CiU no es una formación independentista (y, en su seno, mucho menos aún lo es Unió Democràtica que CDC) tal como mostró sobradamente a lo largo de los 23 años en que gobernó Catalunya. Y, aunque a la fuerza ahorcan, difícil es pensar racionalmente que vaya a cambiar a partir de 2011 cuando desde el muy centralista partido actualmente en el gobierno del reino de España se ha celebrado su victoria como casi propia.
Notas:
[1] Quizás aclare rápidamente este punto si se sabe que CiU está formado por dos partidos, CDC y Unió Democràtica, y que este último es más tradicionalista, procatólico (y ferozmente antiabortista) y derechista en general que el socio mayoritario, CDC; además pertenece a la misma familia política europea que el muy derechista PP.
[2] A estas sentencias cabe añadir la muy reciente del pasado 22 de diciembre por la que el Tribunal Supremo del reino de España pone en peligro el modelo de inmersión lingüística que tan buenos resultados ha tenido en Catalunya en los últimos lustros. Sentencias de este tenor crean una inmediata unidad de los más diversos sectores sociales, enfrentados en muchas otras ocasiones. Todos los sindicatos de clase han expresado su rechazo a la reciente sentencia del Tribunal Supremo. Reproduzco traducido, como una destacada muestra, algún párrafo de la declaración del sindicato de clase mayoritario en la nación catalana, CCOO: «El modelo de escuela catalana, con la inmersión lingüística inicial y la incorporación progresiva del castellano, ha sido la política educativa con más consenso de toda la democracia.» (…) «No separar al alumnado por razón de lengua ha sido provechoso para la convivencia lingüística y social en Catalunya.» (…) «CCOO considera que el apoyo institucional a la lengua catalana es justo e imprescindible en la situación de diglosia que se vive en Catalunya, especialmente en lo que respecta a los medios de comunicación. Por ese motivo, el sindicato trabaja y trabajará con el gobierno de la Generalitat y con todas las iniciativas surgidas de la sociedad civil para preservar la escuela catalana.»
[3] Según el sondeo realizado para El Periódico (24-12-2010), la distancia que separa al PP del PSOE es de 13 puntos, cinco más que en mayo. Este periódico afirma: «Esa enorme separación no solo convierte en prácticamente irreversible la victoria del PP en las legislativas previstas para inicios del 2012, sino que, además, de celebrarse ahora los comicios, los conservadores tendrían garantizada la mayoría absoluta, con entre 178 y 182 escaños.»
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO y presidente de la Red Renta Básica. Su último libro es Las condiciones materiales de la libertad (Ed. El Viejo Topo, 2007).