Se acabaron los casi cuarenta años de Régimen Psoísta en Andalucía. No ha durado los casi setenta de su modelo, el PRI mexicano, pero sí ha acabado como terminó este: con el triunfo de partidos más a su derecha. Se equivocan quienes dicen que ha concluido el gobierno de la izquierda en nuestra tierra. Nunca […]
Se acabaron los casi cuarenta años de Régimen Psoísta en Andalucía. No ha durado los casi setenta de su modelo, el PRI mexicano, pero sí ha acabado como terminó este: con el triunfo de partidos más a su derecha. Se equivocan quienes dicen que ha concluido el gobierno de la izquierda en nuestra tierra. Nunca lo ha habido. El PSOE-A sí logró, con su retórica demagógica y su clientelismo, que mucha gente (no pocas veces como coartada de su conservadurismo real o de sus intereses) lo considerara como una izquierda siquiera «moderada» cuando sus políticas jamás lo fueron sino una traición al 4 de Diciembre y al 28 de Febrero por más que se revistiera de verde y blanco cuando así le ha convenido.
Se acabó, pues, el Régimen y, con ello, los casi 40 años de cloroformo: de atontamiento de conciencias, de compra de voluntades, que ha servido para que muchos sectores populares y de las clases medias no hayan actuado conforme a lo que exigía la defensa firme de sus derechos. Con la excusa, o la coartada, de «no ir en contra de un gobierno ‘socialista’ (¿?)», por más corrupto y al servicio de los intereses del capitalismo globalizado y neoliberal que este fuera en la realidad.
Convendría no dejarnos llevar por los vértigos e incertidumbres que esta situación nueva puede provocar. Se ha acabado el Régimen Psoísta (la versión andaluza del Régimen del 78) y esto no es precisamente una mala noticia. Otra cosa son los problemas del nuevo tiempo y cómo encararlos. Pienso que la aparición de Vox está actuando como la niebla que podría impedir encontrar el camino correcto. Ya doña Susana sacó a pasear las tres letras en el segundo debate televisivo de la campaña cuando preguntó con insistencia a PP y a Ciudadanos si, llegado el caso, aceptarían su apoyo para gobernar (ella debía tener ya sondeos que preveían su irrupción electoral). No nos engañemos en cuanto al significado de sus votos y sus 12 diputados. ¿A quién debería sorprender que existan varios cientos de miles de andaluces que sean de ultraderecha (ultraespañolistas, xenófobos y nostálgicos de la «Reconquista»? ¿Es que han aparecido ahora como por ensalmo? En modo alguno. Existían desde siempre y han crecido por la falta de alternativas creíbles de izquierda a la crisis. Algo que es una constante histórica en la historia del capitalismo en épocas de fuerte crisis y carencia o debilidad de propuestas para una salida de izquierda a la misma. En ese contexto, siempre aparecen o se refuerzan las organizaciones fascistas o parafascistas (que en el caso de Vox incluso se autodefinen como «de extrema necesidad», robando la definición que Diamantino hacía del SOC revolucionario y andalucista).
La extrema derecha en Andalucía no nació ayer. Existía ya. Sus votos, e incluso sus personajes, estaban en el PP. La novedad es que ahora tienen unas siglas propias y por eso son más visibles. Creo que se equivocan quienes, por incapacidad de análisis o para tratar de maquillar su fracaso electoral (su falta de credibilidad para ser vistos como una alternativa real al PSOE) están proponiendo ya frentes antifascistas haciendo del 10% de los votos y del no más del 7% de andaluces con derecho a ejercitarlo -los que han votado a Vox- la referencia política y el supuesto problema central. Es mucho más grave la dinámica del PP y de Ciudadanos de adoptar por sí mismos muchos planteamientos de ultraderecha; lo que se acentuará ahora para que no se les vayan demasiados votos al nuevo partido parlamentario.
En su desesperación, doña Susana pidió anoche un «frente constitucionalista» para que PP y Ciudadanos colaboren en construir un cortafuegos para aislar a Vox (y, de paso, para producir un imposible continuismo de su partido, supongo que sacrificándose ella misma, en el gobierno de la Junta como «el partido más votado»). Delira. Su tiempo ha terminado. Y ello -insisto- es una muy buena noticia.
¿Cómo responder desde el soberanismo andaluz a la nueva era que hoy comienza? Desde luego, no dejándose llevar por los análisis de la brunete mediática (los medios de desinformación de masas) ni desorientar por la propaganda partidista (que actúa como la tinta del calamar para impedirnos ver). Estas elecciones han demostrado, en primer lugar, la esterilidad de las tácticas «entristas» en coaliciones o partidos estatales. Los compañer@s que vienen defendiendo esto deberían revisar urgentemente su papel -fuertemente subalterno cuando no simplemente folklórico más allá de lo que puedan haber sido sus intenciones-. En segundo lugar, se ha confirmado, si es que alguien tenía alguna duda, que sin una fuerte implantación social, sobre todo a escala municipal, tiene poco sentido presentarse a elecciones aunque se puedan tener programas decentes.
¿Qué hacer entonces? Pienso que procede resituarnos en la nueva situación política y tender puentes de confluencia entre las organizaciones culturales, sindicales y políticas soberanistas para, sobre todo, colaborar en lo concreto, dentro de los movimientos sociales y en las reivindicaciones y luchas, incluída la lucha por el reconocimiento de la identidad histórica, cultural y política de Andalucía. Y hacerlo de forma a la vez rotunda, transparente e inteligente. No sirven los eslogan si no van acompañados de un trabajo práctico en todos los ámbitos y del esfuerzo por construir alternativas y experiencia con una lógica distinta a la lógica capitalista, patriarcal y racista, destructora de la vida. Solo cuando dentro de luchas y afanes concretos sea una experiencia colectiva el chocar contra el muro de la falta de competencias políticas de Andalucía para resolver los problemas se hará evidente en amplios sectores del Pueblo Andaluz la necesidad de afirmar nuestro derecho colectivo a decidir: la necesidad de Soberanía política.
Hoy es 4 de Diciembre y el jueves hay convocada una manifestación en Granada para celebrar nuestro Día Nacional y reafirmar las aspiraciones y compromisos que llenaron las calles aquel día hace 41 años. Llenemos las calles granadinas de banderas andaluzas y agrupémonos allí cuantos podamos acudir para reafirmar que nuestra Matria es Andalucía. Nosotros no tenemos que «reconquistar» nada, pero sí despertar la conciencia de tantos andaluces y andaluzas que han vivido alienados por los casi cuarenta años de cloroformo aquí vividos durante lo que llevamos de Segunda Restauración Borbónica.
Isidoro Moreno es catedrático de Antropología y miembro del colectivo Asamblea de Andalucía
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