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Entrevista a Miguel Gómez, militante de Procés Embat de Cataluña

«Se necesita ese agente político-social para intervenir en la sociedad con fuerza, y para no depender de los parlamentos»

Fuentes: Rebelión

La «cuestión catalana», de manera mucho más silenciosa pero no menos espectacular que los vascos, ha logrado ponerse en la agenda política del momento. Ocupa los medios y se convierte en una piedra en el zapato para la política del Estado español (sean de derecha, izquierda o centro), y las ondas expansivas de este remezón […]

La «cuestión catalana», de manera mucho más silenciosa pero no menos espectacular que los vascos, ha logrado ponerse en la agenda política del momento. Ocupa los medios y se convierte en una piedra en el zapato para la política del Estado español (sean de derecha, izquierda o centro), y las ondas expansivas de este remezón político alcanzan a toda Europa. De la mano de los indignados, la crisis económica, el surgimiento de una «nueva» política de izquierdas con Podemos y la tímida reactivación de la lucha de clases, lo cierto, es que el Estado español se encuentra en una coyuntura única a la que todo el continente, y más allá, mira con atención.

En medio de esta coyuntura, un núcleo de militantes libertarios han comenzado a dar los primeros pasos para pasar de ser un proceso de debate y construcción, a irse perfilando como una alternativa política que desde el anarquismo organizado pugna por inclinar los acontecimientos en favor de ir dando pasos pequeños, pero decididos y certeros, hacia el socialismo y la libertad. Con una larga tradición de anarquismo catalán a cuestas, pero también influenciados por los desarrollos en el anarquismo latinoamericanos de las últimas décadas, así como por la propia experiencia reciente en el Estado español, ellos apuntan a convertir nuevamente a las ideas fuerzas del anarquismo en un aporte desde las luchas populares para construir una sociedad más humana, más igual, más libre. Un anarquismo emancipador, abierto a los nuevos tiempos, pero consciente de su recorrido y de su contribución histórica.

Hemos conversado con un militante de Embat, Miguel Gómez, quién ha explicado a Anarkismo.net cómo nace el proceso, cómo se desarrolla y cuál es su apuesta de futuro. Esperamos que la riqueza de esta conversación sirva para estimular el debate entre los sectores que hoy estan en la búsqueda de esa alternativa al capitalismo y al Estado.

Cuéntenos un poco cómo nace la idea del Proceso Embat…

Embat nace como un proceso de debate y de construcción organizativa llevado a cabo por personas militantes en el variado espacio libertario de Catalunya. Con este proceso pretendíamos hacer una valoración crítica de la trayectoria del movimiento libertario de los últimos años y cómo éste había desaprovechado nuevamente otro ciclo de movilizaciones por su desorganización y desorientación crónicas. Ciclo que, a muy grandes rasgos, fue abierto simbólicamente en la Huelga General del 29 de Septiembre de 2010 y cerrado aproximadamente en mayo-junio de 2014, con los disturbios del centro social okupado de Barcelona Can Vies, que corrieron paralelos al auge mediático y político de Podemos.

El anarquismo no estaba maduro para ser un motor de las movilizaciones populares y para convertirse en un método por el cual el pueblo lograra sus reivindicaciones básicas. Y por esto mismo en otros movimientos políticos como el independentismo de izquierdas catalán o incluso Podemos había militantes que provenían del movimiento libertario. Su apuesta por la lucha partidista y electoral era cuanto menos polémica y rompía con el anarquismo. Pero en nuestra opinión era producto de la debilidad organizativa del anarquismo, dado que si tuviéramos un proyecto adecuado, estábamos convencidas y convencidos que toda esta gente y mucha más estaría en nuestro bando.

Por consiguiente, coincidimos en la necesidad de crear una organización de militantes, basada en los movimientos sociales y populares activos en nuestro territorio. La organización se compondría de gente que estuviera de acuerdo con unas líneas básicas de organización libertaria (construcción del socialismo libertario a través del poder popular) y que estuviera militando en una organización social. No queríamos ser un grupo de estudios ni un ateneo, queríamos ser una organización política con una práctica real. Por tanto nuestros debates siempre han estado orientados por la experiencia de nuestra militancia en sus espacios.

Consideramos que activar organizaciones políticas (estén o no en sintonía con nuestras líneas y tácticas, que eso sería otro debate) es imprescindible para ayudar a orientar el movimiento libertario; para poder proyectarlo con más fuerza en su trabajo revolucionario y de construcción de alternativas. Porque si no, la realidad te supera y no eres capaz de reaccionar a tiempo; como ocurrió con el movimiento contra la globalización capitalista, el movimiento antiguerra o el movimiento de los indignados del 15M.

¿Cuál es la presencia y la participación que ustedes tienen en espacios y movimientos sociales?

Tenemos presencia en diversos movimientos sociales y sindicales. Por ejemplo, gran parte de nuestra organización está afiliada a algún sindicato (principalmente a CGT y CNT). También tenemos presencia en el ámbito de la Educación (aunando los esfuerzos de profesionales, profesorado, con madres y padres), en las luchas de vivienda, en las luchas barriales y vecinales, en el ecologismo, en el asociacionismo, en el movimiento juvenil y estudiantil, en los ateneos y centros sociales… Pero como llevamos poco tiempo aún nos falta mucho recorrido para llegar a otros sectores. Y sobre todo, nos falta un número suficiente de militantes para poder actuar en cada sector. Por ejemplo, en el feminismo apenas tenemos presencia, ni entre la gente mayor, o en la sanidad.

Dentro del panorama libertario ibérico, donde existen tendencias anarcosindicalistas que han sido siempre lo más fuerte, ¿cómo posicionan ustedes su proceso organizativo?

Entendemos que en tanto a organizaciones libertarias, los sindicatos anarcosindicalistas que tenemos en el estado español, son de las más grandes del mundo a nivel numérico. Pero si trasladamos esto a nivel sindical en nuestro territorio podemos observar que no son capaces de servir de contrapeso al poder sindical mayoritario que está en manos de CCOO y UGT, que es mucho mayor.

Por tanto, nuestra organización es partidaria de un frente común del movimiento obrero en su totalidad articulado en torno a asambleas a los trabajadores. Lógicamente esto sería lo ideal, entendiendo que el primer paso es generar una dinámica de luchas laborales en las que colaboren las distintas fuerzas sindicales que encuadran actualmente a los trabajadores. Y esto supera la influencia real del anarcosindicalismo. Ahora tiene nuevamente potencialidad, pero a pesar de ello no agrupa a toda la izquierda sindical.

Creemos que no nos tenemos que concebir como el centro del movimiento obrero, sino como una parte más que debe luchar por la unidad de la clase trabajadora porque esa es la única manera mediante la que se podrán detener las ofensivas patronales.

Así que nuestra militancia está afiliada en la organización sindical que cree más adecuada en su empresa y en su localidad independientemente de sus siglas (como por otra parte, ocurre en las organizaciones libertarias de Francia o de Italia). Se trata de apoyar a aquellas organizaciones que contribuyen a la unidad de la clase y que pretenden construir en base a ella un poder obrero.

¿Cómo valoran ustedes los desarrollos que han habido en los últimos años en el movimiento libertario ibérico?

Desde antiguo el anarquismo en el estado español ha estado vertebrado por el anarcosindicalismo. Pero las divisiones y enfrentamientos de finales de los años 70 y comienzos de los 80 enviaron a mucha gente a su casa o hacia otros movimientos. El anarquismo revivió a comienzos de los años 90 gracias a los movimientos sociales, especialmente al movimiento antimilitarista, al de apoyo internacionalista al zapatismo y la okupación de centros sociales. Por tanto desde los 90 una buena parte del movimiento libertario dejó de tener como referente el anarcosindicalismo, ya que lo veían enfrascado en dinámicas sectarias y muy poco constructivas. No obstante, el sindicalismo libertario pudo aguantar aquella travesía del desierto y ha llegado a nuestros días.

Resumiendo, en el siglo XXI nos encontramos con un movimiento libertario plural que tiene dos orígenes distintos, el sindicalista y el activista (que, por cierto, tiene mucho en común con otros movimientos libertarios europeos ya que comparten contracultura, estética, códigos identitarios, campañas y modelos de activismo). Ambas escenas han crecido bastante durante estos últimos años. A destacar el auge de los ateneos y de los colectivos libertarios que han aparecido desde 2008 en adelante en muchos barrios y pueblos catalanes, que ha dado lugar a la Federación Anarquista de Catalunya. O también el progreso cualitativo de la CNT, que se traduce igualmente en una mejora cuantitativa. Ahora bien, que haya muchos anarquistas no quiere decir que estemos más cerca del comunismo libertario.

El fin del ciclo de movilizaciones llevó a mucha gente que había estado activa en aquellos movimientos a participar de iniciativas electorales (aquí no estamos hablando de militantes anarquistas, si no de gente activa y movilizada, aunque más de un libertario hay en estas iniciativas). Parece que se llegó a un momento de crisis existencial en que mucha gente que había estado en la calle se dijo: «lo hemos intentado a fondo y no ha cambiado nada. No se ha modificado ni una sola ley y nos llega la represión, ¿ahora qué?». Es lo que algunos denominan el «techo de cristal» de los movimientos. ¿Y qué pasó? Pues que optaron por la vía institucional porque no se había construido un poder popular significativo a raíz de las movilizaciones en la calle. No se ha creado un agente social capaz de marcar la agenda del país y por esto se vuelve a mirar al parlamento.

Lo que mencionas del techo de cristal es importante, porque en países como Chile o Argentina también sirvió para justificar, en parte, la deriva institucionalista y electorera de parte del movimiento libertario, que muchas veces terminó en la cama con lo más granado de la vieja izquierda. ¿Crees realmente que los movimientos sociales tienen un techo de vidrio? ¿en qué condiciones crees que se puede romper ese techo?

Creemos que los movimientos actuales por sí solos no tienen capacidad para ir más allá de sus propias reivindicaciones. Para hacerlo deberían confluir con otros para crear programas estratégicos político-sociales, esto es, constituirse en Movimiento Popular. Se necesita ese agente político-social para intervenir en la sociedad con fuerza, y para no depender de los parlamentos.

Por nuestra coyuntura, el movimiento libertario por sí solo no tiene fuerza para crear un movimiento revolucionario en Europa. Por tanto debería crearlo junto a otras fuerzas. Y pensamos que la mejor manera es a partir de los movimientos sociales ya existentes (en donde ya militamos) que deberían juntar fuerzas y elaborar un proyecto más allá de lo inmediato.

No creemos que sea posible construir poder popular sobre la teoría, sin tener en cuenta lo que hay en el territorio y cómo se organiza la sociedad cuando se auto-organiza, cómo piensa, qué idiosincrasia tiene, qué cultura, su identidad…

En estos momentos, en el contexto europeo, este agente o movimiento popular, es muy difícil que pueda ser revolucionario dado que no hay nada construido. Por tanto debería empezar por adoptar un programa progresista en el sentido de defender y aumentar los derechos sociales, de aumentar el poder de los sindicatos afines, de nacionalizar y municipalizar partes de la economía y defender en lo posible la soberanía popular. Todo esto puede crear convergencias grandes que inevitablemente provocarán una respuesta.

El rol de lo libertario es estar ahí para servir de garantía de que esta fuerza no se irá hacia lo electoral partidista, garantizar la unidad entre los distintos movimientos y contribuir a desarrollar el programa social de este movimiento popular hasta convertirlo en revolucionario.

Catalunya tiene una tradición libertaria bastante larga, ¿qué es lo que ustedes toman de esa tradición, qué es lo que los inspira y los marca, y qué es lo que ustedes creen que es necesario superar?

Decía estos días un diario digital, de forma sensacionalista, que en Catalunya «vuelve una dinámica libertaria», y que esta dinámica no viene de la mano del movimiento anarquista sino que surje por un lado de la Izquierda independentista catalana (a través de su instrumento electoral, CUP) y por otro de En Comú (el partido de la conocida, entre muchos otros activistas antideshaucios, Ada Colau, que hoy es alcaldesa de Barcelona). Que Colau tenga un retrato de Federica Montseny en su despacho es una anécdota. Que vaya a hacer un monumento a Puig Antich, ya es un poco más simbólico. Que califiquen a las CUP de «anarquistas» y «antisistema» en algunos diarios que las atacan, también es anecdótico dentro de los intercambios de acusaciones habituales en la política española y catalana. Que las CUP no renieguen de ello, es sintomático.

Ni las CUP ni En Comú son anarquistas ni lo van a ser, pero lo que nos indican todos estos síntomas y anécdotas es que el espacio político que debería ocupar el movimiento libertario está ocupado por estos partidos. Y esto lo vemos como demérito nuestro, que no hemos sabido poner sobre la mesa una alternativa libertaria seria que pueda organizar el país.

Tenemos que tener en cuenta que en Catalunya quien más y quien menos tiene algún abuelo de la CNT y que el anarquismo es historia familiar y social. La memoria está viva. Por otro lado aquí la auto-organización, el asamblearismo, la acción directa, la horizontalidad organizativa y la autogestión no son solo patrimonio exclusivo del anarquismo, sino que otras corrientes políticas y sociales lo adoptan sin problemas para sus propios fines. Además, el país se encuentra sumido en una larga época de crisis económica que ha golpeado fuerte las clases populares. Esta crisis económica coincide también con la erosión de la credibilidad de los partidos políticos tradicionales debido a la corrupción y la mala gestión de los recursos públicos. Este es el origen del crecimiento de las candidaturas electorales alternativas que hoy comienzan a alcanzar cotas de poder. Por todo ello es imprescindible utilizar esta idea latente y proyectarla en la organización de la sociedad en una dirección genuinamente libertaria.

Volviendo al principio, debemos recuperar el espacio político que actualmente ocupan otras fuerzas con un anarquismo basado en los movimientos populares y en el poder popular. La misión es muy complicada, pero al menos ya se ha puesto en el «mapa» el hecho de que existe nuestra opción.

En pocas palabras: ¿qué crees que son los elementos que hoy se deben recuperar de la tradición libertaria y cuáles crees que deben ser superados?

La tradición libertaria debe comenzar a tener una línea política producto del debate y del análisis de la realidad en la que vive. De nada nos sirve hablar de 1936 o de cómo hacen una revolución en el Kurdistán si nuestra realidad es otra bien distinta. Nuestra fuerza está en actuar de forma organizada. Creemos que son más fuertes 50 personas bien organizadas que 500 sin organizar. Con línea política y organización tenemos dos herramientas que tienen que actuar en un cuerpo social, que en nuestro caso son los movimientos sociales y los sindicatos. Y tenemos que entender nuestro rol de militantes libertarios como el de catalizadores y forjadores de la unidad y de las aspiraciones del pueblo. Eso ha sido el anarquismo siempre que ha participado en un proceso revolucionario.

Lo que debemos dejar atrás definitivamente es la fase de repliegue del anarquismo sobre sí mismo, producto de las difíciles condiciones políticas de los años 80 y 90, años de fuerte expansión del neoliberalismo. Lo básico es superar el sectarismo y los dogmas construidos durante las últimas décadas, volviendo a un anarquismo abierto, inclusivo, flexible, popular, consciente de su papel histórico reconectando con los años en los que realmente fue una opción viva de transformación social y que sea capaz de canalizar el descontento existente a todos los niveles en un proyecto revolucionario.

¿Qué valoración hacen de los indignados? ¿Cuáles fueron sus limitaciones y sus aportes, que es lo que recogen y lo que no en la construcción de un proyecto libertario? ¿qué aporte global deja a los movimientos populares ibéricos?

El movimiento de los indignados, o del 15M, fue importante como punto de encuentro de las muchas reivindicaciones y campañas que hubo en todo el país en los años anteriores, efecto de la crisis económica. Cada protesta se iba retroalimentando de otras distintas y el ciclo de protestas en el año 2011 era ascendente. El 15M tomó a todo el mundo por sorpresa porque no se esperaba que el descontento tomara esa fórmula (asambleas en las plazas y acampadas). El movimiento consiguió ser un altavoz de todas las luchas sociales y las reivindicaciones políticas básicas de la sociedad. Durante el tiempo que duró el 15M tuvo impacto en todos los movimientos sociales existentes y además creó muchos proyectos nuevos. Fue un proceso de politización rapidísimo de una nueva generación que se incorporó al activismo (y además más numerosa que otras previas).

En cuanto a sus limitaciones, la propia fórmula elegida, la asamblea de masas, demostró debilidades para lograr consensos. La gente esperaba decisiones rápidas y, como es lógico en los procesos verdaderamente participativos, esto llevaba su tiempo, cosa que envió a mucha gente a casa. El movimiento nunca tuvo una única voz, sino que tuvo una pluralidad muy grande que hacía imposible que los demás agentes políticos lo tomaran en cuenta. No supimos darle concreción a las reivindicaciones y lograr avances que consiguieran nuevos escenarios. Y como prueba están las leyes represivas aprobadas por el gobierno de Rajoy para acallar fenómenos como éste que los movimientos no fuimos capaces de paralizar.

En este sentido, se habla mucho de un remezón en la política del Estado español de la mano de Podemos. ¿Qué sectores expresa ese partido ¿cuál es su fuerza y su debilidad? ¿crees que realmente son una alternativa de cambio? ¿Te parece que Podemos es parte de ese espacio que debería recuperar el movimiento libertario?

Podemos es una fuerza emergente en la política española. Surge de sectores de clase media, de clase obrera también, de gente joven, de zonas urbanas más que rurales… Es una derivación del movimiento de los indignados hacia la política parlamentaria. Aunque buena parte de su dirigencia sale del profesorado universitario y otra parte del activismo, en sí mismo representa por un lado tanto el hartazgo de la sociedad hacia la vieja política como por el otro la esperanza de un cambio de rumbo hacia un país mejor.

Pero ahora que están en plena entrada en las instituciones se dan cuenta que no es tan fácil como habían pensado. Las leyes están blindadas por la derecha y no son nada fáciles de cambiar. Además afrontan la dificultad de no haber ganado en ningún sitio por mayoría absoluta, con lo que dependen de pactos inestables con otras fuerzas de la izquierda, no siempre bien avenidas. Su gestión además depende de la coyuntura económica, que la derecha cuando está en la oposición sabe utilizar perfectamente en su favor para desestabilizar a la izquierda. Y no olvidemos que en España el «estado profundo» que está instalado en las instituciones desde el franquismo es aún muy potente.

Podemos ha servido para ilusionar a una parte de la gente de izquierdas y por otro lado ha servido para que durante todo este año y medio que llevan en los medios de comunicación (casi a todas horas) la clase trabajadora escuche hablar de política. Es muy importante tener un pueblo formado e informado para proceder a cambiar las cosas. En este sentido, Podemos pretende ser un «regeneracionismo democrático».

Nuestra tarea es ser la oposición desde la izquierda, desde la calle, también a los posibles gobiernos de Podemos y similares. El movimiento libertario recuperará ese espacio cuando demuestre un proyecto viable de sociedad y sepa transmitirlo. Además dada la inevitabilidad de la lucha de clases es ahí donde tenemos que dar la batalla decisiva. De nada sirve pedir presupuestos participativos o más carril bici cuando la democracia no ha llegado a los centros de trabajo y las empresas no son más que dictaduras corporativas donde la voz del patrón (o de la junta directiva) es la ley. Y además debemos señalar la contradicción que supone llamarle democracia a unas instituciones que en realidad no son nada participativas y ni democráticas.

¿Por qué el proyecto de Podemos no prende demasiado en Catalunya?

En Catalunya Podemos es visto como un partido «español», entendido esto como un partido que pretende que el estado español no se rompa. Quieren «seducir» (eso dicen) al electorado independentista catalán con una España integradora donde Catalunya tenga su encaje. Pero en la práctica no demuestran capacidad real de forzar la situación y de impulsar una España federal, que sería lo único que podría frenar el auge independentista. Pretenden cambiar la Constitución del 78, que está muy blindada, y para ello tendrán que convencer a toda la izquierda española, que es «bien española» y no ve con buenos ojos ni una Catalunya con más derechos ni mucho menos su independencia. Y por supuesto la derecha (que controla el Senado, la judicatura y casi todos los engranajes del estado) en la medida de sus posibilidades no va a permitir ningún avance en este sentido.

Por eso en Catalunya han surgido expresiones diferentes a Podemos. Se trata de En Comú, que es una confluencia de varias fuerzas de izquierda que hoy gobierna el Ayuntamiento de Barcelona. También Guanyem (Ganemos) y otras candidaturas obtuvieron varias alcaldías en las municipales en Catalunya. Esta fórmula de confluencias fue repetida en las elecciones generales del 20 de Diciembre. En las elecciones catalanas de septiembre se probó la fórmula de presentar un sucedáneo de Podemos y fracasó. La enseñanza es que cuando se presentan en candidaturas plurales donde participan varias fuerzas y hay un proceso interno democrático e integrador entonces tienen buenos resultados electorales; y por contra cuando se crean estas candidaturas de forma opaca, o son vistas como imposición de Madrid, no los tienen. Es lo contrario que en muchos otros lugares de España en donde la figura de Pablo Iglesias es imprescindible para tener buenos resultados, dado que no se conoce a sus candidatos locales.

En el fondo nadan en una duda existencial. Por un lado no pueden dejar de lado su electorado en la mayoría de España (que es bastante centralista) y, por el otro, su mayor granero de votos ha sido Catalunya y País Vasco (y también Galicia y Valencia), que consiguieron presentándose coaligados a fuerzas que abogan por una especie de España federal.

Todos hablan de independencia de Catalunya como el gran desafío que enfrenta hoy la dirigencia del Estado español. Sin embargo, la independencia de Catalunya no puede ser entendida al margen de otros procesos independentistas europeos, como Escocia o el País Vasco, ¿cuáles son los paralelos y cuáles son las diferencias?

En la Europa de nuestros tiempos, dada la fuerza del capitalismo, unas de las pocas oportunidades de ruptura pasa por los procesos de liberación nacional. No se trata de rupturas con el capitalismo, sino de que cada proceso de independencia genera una inestabilidad política y económica difícil de predecir. Y en estos procesos pueden aparecer oportunidades de ir más allá en lo social (que es nuestro objetivo). En nuestros tiempos la cuestión nacional ayuda a construir mayores consensos que la cuestión social. No obstante, casi todos estos procesos están dirigidos por fuerzas conservadoras y esto es una gran contradicción.

El Proceso de Catalunya surgió como una ruptura psicológica repentina de gran parte de la sociedad. Hasta 2007 solamente entre un 15 y un 25% de los catalanes querían la independencia. Pero justo al entrar en la crisis, los gobiernos españoles cometieron varios errores políticos graves y la sociedad catalana se vio rechazada y atacada por la España centralista. Como consecuencia de ello surgió una gran desafección que hoy en día supone aproximadamente la mitad de la población catalana, que es la que votaría a favor de la independencia (5% arriba o abajo).

La desafección que comentamos tuvo una vertiente popular muy grande. Se formó un movimiento amplio de masas que movilizó hasta dos millones de personas en varios actos simbólicos muy impactantes que contaron con el apoyo de los gobiernos locales y regionales. Hay que decir que estos gobiernos, como el de la Generalitat de Catalunya (el gobierno catalán), también han impulsado el proceso fuertemente mediante todo su poder institucional y mediático, pero lo han hecho después de que se moviera la sociedad civil, y no antes. Finalmente esta fuerza conservadora que gobernaba las instituciones fue capaz de ponerse a la cabeza del movimiento y le ha conseguido marcar el rumbo.

Hoy en día están en lo que llaman la «fase de desconexión», es decir que en los próximos 18 meses esperan construir unas estructuras de estado (hacienda pública, sistema judicial, Banco de Catalunya, cuerpo diplomático, etc.) y comenzar a desobedecer las leyes españolas como si ya fueran independientes. Hay que recordar que en Catalunya no se hace un referéndum vinculante que deje las cosas claras definitivamente por que, a diferencia de Escocia, el gobierno español piensa que ganará el Sí, y es el gobierno español el único capacitado legalmente para permitirlo u organizarlo.

Probablemente la mayor diferencia con otros procesos internacionales es la existencia de este independentismo de base, hecho desde abajo, en la sociedad catalana. Y con «de base» nos referimos a que hay gente de derechas y de izquierdas actuando independientemente de los partidos políticos en asociaciones culturales y otras entidades de la sociedad civil.

¿Cómo ven ustedes, como anarquistas, la cuestión de la independencia catalana? ¿Qué opinan de la reacción que ha suscitado en todo el espectro político español, incluido Podemos, que se han unido para distanciarse de ese posible escenario?

El anarquismo está a favor de la libre organización de unas personas con otras, de unas comunidades con otras y de unos pueblos con otros. Por tanto como Organización estamos a favor de la autodeterminación de los pueblos, y en nuestro caso concreto, de Catalunya. En caso de que la sociedad catalana no quiera seguir siendo parte de España apoyaremos su independencia.

Sin embargo, y aquí diferimos del independentismo burgués, queremos que Catalunya tenga soberanía real. Y esto quiere decir que queremos que el pueblo pueda decidir sobre todos los asuntos que le afectan. Es obvio que una soberanía real entrará directamente en conflicto con los intereses del imperialismo representado por la Unión Europea y por la OTAN, que querrán seguir sometiendo Catalunya. Nuestra organización es partidaria de romper totalmente con este tipo de organizaciones y de iniciar relaciones internacionalistas con otros pueblos de igual a igual.

Respondiendo a la segunda pregunta, en España se tiene un concepto de país bastante centralista. Mientras que la forma de entender España que hay en la periferia de la Península Ibérica (y en Catalunya) sería más bien tirando hacia la autonomía de los territorios. A muy grandes rasgos, en Madrid es lógico pensar España como si fuera un todo homogéneo, mientras que en Barcelona se piensa España como si fuera una pluralidad de pueblos.

Todos los partidos de ámbito español, rechazan furibundamente la posible independencia de Catalunya. Podemos también. Pero éstos lo dicen de otra manera, hablando de «plurinacionalidad» y esbozando un proyecto federal del estado español sin decirlo claro. Desde Catalunya se ve como que juegan en la ambigüedad, porque entre los actos que ha ido realizando el independentismo catalán hubo una consulta el año pasado (unas elecciones sin base legal para ser llamada «referéndum») que Podemos boicoteó. Y ahora Podemos reclama un referéndum para que Catalunya decida. Lo que se ve es que está desobedeciendo más las leyes españolas la derecha catalana que la izquierda española (aunque, como libertarios, no nos fiamos de la derecha catalana).

¿A qué se refieren con conceptos como aprovechar «el momento constituyente» o crear una «institucionalidad popular», conceptos claves que defienden pero no desarrollan, en un comunicado reciente suyo?

Los políticos entienden lo «constituyente» como los debates parlamentarios que posteriormente darán lugar a una nueva Constitución. Y esta constitución se le dará a votar a la ciudadanía sin poder influir en su confección. Ese es el nivel democrático de la democracia liberal.

Cuando en Embat hablamos de constituyente lo hacemos refiriéndonos al debate público sobre los temas que le afectan a la sociedad. Es constituyente porque abre debate constitutivo sobre el modelo organizativo y regulatorio de la sociedad, y es ella y solo ella quien debe definirlo a través de los que mecanismos que se puedan desarrollar. No somos muy optimistas de que la sociedad por sí misma decidiera impulsar un modelo socialista libertario si la dejaran opinar libremente hoy en día. Sin embargo, creemos interesante favorecer que las mayorías sociales diseñen el modelo de país que quieren. Esto abriría la posibilidad de que se escuchen nuestras ideas que permanecen relegadas y silenciadas por la hegemonía cultural y política del capitalismo. En definitiva, lo constituyente nos interesa a priori por que puede ser un altavoz de las reivindicaciones populares más que por ser unas leyes en un libro. Ya sabemos que las leyes que benefician al pueblo no se aplican.

En tanto a nuestra manera de entender la institucionalidad, decimos que ahora mismo sólo existen instituciones de las clases dominantes, de la burguesía. Tienen en su poder todas las administraciones, exceptuando algunos ayuntamientos que han quedado en manos de las izquierdas y que no entran en esas dinámicas. Lo que entendemos es que no podemos jugar bajo las reglas del enemigo y que hay que cambiar el terreno de juego. Las instituciones de la burguesía son irrecuperables. Tenemos que dedicarnos a crear una sociedad paralela desde ya, no para vivir la vida esperando que el sistema nos ignore, sino para gestionar todo lo que nos afecta y para plantear una alternativa de sociedad. Y esto es construir una institución. Pero la institución popular necesariamente se solapará con las competencias de la institución legal. Aquí surgirá la disputa. Por eso defendemos que las instituciones populares (asambleas, comités, consejos, sindicatos, municipios, comunas) deben formarse mediante el poder popular, mediante el conflicto de intereses entre el pueblo organizado y las élites.

¿Cómo ven ustedes la articulación de este proyecto libertario en medio de la crisis económica en el Estado español y Europa? ¿Cuál es la situación y qué posibilidades abre para ir más allá de las fórmulas capitalistas?

En estos meses estamos viendo que crece una nueva amenaza económica a la ya depauperada economía europea. La crisis que ya sufre China, Brasil, Canadá… los países productores de materias primas en general, está hundiendo la economía de estos países, y con ello su consumo. Por tanto es obvio que la Europa exportadora volverá a ser golpeada por la sencilla razón de que no podrá exportar tanto. En España al haber vivido un año electoral se nos ha bombardeado con la idea de que la economía va mejor. Esto ha mejorado la confianza en la economía y animado algo más el consumo. Además es cierto que la crisis del 2008 ha tocado fondo, pero eso ha ocurrido a costa de producir 2 millones de emigrantes hacia el extranjero, de gastarse el fondo de las pensiones de jubilación hasta niveles alarmantes y de empobrecer el país a todos los niveles. Y a pesar de la lección de la crisis, el modelo productivo español sigue inalterado (orientado hacia la economía de servicios y el turismo) y las desigualdades entre ricos y pobres siguen agrandándose.

El movimiento libertario y la izquierda europea deben liderar una ofensiva social reactivando la lucha de clases todo lo posible. Es necesario recuperar los sindicatos como herramientas en este proceso, ya que la clase obrera tiene en sus manos la capacidad de paralizar un país entero. Es necesario construir medios de comunicación masivos que no estén al servicio de los intereses de nuestros enemigos, y tener acceso a los que hay. Es necesario tener unos movimientos sociales unidos y con un proyecto conjunto que conforme un movimiento popular con su propia agenda independiente de los partidos políticos. Y todas las luchas deben estar conectadas en todo lo posible retroalimentando unas con otras. La oportunidad del anarquismo pasa por generar experiencias de poder popular y de dinamizar la comunidad para que se emancipe de los estados capitalistas. El anarquismo no se puede quedar en pequeñas experiencias de autogestión o en la contracultura, tiene que ser una herramienta para transformar toda la sociedad.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.