Tras el cierre de la exposición ‘Seat 1950-1977. La arquitectura de la represión’, repasamos la historia de los derechos laborales en sus fábricas y en todo el Estado.
Empezó como empresa pública y semimonopolio, acaba de cumplir su sexagésimo aniversario y cuenta más de 13.000 personas en plantilla. Hablar de SEAT supone hablar de buena parte de la historia industrial del Estado español. Por eso y por la tradición reivindicativa de sus trabajadores, viendo lo que pasó y lo que pasa, repasamos la evolución de la lucha obrera y del sindicalismo.
SEAT cambió de manos en los ’80, en plena crisis económica, en pleno reacomodo del capitalismo a la nueva democracia liberal en España. Del acuerdo al que llegaron el régimen franquista y la italiana FIAT para fabricar utilitarios ya no queda nada y ahora es Volkswagen la que impone los cambios, los ritmos y las necesidades de producción. Hoy la plantilla, presionada quizá más por la amenaza de la crisis que por la crisis en sí, fabricará el Audi Q3 a cambio de una congelación salarial. Volkswagen puso esta condición a los trabajadores para llevar el modelo a Barcelona. La decisión se votó en referéndum, pero con tan poca participación que algunos sectores, como la CGT, no lo consideraron válido. Las fuentes entrevistadas aseguran que en realidad la empresa ya sabía en 2007 que el Q3 se haría aquí.
Marcha atrás en los derechos Pero en todos estos años ha habido una involución en la organización del trabajo y en las condiciones laborales. Como nos cuenta Carles Vallejo, en la empresa desde hace 40 años, SEAT fue un ejemplo perfecto de fordismo en el Franquismo, con una organización castrense propia de sus dirigentes, y lo sigue siendo hoy, aunque en versión civil. Según Vallejo, la situación es quizá peor. El toyotismo, la versión del fordismo desarrollada en los ’70 y que SEAT aplica hoy, supone que el trabajador añada capacidades intelectuales en su tarea, debido al autocontrol de la calidad y a la flexibilidad que se le exige para que sea capaz de distinguir procesos dentro de la misma cadena. Si antes sólo se encargaba de poner una pieza, ahora tiene que decidir qué pieza pone y controlar que esté bien puesta. La alienación es aún mayor.
De igual modo, la introducción de la flexibilidad en la cadena mediante los círculos de trabajo se traduce en un control entre trabajadores, al sustituir al encargado por un responsable de entre ellos mismos. Como explica Diego Rejón, de CGT, además hay nuevos sistemas agresivos de control del tiempo y el cambio de maquinaria ha supuesto nuevos tipos de enfermedades en las articulaciones.
El contraataque a los derechos sociales no es nuevo y Rejón recuerda cuando en los ’80 se exigió trabajar también los sábados. Con la pérdida de la competitividad como excusa, y un absurdo argumento ateísta de por medio («librar los sábados es un artificio católico»), la empresa logró este retroceso. Más tarde se rebajó el precio de la hora en festivo, hasta igualar en la práctica con los laborables.
Marcha atrás en la lucha Para entender este largo proceso de pérdida de derechos podemos fijarnos en la evolución de la lucha obrera y sindical. Los trabajadores de SEAT, como los del resto del Estado, parten de la situación política de brutal represión. En esta empresa automovilística fue de especial gravedad por ser pública y una de las joyas industriales de la corona. La plantilla presenciaba la muerte de Franco en pleno auge de la lucha, con asambleas multitudinarias en el campo de fútbol de la Zona Franca y la consecución del convenio. La masa obrera, joven y procedente del mundo rural, se le va de las manos al régimen y triunfa Comisiones Obreras.
A partir de ahí, Rejón ve una deriva de los sindicatos mayoritarios, que se acomodan y se vuelven grandes maquinarias con intereses propios. Así, a finales de los ’80, y siempre según Rejón, CC OO expulsa a algunos de sus miembros por denunciar la corrupción de los propios sindicatos en las contrataciones de personal. Si uno era delegado sindical de UGT o CC OO, sus hijos tenían trabajo garantizado. Rejón añade, a modo de ejemplo de este nuevo statu quo, que muchos delegados de UGT en SEAT son regidores del PSC en la zona.
Tanto Vallejo como Rejón coinciden al observar un mayor individualismo en la plantilla de SEAT, que achacan a un cambio general de valores. Los sindicatos tradicionales crean suspicacias en buena parte de la plantilla que, de todos modos, no ha demostrado ser muy partidaria de otros tipos de acción colectiva.
El discutido cierre de la exposición ‘Seat 1950-1977’
En febrero, el nuevo Gobierno de la Generalitat cerró el Memorial Democrático y se llevó por delante la exposición Seat 1950-1977. La arquitectura de la represión. La polémica no tardó en surgir, pese a que se alegaron problemas de salubridad en el edificio en el que estaba. Algunas voces, como la de Joan Herrera (ICV) pusieron en duda si los motivos eran técnicos o políticos. En cualquier caso, se anunció que en mayo se decidiría un nuevo emplazamiento. Quizá entonces, cuando veamos qué ocurre con él, queden claros definitivamente los verdaderos motivos del cierre.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/SEAT-Industria-y-lucha-en-cuatro.html