Traducido para Rebelión por Germán Leyens
A medida que el desastre de la planta Fukushima se sigue desarrollando, un experto nuclear advierte de que «es un accidente que no se detiene».
Arjun Makhijani, presidente del Instituto de Investigación Energética y Medioambiental (IEER), hace sonar la alarma sobre el estroncio radiactivo que se libera en esa planta:
Fukushima sigue siendo una emergencia sin fin, vastas cantidades de radiactividad, incluyendo estroncio-90 en el agua subterránea, evidencia de filtraciones en el mar, la perspectiva de mariscos contaminados. El estroncio-90, al ser análogo al calcio, se bioacumula en la cadena alimentaria. Es probable que sea una pesadilla costera durante décadas.
Hablando esta semana con PBS Newshour el autor de Carbon-Free and Nuclear-Free dijo que el estroncio es «mucho más peligroso» que el cesio 137 y 134 que se libera en Fukushima y se halló «a niveles 30 veces superiores al cesio». Siguió diciendo:
Para dar una idea del nivel de contaminación, si alguien bebiera el agua durante un año, es casi seguro que tendrá cáncer. Por lo tanto estará muy contaminado.
Ese es un problema. El otro es que las defensas que impiden que esta agua llegue al mar parecen estar superadas. Por lo tanto ahora las aguas contaminada, entre 265.000 y 295.000 litros, fluirán hacia el mar cada día.
Cuando le preguntaron qué sucede cuando el estroncio radiactivo llega al mar, Makhijani respondió:
Bueno, cuando llega al mar, por supuesto, algo se dispersará y diluirá. En parte llegará al sedimento y otra parte será absorbida por la vida marítima.
Y lo malo del estroncio es especialmente que se bioacumula en algas, se bioacumula en peces. Ataca los huesos, porque es como el calcio. Y esto constituye un problema. No tenemos mediciones demasiado lejos de la costa. El Instituto Woods Hole ha hecho algunos estudios. Y se sorprendieron de la cantidad de radiactividad continua que encontraron, pero todavía no hay una explicación clara.
Pero no solo los peces absorberán la radiación.
Cuando Living on Earth preguntó a Makhijani cómo puede afectar la radiactividad a la salud humana, dijo:
Bueno, el estroncio-90 y el cesio serían ambos peligrosos, y el estroncio-90 es más móvil y también más peligroso biológicamente; el estroncio se comporta como el calcio, va a los huesos. También se acumula en la base de la cadena alimentaria y si hay bastante estroncio una gran parte de la cadena alimentaria cerca de Fukushima resultaría contaminada.
Si las mujeres embarazadas comen el pescado contaminado o beben el agua contaminada, dijo:
El resultado podría ser peor que el cáncer porque entonces se está hablando de un niño mucho más comprometido en el sentido de que nace con el sistema inmune comprometido y sería más vulnerable a todo tipo de enfermedades.
Siguió diciendo que no se sabe de qué forma TEPCO u otras autoridades podrán encarar esta «radiactividad que esencialmente es eterna».
Tengo muy poco claro cómo van a poder llegar a ese combustible fundido, extraerlo del fondo de esos edificios terriblemente dañados y embalarlo para un almacenamiento o eliminación más segura o menos peligrosa.
«Es horrendo, pero se trata de un accidente que no se detiene», advirtió.
Existe una certeza entre muchos aspectos desconocidos, escribe el veterano activista antinuclear Harvey Wasserman:
Lo que sabemos demasiado bien en el caso de Fukushima es que la peor catástrofe atómica del mundo está lejos de haber terminado.
La única cosa predecible es que habrá peores noticias.
Y cuando suceda, nuestro planeta, cada vez más frágil, será más irradiado, a un coste inmensurable para todos nosotros.
Fuente: http://www.commondreams.org/headline/2013/08/10-0
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