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Segunda carta de Fidel Castro a Bush

Fuentes: La Jornada

La segunda carta de Fidel Castro al «señor Bush» puede muy bien ocupar -como la primera- un lugar en los anales del género epistolar y el manifiesto político. Bastarían sus méritos literarios para recomendar su lectura como estímulo moral, acrecentado si se contrasta con la mediocridad intelectual predominante entre los gobernantes actuales (véase el texto […]

La segunda carta de Fidel Castro al «señor Bush» puede muy bien ocupar -como la primera- un lugar en los anales del género epistolar y el manifiesto político. Bastarían sus méritos literarios para recomendar su lectura como estímulo moral, acrecentado si se contrasta con la mediocridad intelectual predominante entre los gobernantes actuales (véase el texto íntegro en www.cubaminrex.cu/Archivo/Presidente/2004/FC_210604.htm).

Ideas de enorme complejidad histórica, cultural, jurídica y política relacionadas con el estado actual del añejo conflicto entre Cuba y Estados Unidos son sintetizadas por el autor en lenguaje sencillo, directo y convincente.

Pero los valores formales y humanísticos del documento son también inseparables de la coyuntura internacional en que se publica, que le otorgan un sitio fundamental en la historia contemporánea. Es el momento en que los datos indican que la pandilla fascista de Bush se encamina a una derrota electoral en las próximas elecciones de noviembre. En la medida en que ve el barco hundirse estrecha su maridazgo con la contrarrevolución de Miami, que exige públicamente el asesinato de Fidel Castro y la invasión de Cuba en violación de las propias leyes de Estados Unidos. Este grupo nunca había recibido más aliento ni gozado de mayor impunidad en ese país, cuyo fuehrer proclama, en nombre de la democracia, el propósito de acelerar el derrocamiento de un régimen ultrademocrático como el de Cuba, respaldado por un consenso popular sin igual. El líder cubano apunta: «(…) usted se deja llevar por la fanática creencia de que su relección de noviembre depende del apoyo de una mafia conocidamente terrorista (…) Todo el mundo recuerda lo ocurrido en la Florida, donde ellos cometieron numerosos fraudes electorales (…) y usted obtuvo la victoria por sólo 518 votos (…) los errores a que los compromisos con esa mafia lo conducen pueden ser decisivos a la inversa en las próximas elecciones». En otras palabras, una postura agresiva hacia Cuba puede por primera vez inclinar el voto cubano y estadunidense contra el que la sostenga y llevarlo a perder las elecciones en Estados Unidos.

La carta destaca por su continuidad con las lúcidas ideas que ha venido planteando Fidel desde el mismo 11 de septiembre de 2001 en relación con la política de Bush. El presidente cubano hace este recordatorio: «Cuba fue totalmente solidaria con el pueblo de Estados Unidos a raíz del doloroso e injustificable ataque (…) Ese mismo día expusimos nuestros puntos de vista, que hoy se van confirmando con precisión casi matemática. La guerra no es el camino para poner fin al terrorismo y la violencia en el mundo. Aquel trágico episodio ha sido utilizado como pretexto para imponer al planeta una política de terror y fuerza».
Otra cuestión que da un carácter único al documento es la sólida argumentación sobre la imposibilidad material de reducir a Cuba tras la muerte de Fidel mediante el recurso de la guerra de agresión y el costo impagable que tal aventura implicaría para el agresor. El jefe revolucionario advierte: «En las condiciones actuales de Cuba, ante una invasión al país, mi ausencia física -por causas naturales o de otra índole- no harán el menor daño a nuestra capacidad de lucha y resistencia (…) Ustedes no podrán disponer de un día, una hora, un minuto ni un segundo para impedir que la conducción política y militar del país sea asumida de inmediato (…) No intenten (…) operaciones quirúrgicas o guerras de desgaste con el empleo de técnicas sofisticadas, porque los acontecimientos se les pueden ir de las manos».

La situación de Bush es la de la derecha en la mayor parte del mundo. Carente de argumentos por el orden mundial intolerable que ha impuesto, la política no le sirve y su tendencia es atrincherarse en el terror, mezclado con la mentira descarada y la instigación del miedo a través de medios de difusión, cada vez menos creíbles. Terror, mentira y miedo son ya tres caras de una misma moneda derechista condenada al fracaso. La derrota electoral de Aznar así lo confirma como parte de un fenómeno que toma cuerpo a escala universal.

Las brutales medidas que Bush está tomando contra el pueblo cubano a los dos lados del estrecho de la Florida no tienen un menor ánimo de revancha y genocidio que las prácticas salvajes en la ocupación de Afganistán, Irak y Palestina o la militarización en marcha en América Latina.

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