De nuevo con el sí del Tripartito de la CAV a los Presupuestos Generales del Estado como tramoya, y la recíproca del PSE-PSOE a los del Euskadi en primera convocatoria, el semáforo para el trazado ferroviario de alta velocidad en horquilla conocido como «Y Vasca» cambia, tras dieciséis años en rojo, qué flash, a verde. […]
De nuevo con el sí del Tripartito de la CAV a los Presupuestos Generales del Estado como tramoya, y la recíproca del PSE-PSOE a los del Euskadi en primera convocatoria, el semáforo para el trazado ferroviario de alta velocidad en horquilla conocido como «Y Vasca» cambia, tras dieciséis años en rojo, qué flash, a verde. Sale, en su totalidad, por 4000 millones de euros.
El Ministerio de Fomento le dio al interruptor y alzó la bandera, dando vía libre a un proyecto que se propuso en fechas poco oportunas, la decadencia del felipismo y la posterior alternancia hermética de un Josemaría Aznar elusivo en todo cuanto se cavilase en la pérfida periferia. El Gobierno central que ahora rige, PSOE, remiso también hasta hoy a este retículo ferroviario, ha renunciado al recurso del recurso del contrarrecurso enésimo contra la «Y vasca», que se atrofiaba entre polvo y ácaros en el Tribunal Constitucional, curioso areópago donde las inmiscibles premisas de política y justicia confluyen. Desautorizaba el auto, allí bloqueado y ahora desistido, iniciativas del Gobierno de Gasteiz como la adjudicación de contratas para que el TAV previsto, que comunicará en sus principios las tres capitales de Euskadi entre sí en media hora, con empalme hacia la Villa y Corte, saliese de la mera planificación a los raíles y al mapa.
Corren las témporas de Rodríguez Zapatero, que si se fijan tiene un concepto de la vertebración del Estado autonómico muy paterfamilias ante la prole que se le emancipa, y otorga prebendas patriarcales a cambio de que en las reuniones del Clan le den la razón, más aún si se trata del Patrimonio troncal. También, llegado el caso, que le echen una mano o le pasen un plus pensionario. Los Presupuestos Generales: ahí radica el sésamo o abracadabra. Un Patxi López parco en palabras que dio el sí al alborozado Gobierno vasco (se besaban) en sus Cuentas evidencia la contrapartida, como líder del PSE-PSOE, y sus silencios son elocuencia castelarina. Encima, a Ibarretxe ahora le facilitan el Cupo y le armonizan el Concierto Económico para que la «Y» vasca, la, infraestructura de mayor alcance en la historia del País Vasco, 4000 millones de euros de factura total, vaya sobre ruedas.
Nativo estéril, inmigrante joven
Jamás sabremos lo que se ha movido en pasillos, camarillas, ‘lobbies’ empresariales, desde la Cámara de Comercio hasta contratistas de machacas; banca, multinacionales, sindicatos, la cafetería de la CE y otras reboticas de la razón de Estado. No se orille la torrentera de masas a las que llaman inmigrantes, cada vez más nutridas. Una población estéril deberá alejarlas de las mafias y encauzarlas hacia el empleo digno y una mano de obra joven, imprescindible savia, que en Euskadi escasea. Veamos.
En enero de 2005 se empadronaron 72.767 extranjeros en municipios vascos: 35.054 llegaban de Latinoamérica; 8.877 del norte de África y 19.571, de Europa. En cuanto a los nativos de Euskadi, personas mayores de 65 años habitan el 20% de los hogares Cobija el resto una ciudadanía de más de 43 y, al convivir generaciones en fenómeno que oficialmente se califica de polinuclear, eufemismo por tribal, quien ostenta la cabeza de familia pasa de los 56. La edad media de las parejas sin hijos es de 35 años, muy elevada o renuente a tener descendencia. Subyacen, en los tres territorios de la CAV, 120.000 viviendas unipersonales, el 15% del total; de ellas, un 71% las habitan mujeres. Puede añadirse, el contexto es laberíntico, que una ciudadanía francamente vetusta, o achacosa, provocará, con exigencias de Tráfico cada vez menos permisivas, que del volante se pase a peatonal o a desplazarse en trenes, metros y tranvías. Ley de vida. Prejubilados, o como recreo ocioso, o fuga de la rutina de barriada, querrán ver mundo. Queda conocer el precio del pasaje.
Tramo a tramo, el Ejecutivo vasco va logrando instalaciones de gran alcance y no exentas, como la «Y» de marras, de pros legitimistas y contras ambientales en sectores contestatarios. Ya sucedió al trazarse autovías que al final se terminan utilizando porque, una vez instalado el artilugio, a ver quién lo quita, y nadie se libra de la pandemia de la prisa instantánea. Madrid a dos horas, asegura este TAV, con empalme para el Sur en la estación de Atocha. Anzuelo difícilmente rechazable. Otro apetitoso cebo lo constituyen los ramales subsiguientes a su ejecución inicial, hacia Burdeos-Pau-París, en terminología oficial del Ejecutivo «eurozona de Aquitania» adherida por ferrocarril a Euskal Herria. De ahí, a Europa, en un pispás, emergiendo del Reino subpirenaico. Otros horizontes.
Trenes equivalentes a 3.000 tráileres
Su utilidad, más allá de la praxis, el idilismo y la mística, ya la adelantó «Maverick Press», y radica en el embudo vial que se produce en Biriatu-Behobia, problemático nudo para un denso trajín rodante que procede de Europa al encauzarse en la A-8, trazada en los pretéritos 1970. Los posthippies exhibían una pegata con un sol jovial en el parabrisas trasero de los 2CV, troncomóviles que, pese a quien pese, tragaban gasofa y disponían de pestífero tubo de escape. Fueron luego los 1980 época de crisis industrial, sablazos y pronunciamientos con tricornio; esperpentos (desde la perspectiva actual) que un capitán de la Legión ha superado, y Bono ni le ha reñido ni encerrado en calabozo: a casa, a ver telebasura.
Días, aquellos, de amarre inversionista, inexperiencia en economía continental, ‘stocks’ con telarañas en pueblos fabriles cuyas talleres subsidiarios cedían paso a un turismo nórdico y neurasténico que no viene a Euskadi buscando brumas ni sirimiri; y en cuanto al Guggenheim, visto uno, vistos todos. Supervivientes vendían piso por piso tricotosas sin salida. Propietarios de plantas sin rumbo ni diversificación, ni oferta competencial, cedían a la baja la gerencia en cooperativa a la obrerada. Los bugas y furgonas cuyos viajantes, hoy comerciales, rodaban sobre un asfalto expedito ni por pienso, ni por carta astral, preveían las actuales manadas de camiones exóticos, plaga tan necesaria como asilvestrada. Ni que la ciudadanía cívica que opta por la moto, dicen, en la ciudad, guarda en el garaje un yip todoterreno, de estampa bélica, para visitar a la suegra en el pueblo de al lado o ir a la compra al Hiper.
La «Y vasca» permitirá otrosí continuidad terrestre a lo que llegue de la mar hasta los nuevos superpuertos de Pasaia o Bilbao. Se conduce, hoy, por sendas impredecibles, angostas, polutivas, aunque pinten el surtidor con espejismos verdemar. Agréguese que el diesel, pregunten a camioneros, arrantzales y labriegos con tractor u otra agromaquinaria, y demás carburantes, con o sin plomo, van por las nubes. Los acelerones del diario atasco obligan a repostar y a aliviar el bolso. Añádase el desgaste neuronal. Desde la cabina del transportista, juzguen los retrasos, ansancios, letargos al acecho y el agobio de los controles opuesto a la tiranía patronal, que así luego pasa lo que pasa. Filigranas, hacen los frigoríficos de pescado con prima en las lonjas del interior. O sea, un París-Dakkar cuando afluyen a autopistas que otros colegas de todo Europa saturan y anquilosan. Con hormigoneras, barro, lluvia o niebla, un martirio. Absorberán los TAV de mercancías de esta «Y vasca», se prevé, en convoyes de plataformas ad-hoc, contenedores cuya carga se asimila, si cumplen, a 3.000 tráileres diarios. Qué respiro.
Aumentar carriles en las autovías sí organizaría un cataclismo de mucho preocupar. ¿Que se van a producir expropiaciones, que se marginarán comercios, restaurantes, sector terciario? El proyecto es polémico, y se van organizar mítines, manifas, alternativas pancarteo, revocaciones. Pero si se plantea un futurismo de negociación y mesas redondas, se impone, más allá de la algarada, que la «Y» dé que hablar; y así, exigir las oportunas compensaciones por parte de otros departamentos, sobre todo Hacienda. Es inevitable. Ya ocurrió con las calzadas romanas, y la Vasconia de aquellos días jamás pensó, como el chovinista Astérix, que estaban majaras. Exijamos que el TAV las respete, que hoy son tesoro del pueblo soberano. También, que las licitaciones creen empleo; que absorban y legalicen la extranjería ya citada, sin discriminación ni chantaje; que sean claras y, sobre todo, lícitas.
Obra faraónica
Llegaron las ‘kalendas graecas’ cuando menos se las esperaba. La obra faraónica -¿desde cuándo las pirámides son feas?- comenzará su primera fase, la de Gipuzkoa, este mismo año, 2006, y concluirá el tramo en veintisiete meses con un coste de 1.600 millones de euros que, si bien saldrán de los caudales de Gasteiz, luego se amortizarán restándolos del Cupo. Se permitirá, a través del Concierto Económico, que la CAV adjudique y administre obras en terrenos de competencia estatal. Dado lo abrupto de la topografía del antedicho territorio histórico, Gipuzkoa, no caben en ella velocidades que rebasen los 220 km/hora en TAVs de viajeros. Corresponderá a su vez al Gobierno central el coste de los 5,2 kilómetros de vía que unen Legutiano y Vitoria-Gasteiz.
Para el PNV, la «Y vasca» es un triunfo de la tenacidad, la labor de zapa y el arte de pasar por la gatera sin dejarse excesiva pelambre. Los partidos de la oposición relativa, o bajo sospecha, o camuflados en el medio ambiente de la jungla sostenible, o el no al progreso enceguecido, no será una buena noticia la «Y»; ni un semáforo, en terminología del vulgo, verde. Algunas intransigencias visuales, medítese, recuerdan a ciertos urbanitas egocéntricos que se indignaban porque, al subir al monte a airearse, la panorámica ya no se asemejaba a los lienzos de Arteta o Ucelay. En los caseríos instalaban televisión, y sus antenas eran un insulto al excursionismo y a la estética pastoril. Qué decir cuando las sendas se asfaltaron, y la chavalería dejó de acudir a la escuela con los zapatos en la mano. Moteros en el agro, no. Ni tanto eucalipto. Recuérdese al respecto que gran parte de los caducifolios se sembraron por Real Orden de Carlos III, como materia prima para buques de guerra.
A este respecto, hay que recordar la parábola, cuando se senderea, del biólogo Busca Isusi, de Zumarraga. Señalaba este gourmet sabio, ya fallecido, que no existirían, sin las Américas, ni el paisaje costumbrista ni el tópico, ya empalagoso, de la gastronomía vasca. A las alubias, parásito del maíz, se las conoce aún en euskara como «indiarrak», indianas. Al propio maíz, tan predilecto de los plenairistas del impresionismo local, se le designa como «artoa», que literalmente es «mijo», lo que aquí se comía en gachas antes de llegar de Ultramar los ultramarinos. Sin maíz, patata, pimiento, tomate y otros vegetales, la huerta vasca que se tiene por inmanente sería un erial; no existirían ni marmitako ni bacalao a la vizcaina. Digresión útil, en un territorio que fue imán de civilizaciones con las que se supo convivir para crecer culturalmente. Sin los celtas no habría arado, ni guadaña. Sin los normandos, que esclavizaron vascones como galeotes, no se hubiesen localizado caladeros de bacalao y ballena. Ambos, en su día, elemento básico de economía costera y nutrición de tierra adentro, sobre todo Navarra.
Desarrollismo a cualquier precio, nunca. Sólo falta la reacción, a este asunto de TAV transeuropeo, del PP central y tradicionalista. La oposición no es oponerse, como se ha dicho irresponsablemente, sino aportar. Veremos qué vocean, que son vara de medir y barómetro.
¿Agravio comparativo?
Hay quien sospecha que cuando los catalanes alcanzan un agravio comparativo, con un honorable president del PSOE y ancestrales virtudes de tejemaneje fiduciario, a Ibarretxe, en sus inicios presidente del Club Ciclista de su sitio, Laudio, que se siente chupando rueda y posiblemente lo denuncie por teléfono, de tú y con talante, se le compensa con una regalía. Han sido, subráyese, 16 años de pugna y silencio áulico y judicial, resueltos por birlibirloque en el contexto de un Estatut más o menos pasado por la fresadora y, para los populares, la atomización de su España josenatoniana y folklórica.
Pero Juanjosé tuvo que encajar una derrota pírrica, con la negativa en la Carrera de San Jerónimo a su Libro Rojo para Euskal Herria. No le interesa, a un Zapatero malicioso, que se le presenten en el hemiciclo los Lejías con la cabra, y no pudo, sumiso a una Constitución artrítica por su caduco pero intocable Artículo Octavo, aceptar la exposición en Pleno del lehendakari. Constitución que no se va a corregir porque el bebé Leonor no va a reinar nunca. Una lectura no autorizada de las peripecias borbónicas a lo largo de la Historia obliga a dudas más que razonables al respecto. Otrosí, vaivenes impredecibles, puede proclamarse la República. Pero arrebatarles a los milicos la facultad de defendernos de nosotros mismos, ya se ha visto, leído y sufrido que resulta inviable. Esa «Y Vasca» conlleva su estigma, un epíteto tan maldito que lo llaman aún «el Norte».