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Entrevista a Luisa F. Cabeza, coordinadora del IPCC.

«Si se invirtiera más en renovables no necesitaríamos la nuclear ni tanto gas»

Fuentes: La marea climática [Imagen: Es la tercera vez que Luisa F. Cabeza participa en el IPCC. Foto cedida por ella]

A cargo del capítulo sobre edificios, la profesora y doctora en Ingeniería ha sido una de las responsables de negociar online con casi 200 países y durante dos semanas el resumen político del informe sobre mitigación del IPCC.

Son miles las formas que hay para reducir las emisiones que calientan el planeta e impulsan el cambio climático. Tantas, que el IPCC (el panel de especialistas en la materia de la ONU) acaba de presentar un documento con casi 3.000 páginas. En él se establecen también fechas claves: antes de 2025, las emisiones globales de efecto invernadero deberán alcanzar su pico. Es decir, a partir de mitad de década, las emisiones que se contabilicen cada año deberán ser menores que el anterior. Para 2030, la reducción debe ser del 43%. Y en 2050 hay que lograr emisiones netas cero, es decir, emitir tan poco que lo residual se pueda absorber (por medio naturales o artificiales). Todo esto con un único objetivo: limitar la temperatura a 1,5 ºC.

Con los años marcados en el calendario, esta década es crucial. Y los tres informes publicados (el primero fue en agosto, el segundo en febrero y ahora éste sobre mitigación) son la última referencia para la acción: “No podemos esperar al próximo ciclo de informes para hacer algo. Lo que estamos diciendo desde hace diez años es que o hacemos algo ya o estamos en problemas. Ya vale de esperar”, alerta Luisa F. Cabeza Fabra, doctora en Ingeniería industrial y profesora en la Universidad de Lleida.

Son varios los autores y autoras de España que han formado parte del reciente informe del IPCC, pero ella es la única que lo ha hecho en calidad de coordinadora de uno de los capítulos, en concreto, el de edificios, que “producen hasta un 30% de todas las emisiones que hay en el mundo”. 

Esta es la tercera vez que Luisa F. Cabeza colabora con el IPCC, aunque nunca antes le había tocado negociar con los delegados de casi 200 países el resumen para responsables de políticas, una versión reducida -y descafeinada- del documento principal. Duró dos semanas y se alargó 40 horas más de lo previsto, lo que provocó que la publicación se retrasara seis horas: “El sábado a las cuatro de la mañana terminé de aprobar todo lo que había participado, y me fui a dormir”, relata al explicar lo cansado y frustrante que es este proceso. La nuclear, las dietas o los biocombustibles, entre los temas que “más dolores de cabeza” dieron, explica.

Habrá gente que no quiera o no tenga tiempo de leer el informe ni los artículos en prensa. ¿Cuál es el mensaje más importante que le gustaría transmitir y que sintetiza el trabajo que han realizado?

Si no nos ponemos todos de acuerdo, y no nos ponemos a hacer algo, no solucionaremos el problema del cambio climático.

La ciudadanía tiene la capacidad de influir en las políticas y promover cambios.

Evidentemente influye en las políticas. Empieza por manifestar nuestras preocupaciones y a quién votamos, pero también me refiero al hecho de que tenemos que cambiar la forma que tenemos de vivir. No supone vivir peor ni bajar los estándares de calidad de vida, sino cambiar algunos aspectos del cómo vivimos y hacemos cosas.

¿Cuál es el impacto de los edificios y la construcción en el cambio climático?

Se considera que los edificios emiten hasta un 30% de todas las emisiones que hay en el mundo. Evidentemente, esto incluye las emisiones directas e indirectas, es decir, las de uso pero también las de producción de energía. Si se observan los grandes sectores -industria, edificios y transporte-, más o menos cada uno de ellos contribuye un tercio.

¿De qué manera se puede mitigar el impacto que tienen las edificaciones en el cambio climático?

En este informe se ha constatado por primera vez que en la edificación cuenta todo el ciclo de vida. Es decir, desde que se diseña, construye, se vive en él y se deconstruye. Y eso significa que tenemos que trabajar en cada uno de ellos. Concretamente, en los conceptos de suficiencia, eficiencia y renovables. La suficiencia es hacer todo lo posible para que el edificio tenga menos necesidades energéticas. Esto pasa por el diseño y su orientación, tener unas ventanas con el tamaño adecuado, el aislamiento correcto…  Hacer que el edificio necesite menos, y eso también pasa por el comportamiento de las personas.

La eficiencia se logra cuando ya el edificio consume lo mínimo posible, y utilizo equipamientos y electrodomésticos lo más eficientes posibles. Finalmente, lo poco que necesites, que se cubra con renovables. 

Se debería seguir siempre [este proceso]: primero necesitar poco; luego, que lo que necesite tenga alta eficiencia energética y, por último, que esa necesidad se cubra con renovables.

¿Y construir menos?

No creo que haya que construir menos. Al final todos necesitamos una casa. Lo que hay que hacer es construir bien y mantener los edificios en condiciones. Lo que no puede ser es que tú tengas una casa y te des cuenta de que las ventanas de repente cierran mal o peor y, como tienes frío, compres una caldera de gas más grande. Lo que hay que hacer es mejorar las ventanas.

Las personas tenemos que ser conscientes de que nuestro edificio debe gastar lo menos posible. También es importante que las ayudas que hay no solo sean para cambiar la caldera, también tiene que haber ayudas para cambiar las ventanas y tenerlas en condiciones.

¿Apuesta demasiado el informe por un crecimiento verde? Señala la necesidad de pasar a un modelo renovable, pero sin cuestionar el sistema que nos ha llevado al problema y sin dar espacio a otras alternativas como el decrecimiento.

Hay que tener en cuenta que los informes del IPCC no son informes políticos, son informes científicos, y todo lo que se pone en él tiene que estar avalado por artículos científicos publicados en revistas con revisión por pares. Entonces, afirmaciones como la que haces tú a lo mejor todavía no están científicamente demostradas.

También hay que tener en cuenta que de lo que pone en el informe, que son alrededor de 3.000 páginas, a lo que sale en el Resumen para Responsables de Políticas [en inglés, SPM: Summary for Policymakers], que son unas 60, y lo que sale en la prensa, se pierde mucho contenido por el camino. El informe en sí tiene alternativas y las evalúa e intenta decir cuáles hasta el momento han dado mejor resultado que otras. 

Al final no se puede generalizar. No hay una sola solución, hay que hacer muchos cambios. Y no todos son tan fáciles de llevar a cabo. Por ejemplo: ¿por qué en Europa no se hace una mayor apuesta por las renovables? Pues porque todo esto vale mucho dinero, y si apostamos mucho por ello estamos perdiendo competitividad. Es cierto que es más importante el estado de vida de nuestro futuro que la competitividad, pero que solo lo haga Europa no sirve para nada porque el cambio climático es un tema global y, además, no podemos arruinar nuestra economía. 

Es tan difícil llegar a poner de acuerdo a toda la humanidad, con intereses tan diferentes y con problemas tan diversos, que hace que parezca que no se está haciendo nada. Yo creo que se está haciendo mucho. Obviamente no lo suficiente ni mucho menos, pero no es tan fácil.

La importancia también de que los cambios que se acometan sea bajo una principio de justicia.

Es muy evidente que la transición debe ser justa, pero eso es lo que la hace también más difícil.

El informe también desprende cierto tecno-optimismo. Incluye en sus modelizaciones tecnologías de captura y eliminación de CO2 que todavía no son viables porque son caras y no están lo suficientemente maduras. ¿No puede esto distorsionar la acción climática?

Creo que el objetivo no era darle tanto enfoque como tú dices, sino que el mensaje era que si queremos llegar a una economía cero en carbono es imprescindible hacer posible la captura de carbono. 

Estoy de acuerdo contigo en que son tecnologías que no están 100% probadas, por lo hay mucho camino que hacer. Pero lo que está claro es que a emisiones cero no vamos a llegar. A emisiones negativas todavía es más improbable que lleguemos. Por tanto, si lo que queremos es lograr emisiones netas tienes que restar, y la única forma de lograrlo es haciendo captura de carbono. Eso es lo que el informe quiere decir. 

Pero también es muy importante que entendamos que las tecnologías no están listas, y me gusta que me lo preguntes porque demasiado a menudo oigo que todas las tecnologías están listas y que por qué no las implementamos. Se necesita todavía mucha inversión e investigación.

Según el informe, “es improbable que todos los sistemas energéticos con bajas emisiones de carbono del mundo se basen totalmente en fuentes de energía renovables”. ¿Qué papel debe jugar la nuclear? El informe apenas la menciona,  le concede un papel secundario en la transición energética y señala su alto coste inicial.

Ha habido mucha discusión y mucha controversia entre todos los científicos. Debemos ser conscientes y aceptar que, aunque es una tecnología con bajas emisiones, seguimos teniendo el gran problema de los residuos nucleares, además de los riesgos que conlleva.

A muchos científicos nos da mucho miedo hablar de que la solución pasa por tener mucha más nuclear porque, por un lado, seguimos dependiendo de una fuente como es el uranio, que no tenemos. Y, por otro, porque vamos a poner una tecnología con alto riesgo y residuos.

Además, es cara. Nadie se atreve a construir más centrales por una cuestión meramente económica.

Es muy cara la inversión inicial que hay que hacer. De hecho, la mayoría de las nucleares en el mundo se han hecho con dinero público. Luego han sido explotadas por todo tipo de empresas.

¿Qué le parece la decisión de la Comisión Europea de etiquetar como ‘verdes’ el gas y la nuclear de cara a las inversiones?

Fue una decisión política, no científica. Me supo mal, porque si se invirtiera más en renovables no necesitaríamos la nuclear ni tanto gas. Pero también es real que estamos en una emergencia energética porque la gente no quiere renunciar a su estatus. Nos dan muchísimo miedo los cortes y los gobiernos se quieren cubrir.

En el informe, se menciona un concepto muy interesante: el consumo de estatus [según el IPCC, hace referencia al consumo de bienes y servicios que demuestran públicamente el prestigio social]. Dice que reducir este consumo de estatus y la desigualdad, y a su vez, centrarse en el bienestar, apoya los esfuerzos de mitigación del cambio climático.

Esto va en la línea de lo que te decía antes de los edificios y la suficiencia. Si tú te fijas, en los países más desarrollados es normal ir en invierno con manga corta y tener la calefacción a toda pastilla. No hace falta pasar frío, pero tampoco pasa nada por tener la calefacción a 18-19 ºC y llevar un suéter. 

Sin renunciar a nuestro estatus podemos cambiar y reducir muchísimo los consumos energéticos y, por tanto, las emisiones de gases de efecto invernadero.

Son fundamentales también las políticas climáticas para impulsar ciertos cambios en los hábitos.

Claro. Un caso es el de Japón, donde los hombres suelen ir a trabajar con traje y corbata por una cuestión de estatus y, mientras, el aire acondicionado en la oficina a toda pastilla. El Gobierno aconsejó no ir con corbata y bajaron los consumos una barbaridad. 

Las políticas climáticas no solo son invertir en renovables u obligar a que los edificios estén bien construidos y hacer un seguimiento cuando se hace la construcción, sino también promover este tipo de acciones y normas que hagan que la gente consuma menos y se acostumbre. Ahora hay países, por ejemplo, en los que los edificios municipales no pueden tener la calefacción más alta de 19 ºC.

Menciona mucho el compartimiento de las personas. ¿Por qué es tan importante e insiste tanto en ello?

Porque a veces cuando hablo con el ciudadano espera que el gobierno lo arregle todo. Necesitamos obligar a que los gobiernos hagan políticas y den ayudas, pero si nosotros no cambiamos, no conseguiremos mitigar el cambio climático.

Últimamente se ve mucho, sobre todo en redes, el mensaje de «yo sintiéndome culpable por hacer X y el gobierno o empresa de turno haciendo Y». Es un intento de exculparse y descargar cualquier responsabilidad individual a la hora de actuar contra el cambio climático.

Yo estoy convencida de que si no nos involucramos todos no lo conseguiremos. Y todos somos todos. La excusa de que mi vecino no lo hace bien no vale. Lo que tengo que conseguir es que mi vecino también lo haga bien. 

Se necesita mucha educación y que nadie se tiene que sacar la culpa: ni los políticos, ni la ciudadanía, ni las industrias. 

El informe principal recoge la importancia de los litigios climáticos y las movilizaciones juveniles en los últimos años. Es una herramienta nacida fruto de la inacción.

Sé muy poco de litigios, pero comentando con compañeros sí que es verdad que se ha demostrado que es una herramienta que está funcionando. Lo que pasa es que no la tendríamos que usar como una herramienta política o de presión. Lo mismo con las manifestaciones: no se debería tener que esperar a que los jóvenes se echen a la calle para que los gobiernos tomen conciencia. 

La educación ambiental y climática es una herramienta superimportante que hay que explotar más. Y eso pasa por más formación y promover ciertas acciones.

Este informe pasará a la historia como el más largo de aprobar. Fueron 40 horas más de lo previsto para aprobar el resumen para responsables de políticas. ¿Cómo se vivió desde dentro?

Era la primera vez que participaba en esta reunión, y ya me habían avisado de que era una reunión muy dura. Normalmente [antes de la pandemia] eran presenciales, duraban una semana y había unas 12-15 horas extra, una noche sin dormir.

Esta vez la sesión ha sido de dos semanas al ser online. Estábamos preparados para que se alargara porque ya había ocurrido con los anteriores dos informes [publicados en agosto del año pasado y febrero de este]. Pero siempre el de mitigación es el que cuesta más de aprobar porque es el que da las herramientas sobre lo que se puede hacer. Y claro, aparecen cosas que a ciertos países no les gustan. 

El viernes 1, que es cuando se debía haber aprobado el resumen, se llegó con menos texto aprobado de lo se tenía previsto y había mucha tensión y cansancio por parte de todos, tanto delegados como autores y personal de apoyo del IPCC. 

Había mucha frustración porque las reuniones online dificultan todo mucho más que si fuese presencial. 

¿Qué hizo que se demorara tanto? ¿Algún punto o país en concreto? 

Había varios puntos que, además, eran los que ya se preveía que costarían sacar adelante. Tampoco creo se demorara tantas horas de más como se tenía pensado. No creo que fuera especialmente mucho más difícil que otras veces. 

Los combustibles fósiles y Arabia Saudí suelen ser dos elementos que dificultan este tipo de reuniones. ¿Ha sido así, o fueron otros actores y temas que no suelen estar en el foco los que retrasaron la aprobación del resumen para responsables de políticas?

La nuclear también dio dolores de cabeza. El tema de la alimentación también. Hubo problemas con las dietas. Los biocombustibles fueron otro de los temas que dieron dolores de cabeza. Pero eran los esperados. 

Se critica, y con cierta razón, que el resumen para responsables de políticas es una versión descafeinada a diferencia del informe principal, donde no influyen los países. ¿Es así o no es tanto el cambio del borrador que preparan los autores como la gente cree?

Lo de que no es tanto como la gente se cree no te lo sé contestar. El texto es así y hay que asumirlo. Es un documento que se lee línea por línea. Se lee una línea hasta el punto siguiente y deben aprobarlo 195 países.

¿Cómo se desarrolla un proceso como éste, con tanta gente involucrada?

Normalmente hay como dos interacciones, pero siempre son iguales. Lees la línea. Por ejemplo: «Es necesario invertir más dinero en renovables». Y a partir de ahí se abre para comentarios. Entonces, un país puede decir que es demasiado genérico y que hay que poner ejemplos. Otro país dice que no solo renovables, sino también en combustibles fósiles y nucleares. Muchas veces, esos comentarios son incluso contradictorios. Y una vez que todas las posturas están claras, el chair da la palabra a los autores, que tienen que dar una alternativa a la frase que se leyó al inicio para acomodar todos los comentarios de los países. Y esta alternativa se tiene que dar en dos minutos. Si hay suerte y a los delegados les parece bien se aprueba, sino, no. Por eso se tardó tanto. A la mayoría de cosas se le dieron dos vueltas. Los autores tienen que pensar en la fórmula para que la frase contente a todos sin que se pierda el mensaje original. Por supuesto, hay frases que se caen porque no se pueden aprobar. 

El problema es que muchas veces lo único que llega a la prensa, y por tanto a la gente, es ese resumen ultraeditado.

A mí me preocupa relativamente poco eso. Me preocupa más que sea lo único que le llegue a los políticos. 

Al final, el SPM [Resumen para Responsables de Políticas] es lo que le da robustez al informe. El hecho de que sepas como autor que esto va a tener que ser aprobado y que es un tema polémico te hace que busques todas las evidencias científicas que te ayudan a corroborarlo, con lo cual puedes convencer a un país amparándote en toda la robustez científica que hay al respecto. Al final lo tienen que aceptar aunque no les guste.

Entre los casi 300 autores principales del informe hay varios polémicos, como contamos en Climática. Dos trabajan para las petroleras que más han contribuido al calentamiento global y otro se dedica a difundir mensajes contrarios a la ciencia climática y el propio IPCC.

A mí me parece que eso es lo que también le da credibilidad al informe. Primero, todos los autores que estamos allí no representamos ni a nuestra institución ni a nuestro país. Participas como persona científica, y firmas una serie de documentos sobre confidencialidad, conflicto de intereses, objetividad… 

Cada uno tenemos nuestra forma de pensar. Para mí el hecho de que haya estos perfiles le da robustez al informe. Si todos fuéramos verdes y superguays los negacionistas nos podrían decir que, claro, como todos pensamos así el informe se ha hecho para que salga como queramos. 

Que algunos de los autores piensen diferente hace que haya mucha discusión dentro de cada capítulo y lo que se llega a escribir tiene que tener mucha robustez científica para que salga adelante. Las reuniones acostumbran a ser duras porque no todos pensamos igual. Cada uno escribe una parte, pero todos tienen que estar de acuerdo para que se apruebe.

Estos que dices no han sido los más problemáticos. En algunas cosas sí, pero en otras hay autores que tal vez no los identificáis porque no trabajan para este tipo de empresas y que tienen también ideas muy cerradas con las que el resto no estábamos de acuerdo.

El caso de los dos empleados de petroleras, Mustafa Babiker (Saudi Aramco) y Arthur Lee (Chevron) podría entenderlo, pero no en el caso de Taishi Sugiyama, que publica libros, artículos y vídeos negando el consenso científico y cuestionando hasta los modelos usados por el IPCC.

El cómo se nombra a los autores es un proceso muy largo y en teoría muy limpio, con lo cual si lo han nombrado es porque creen que puede aportar. Los países nominan a varias personas y los responsables del IPCC solo acaban eligiendo a un 10% del total como autores en el informe.

Que haya un autor de este país no va a influir en el resultado final porque somos 300 y si el luego en su día a día habla mal del IPCC es él mismo el que se contradice y se deslegitima. Si yo estuviera en contra del IPCC no participaría en el informe.

Con este informe se cierra el Sexto Informe de Evaluación (conocido en inglés como AR6). Se podría decir que es, a no ser que se encargue algún informe especial, el último gran informe de referencia para actuar. Los siguientes que lleguen ya serán cuando deberíamos haber actuado con todo.

No puede haber otro informe especial hasta que no empiece el nuevo ciclo. Todos los informes especiales son previos al informe de evaluación. El nuevo ciclo empezará el año que viene y se irá pensando en los siguientes informes, tanto el de evaluación como los especiales. Ya se está hablando de uno en ciudades.

Pero es cierto: no podemos esperar al próximo ciclo para hacer algo. Lo que estamos diciendo desde hace diez años es que o hacemos algo ya o estamos en problemas. Ya vale de esperar.

¿Cómo se siente ahora que ya se ha publicado el informe?

Soy optimista porque cuando hablo con jóvenes y niños tienen muy claro que hay que hacer algo. Aunque, por otro lado, soy pesimista porque pienso que se seguirá yendo más despacio de lo que se debería.

Fuente: https://www.climatica.lamarea.com/entrevista-luisa-f-cabeza-ipcc/