La dictadura de Birmania se expone otra vez a una ola de condenas en todo el mundo, por reprimir a portadores de VIH y activistas que los apoyan mientras en Canadá transcurre la Conferencia Internacional sobre Sida. El viernes, dos días antes del inicio de la conferencia en Toronto, once portadores de VIH (virus causante […]
La dictadura de Birmania se expone otra vez a una ola de condenas en todo el mundo, por reprimir a portadores de VIH y activistas que los apoyan mientras en Canadá transcurre la Conferencia Internacional sobre Sida.
El viernes, dos días antes del inicio de la conferencia en Toronto, once portadores de VIH (virus causante del sida) terminaron presos al intentar realizar un acto público con el fin de concientizar a la población sobre el alcance de la enfermedad. El lunes fueron liberados.
Los detenidos integran una organización informal congregada bajo el lema «Amigos con Cinta Roja», símbolo y color reconocidos internacionalmente para identificar la batalla contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Los activistas pretendían realizar un ritual budista por los fallecidos con VIH/sida, informóla Campaña de Estados Unidos para Birmania, organización con sede en Washington.
«En esta organización hay alrededor de 52 miembros. Algunos de ellos son ex prisioneros políticos», dijo Bo Kyi, secretario adjunto de la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos, con filiales a lo largo de la frontera de Tailandia con Birmania.
«Un integrante que tenía sida, Than Lwin, falleció hace dos años», agregó Bo Kyi, cuya organización lucha por liberar a los aproximadamente 1.300 presos políticos que languidecen en cárceles birmanas.
Amigos con Cinta Roja lanzó su iniciativa para «educar a la sociedad birmana sobre el sida», porque los portadores y enfermos «se sienten muy aislados y vulnerables», explicó. Los integrantes del grupo están radicados en Rangún y en otras áreas del país.
La policía atribuyó la represión a la falta de permiso para que los activistas pasaran la noche en el templo budista del distrito de Thingangyun.
Pero no fue el primer acto de abuso de autoridad contra los activistas contra el VIH. En septiembre pasado, el gobierno ordenó el cierre de un hogar en Rangún que ofrecía atención y asesoramiento psicológico a personas con VIH.
«Este no es un curso de acción que ayude mucho de parte del gobierno de Myanmar», dijo, en entrevista telefónica desde Toronto, el director de la oficina para Asia-Pacífico de Onusida, J. V. R. Prasada Rao. Mianmar es el nombre que le da a Birmania la dictadura que rige desde 1962.
La represión «envía un mensaje muy negativo», advirtió Rao.
Pero esto no sorprende a los médicos de Birmania, familiarizados con la posición de la dictadura respecto del virus y de las personas afectadas por él.
«Hay muy poco apoyo para que las personas con VIH realicen programas de concientización abiertamente. Uno no es alentado a trabajar de modo independiente», dijo a IPS la médica Cynthia Maung, directora de la clínica Mae Tao en Mae Sot, en la frontera entre Tailandia y Birmania. «Todo es controlado por los funcionarios».
La escasa compasión de la junta hacia las personas con VIH en Birmania se suma a una creciente lista de preocupaciones.
Onusida y otras agencias internacionales calculan que los portadores de VIH en Birmania son entre 360.000 y 610.000 personas. La prevalencia en adultos oscila entre 1,3 y 2,2 por ciento de la población, de 50 millones de habitantes.
«Myanmar tiene una de las epidemias más serias de la región», declaró Onusida en su informe anual 2006 a comienzos de este año.
La proporción de portadores supera la de Camboya (1,6 por ciento) y Tailandia (1,4 por ciento), dos países del sudeste asiático que durante mucho tiempo fueron vistos como el epicentro del virus en la región.
Pero el régimen birmano –que hasta fines de 2003 se negó a admitir la crisis de sida y ocultó la preocupación internacional al público– parece reacio a mitigar el dolor de los ciudadanos afectados.
En agosto del año pasado, tras imponer duras restricciones a los viajes dentro del territorio nacional, el gobierno obligó a los representantes del Fondo Global para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria a abandonar el país.
Al momento de su partida, el Fondo Global, agencia internacional que ofrece subsidios para combatir a las tres enfermedades más mortales del mundo en alrededor de 125 países, se había comprometido a gastar 98,4 millones de dólares en un periodo de cinco años en Birmania.
De esa suma, 54,3 millones de dólares eran para iniciativas relacionadas con el sida.
Este recorte en la financiación de programas de lucha contra el sida tiene lugar cuando el Consejo de Relaciones Internacionales, organización de expertos con sede en Nueva York, reveló que Birmania era la principal fuente de todas las cepas del VIH que se habían propagado por Asia, formando un amplio arco que iba desde Kazajstán hasta Vietnam meridional.
A este panorama se suma la gran cantidad de pacientes con tuberculosis que hay en Birmania. Esta enfermedad se ha vuelto el principal motivo de muerte entre las personas infectadas con VIH.
Birmania tiene 97.000 nuevos casos de tuberculosis cada año, según la Organización Mundial de la Salud.
«Más que ayudar a personas con VIH, el régimen militar intenta aislarlas y crear problemas entre ellas y el resto de la población que no tiene VIH», dijo Bo Kyi, él mismo ex prisionero político. «No quiere que nadie hable en voz alta sobre el sida. Si uno lo hace, se mete en problemas.» ***** +Emergencia sida – Cobertura especial de IPS Noticias (http://www.ipsnoticias.net/_focus/sida/index.asp) + XVI Conferencia Internacional sobre SIDA (http://www.aids2006.org/es/) + Fondo Global para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (http://www.theglobalfund.org/es/) +Campaña de Estados Unidos para Birmania, en inglés (http://www.uscampaignforburma.org/) +Asociación de Asistencia para Prisioneros Políticos, en inglés (http://www.aappb.org/) +Onusida, en inglés (http://www.unaids.org/en/)