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Sin agua, ¿como se las apañará la sociedad de la opulencia?

Fuentes: Rebelión

  Sorprende percibir como nuevos, los consejos que en estos días se prodigan para reducir el consumo de agua: no abrir el grifo a toda presión en el momento de lavarse los dientes, las manos, los platos, o tomar una ducha; no regar en exceso las plantas y jardines; procurar que la cisterna del WC […]

 

Sorprende percibir como nuevos, los consejos que en estos días se prodigan para reducir el consumo de agua: no abrir el grifo a toda presión en el momento de lavarse los dientes, las manos, los platos, o tomar una ducha; no regar en exceso las plantas y jardines; procurar que la cisterna del WC no descargue agua en demasía y colocarle un dosificador… Da risa o mejor le entran a una ganas de llorar.

La gente de mi generación lo tuvimos claro desde siempre, así se nos infundió, de ahí los grandes reproches que nos hacen los más jóvenes: siempre protestas y dices lo mismo: cierra la puerta, apaga las luces, ten cuidado con el agua no es necesario que abras el grifo a toda presión, no dejes comida en el plato… Son normas que teníamos plenamente asumidas, nos las inculcaron nuestros mayores y así hemos hecho nosotros con nuestros hijos pero, ¿qué ocurre con la tercera generación, la de la opulencia? Son acaso más felices los ciudadanos que lo tienen todo? Y la ilusión que teníamos cuando conseguíamos algo que no era habitual, ¿la tienen hoy nuestros jóvenes acostumbrados a tener: no importa que, no importa de donde, no importa el precio?

Piscinas por doquier, baños y duchas sofisticadas a grandes presiones de agua con el consecuente despilfarro, ninguna contención para cambiarse de ropa: una para el deporte, otra para la gimnasia, otra para el tenis, otra para salir con los amigos y todo se pone a lavar, no importa si se usó una o dos horas. Lo mismo ocurre con las luces, nadie apaga un interruptor, absolutamente nadie cierra una puerta. Firmemente creo que son exigencias para una buena educación, tristemente en desuso en nuestros días.

Todo el mundo es rico o, al menos, eso quiere aparentar y si protestas, te tildan de anticuada, de estar off. Que clase de civilización es la nuestra que no es capaz de contagiar el «vicio» del ahorro en un mundo repleto de vicios? Esto por lo que respecta a las familias pero, ¿qué pasa con los responsables municipales del agua?

Pagamos, en todos los recibos mensuales, un canon para mantenimiento de las instalaciones que, si estuvieran en buen estado de conservación, no dejarían que se perdieran los porcentajes elevadísimos -millones de litros- que se pierden. No hablo de cantidades porqué no son las mismas en los distintos Municipios pero si puedo asegurar que son terroríficas.

¿Porque no exigir que se lleven a termino las obras pertinentes para que no se escapen cuantiosos caudales en lugar de fustigarnos con desventuras que si bien es cierto que llegaran, intenten hacer todo lo posible, todo lo que esté a su alcance para paliarlas o retardarlas?

Además, para consolarse de otros «insomnios» que les afectan, nuestros políticos han encontrado otra forma de mortificar-nos y, al igual que los falsos profetas, levantan su voz anunciando cual aves de mal agüero, presagios y malos augurios, a la vez que se echan en cara, públicamente unos a otros, de lo deberían haber hecho y no hicieron. Es vergonzante!!!

Seamos rigurosos para poder ser exigentes . Demos ejemplo primero, demostremos que si queremos podemos reducir el consumo de agua. Exijamos luego y controlemos si es preciso, que también ellos hagan sus deberes si pretenden que seamos fieles pagadores de aquello que nos prometen, en este momento, un buen servicio de agua, «agua de boca» como ahorra de forma ridícula suelen llamarla.

Es muy cómodo cobrar impuestos, que estoy convencida de que seguiremos pagando contentos, si sabemos que revierte a nuestro favor. NO si ellos, la administración, no hace lo que le corresponde.

Montserrat Ponsa i Tarrés, periodista, Catalunya
[email protected]