Las mujeres han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las luchas obreras, pero a menudo sus voces han sido silenciadas o relegadas a un segundo plano. Las estructuras de los sindicatos mayoritarios, pero también la de los más combativos, están fuertemente masculinizadas, incluso en aquellos sectores donde las mujeres son mayoría. En 2010 […]
Las mujeres han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de las luchas obreras, pero a menudo sus voces han sido silenciadas o relegadas a un segundo plano.
Las estructuras de los sindicatos mayoritarios, pero también la de los más combativos, están fuertemente masculinizadas, incluso en aquellos sectores donde las mujeres son mayoría. En 2010 la afiliación femenina es de un 14,8% frente al 17,8% de los hombres, según la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo. Esto se traduce también en una mayor presencia de hombres en los cargos de representación sindical.
Esta situación es un espejo de la sociedad en general, donde las mujeres ocupan puestos de trabajo altamente precarizados, a menudo con salarios bajos y jornadas parciales y donde los sindicatos a menudo no están implantados. A estas condiciones hay que añadir una doble jornada, porque se encargan mayoritariamente de las tareas reproductivas y de cuidados. La sobrecarga de trabajo a la que están sometidas genera que el tiempo disponible para la participación en el sindicato sea escaso o inexistente.
Para invertir esta tendencia es necesario que los sindicatos comiencen a desarrollar estrategias para ser útiles en las luchas de las trabajadoras que ocupan puestos de trabajo más precarios. Esto a menudo significa un cambio organizativo, no sólo en horarios y previsión de guarderías, entre otros, sino también en una estructura más flexible y participativa donde se produzca un empoderamiento colectivo que pueda ser el motor de posibles luchas.
Por otra parte, los sindicatos deben tener como elemento fundamental y transversal de todas las luchas cuestiones que afecten específicamente a las mujeres, como los despidos por estar embarazadas, la discriminación por el cuidado de familiares dependientes, el acoso sexual, la discriminación por razón de sexo u orientación sexual, etc. Es imposible interpelar a la participación de las mujeres si no se tienen en consideración cuestiones de género.
La lucha sindical se hace más fuerte y efectiva cuando se lleva a cabo conjuntamente con la lucha contra la opresión.
Mireia Gargallo (@MireiaSants) es militante de En lluita / En lucha
Fuente: http://enlucha.org/diari/