A fines de los ochenta se puso de moda el concepto de desarrollo sostenible, entendido como «el desarrollo que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.» (Principio 3 de la Declaración de Río). Implícitamente se reconocía que se hacía imprescindible una relación armónica entre crecimiento […]
A fines de los ochenta se puso de moda el concepto de desarrollo sostenible, entendido como «el desarrollo que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.» (Principio 3 de la Declaración de Río). Implícitamente se reconocía que se hacía imprescindible una relación armónica entre crecimiento económico y ecosistema.
Como sabemos, el concepto de desarrollo sostenible es del mundo occidental y más precisamente del occidente neoliberal. En efecto, cuando en 1972 la ONU realizó la conferencia internacional titulada «El hombre y la biosfera», se llamó la atención sobre la crisis ecológica y sobre la necesidad de evitar los daños a los ecosistemas que originaban el modelo de desarrollo depredador de los recursos naturales y la emisión de residuos contaminantes. Fue entonces que Ignacy Sachs propuso el término «ecodesarrollo» que:
«[A]postaba por un modelo más endógeno de desarrollo, adaptado a las particularidades ecológicas y culturales de cada región. Se consideraba que si bien los países del sur todavía tendrían que crecer en alguna medida para aliviar su pobreza, los países industriales en cambio debían reconfigurar sus modelos económicos anteponiendo la mejora cualitativa de sus economías a los objetivos de crecimiento.» (Gómez Baggethun (2006)
El término se empezó a usar en Naciones Unidas pero no por mucho tiempo. ¿La razón? Como se la podrán imaginar nuestros agudos lectores, porque exigía a los países ricos cambiar su modelo de crecimiento económico. Es por ello que el secretario de estado de los EEUU, Kissinger, envió un informe a la «comisión Sachs» en el que vetaba el uso de ese término en los foros internacionales. Esto obligó a la ONU a buscar un término, menos «cuestionador», más permisivo del modelo económico de los poderosos y así en 1987 es presentado el concepto de desarrollo sostenible.
La cosa no es solo un cambio de términos, como bien lo señala Gómez Baggethun, sino hay una nueva lectura de la crisis ecológica:
«El problema ya no estribaba, como antes se había planteado, en el modelo despilfarrador y consumista de los países desarrollados que, se supone, estaba dilapidando los recursos naturales, sino en «la pobreza», trasladando la responsabilidad del problema principalmente a los países pobres. […] Se consideraba ahora que la falta de riqueza imposibilitaba el desarrollo de una conciencia ecologista en dichos países, y que la falta de crecimiento no permitía la obtención de los excedentes económicos necesarios para la inversión en tecnologías limpias ni el desarrollo de las políticas «verdes». El crecimiento económico y la sociedad de consumo perdían así el estigma adquirido en la década anterior como causa esencial de la crisis ecológica para plantearse ahora como la gran panacea que nos abría la puertas a su solución.» (Gómez Baggethun 2006)
Esta breve historia del término tiene como propósito llamar la atención de que cuando hablamos de desarrollo sostenible, hablamos de una manera de entender «desarrollo» pero «desarrollo» no es un concepto que solo puede verse desde el neoliberalismo. Se debe tener presente que:
«El Desarrollo es un fenómeno social e histórico, tanto porque su contenido es exclusivamente social, en tanto fenómeno, como porque por sus formas, expresiones y percepciones se manifiesta en una dimensión espacio-temporal determinada, que es reflejada por la conciencia social» (Becerra y Pino 2005)
Entonces, si entendemos que «desarrollo» es un fenómeno social, estaremos de acuerdo en que cada sociedad lo concebirá de una determinada manera. Ahora, si hablamos de «desarrollo y pueblos indígenas», podemos también entender el asunto desde diversas perspectivas y por ello habrá muchos «discursos» sobre «desarrollo de los pueblos indígenas» Ante esto, quisiera llamar la atención en un aspecto: «no podemos pretender que los pueblos indígenas tengan la misma noción de desarrollo que la que tienen los mestizos y por ello es necesario, en primer lugar, cuando hablamos de pueblos indígenas y desarrollo conocer qué es lo que los pueblos indígenas consideran «desarrollo»
Debemos partir por reconocer el inciso de la «Declaración de las naciones unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas» promulgada en junio de 2006 que dice que los PPII han sufrido injusticias históricas como resultado, entre otras cosas, de la colonización y enajenación de sus tierras, territorios y recursos, impidiéndoles ejercer, en particular, su derecho al desarrollo de conformidad con sus propias necesidades e intereses» Es decir, se debe partir de la propia visión de desarrollo que tienen los pueblos indígenas.
Un intelectual quichua ecuatoriano decía:
«En la cosmovisión de las sociedades indígenas, en la comprensión del sentido que tiene y debe tener la vida de las personas no existe el concepto de desarrollo. Es decir, no existe la concepción de un proceso lineal de la vida que establezca un estado anterior o posterior, a saber, de sub-desarrollo y desarrollo; dicotomía por los que deben transitar las personas para la consecución de bienestar como ocurre en el mundo occidental. Tampoco existen conceptos de riqueza y pobreza determinados por la acumulación y carencia de bienes materiales (…) existe una visión holística acerca de lo que debe ser el objetivo o la misión de todo esfuerzo humano, que consiste en buscar y crear las condiciones materiales y espirituales para construir y mantener el ‘buen vivir’, que se define también como ‘vida armónica’, que en idiomas como el runa shimi (quichua) se define como el ‘alli káusai’ o ‘súmac káusai’ (Carlos Viteri Gualinga, intelectual quichua de la Amazonía Ecuatoriana, citado por Trapnell 2005).
Desde los pueblos indígenas, entonces, eso que la cultura occidental llama «desarrollo» podríamos entenderlo como «el bienestar» y ese bienestar no es solo una cosa material, sino también espiritual. Es vivir bien en y con la naturaleza. Es vivir de acuerdo a su cosmovisión.
Viene a cuento escuchar acá lo que sostuvo Robert Guimaraes, vicepresidente de AIDESEP, al celebrar el día de los pueblos indígenas:
Nosotros queremos ser dueños de nuestro destino. No queremos tutelas de nadie. Por eso nos oponemos a que el Estado pretenda ejercer la «tutela» de nuestros hermanos aislados. Nosotros queremos llegar a un acuerdo con el Estado para convivir armoniosamente en el marco de los derechos colectivos de nuestros pueblos. Queremos que se reconozca nuestro derecho a la LIBRE DETERMINACIÓN. Con esto no queremos destruir al Estado Nacional peruano sino todo lo contrario, buscamos fortalecerlo al reconocer que somos los propietarios históricos de nuestros territorios y que estamos dispuestos a mantenerlos como base del Estado Nacional, siempre y cuando éste nos reconozca.
Sería estrellarnos contra la razón no reconocer que esas demandas son justas. Los indígenas quieren ser dueños de su propio destino y no quieren que se les diga qué está bien para ellos. Ellos lo pueden decidir.
Entonces, en ejercicio de su derecho, los pueblos indígenas son quienes deciden lo que consideran «desarrollo» y sobre lo que es necesario que se dé para que este ocurra. Y para los pueblos indígenas no puede haber desarrollo si es que no hay «territorio».
Ejercer el derecho al territorio significa acceder colectivamente a sus recursos y controlar los procesos sociales, políticos y económicos que ocurran en ese espacio.
Estos derechos incluyen nuestros intereses de propiedad sobre nuestras tierras, aguas, territorios y recursos naturales, incluidos nuestros recursos genéticos. (Declaración de Clausura Octava Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, Plenaria del 31 de marzo de 2006.)
La intención de este pequeño artículo ha sido exponer una cuestión que desde mi manera de ver las cosas es fundamental. Si queremos hablar de pueblos indígenas y desarrollo sustentable es necesario que reconceptualicemos el término y que hagamos una construcción más intercultural de este concepto, que escuche no solo las voces de los economistas occidentales sino también y sobretodo las de los pueblos indígenas.
BIBLIOGRAFÍA
Becerra, Francisco Ángel y Jesús Rene Pino (2005) Evolución del concepto de desarrollo e implicaciones en el ámbito territorial: experiencia desde Cuba. En: Economía Sociedad y territorio, vol v, num 17, pp.85-89
Gómez Baggethun (2006) Desarrollo sostenible: retórica y práctica.
Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=36619
Guimarães Robert (2006) Ponencia del Vicepresidente de AIDESEP en el Conversatorio el «Perú celebra su lado indígena» Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
Disponible en: www.aidesep.org.pe/sp/Discurso/Ponencia_robert.html – 22k
Octava Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (2006)
«Declaración de clausura» Disponible en: http://www.choike.org/nuevo/eventos/29.html
Organización de las Naciones Unidas (2006) «Declaración Internacional de derechos de los pueblos indígenas.» Disponible en: http://www.observatorioderechosindigenas.cl/contenidos/naveg/navTpl.php?id=20060630215031
Trapnell Lucy (2005) «La Educación Intercultural Bilingüe en Perú: debilidades y aportes al desarrollo local» En: Educación y desarrollo local: tensiones y perspectivas reflexiones sobre experiencias en la región andina . Hernaiz, Ignacio, Erick Sanjinés Cháve y Verónica Villarán (comp) Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE) – UNESCO Buenos Aires.
Wikipedia. La Enciclopedia Libre Desarrollo sostenible
http://es.wikipedia.org/wiki/Desarrollo_sostenible#Enlaces_externo
Nila Vigil, lingüista dedicada a la educación intercultural bilingüe