«Cada cierto tiempo las Fuerzas Armadas tienen que recordarnos quiénes son y de dónde vienen. Nos recuerdan que ganaron la guerra, nos recuerdan que los Reyes se criaron en las rodillas del dictador, nos recuerdan que sostuvieron al Rey y conspiraron con él, y nos recuerdan que casi nada ha cambiado» (Luis Gonzalo Segura, ex-Teniente del Ejército)
El hecho se ha vuelto a repetir una vez más. Y ya van muchas. Quizá demasiadas. Parece que nuestro estamento militar no ha avanzado mucho, ideológicamente hablando, desde 1936, cuando los golpistas se sublevaron ante el legítimo gobierno de la Segunda República (con la inestimable ayuda de los grandes empresarios y de la Iglesia Católica, que no se nos olvide). Siempre he pensado que, si la izquierda (me refiero a la izquierda verdadera, no a ese esperpento de jaula de grillos en que se ha convertido el PSOE) alcanzase alguna vez el poder político con una amplia mayoría (bastarían los 202 escaños que consiguió Felipe González en 1982), y comenzara a emprender las grandes transformaciones que este país necesita para evolucionar hacia una democracia real (me refiero sobre todo a un Estado Laico y Republicano, con democracia económica y protección a los más vulnerables de la sociedad), los militares (al menos un sector de ellos/as) se volverían a levantar en armas, y ello porque desde la muerte del dictador, los sucesivos gobiernos nunca han emprendido una verdadera tarea de democratización de las Fuerzas Armadas. Bien, pues en estos días ha sucedido lo siguiente: ha bastado que las fuerzas políticas de la izquierda republicana catalana (ERC) y vasca (EH Bildu) proclamen su intención de votar a favor de los Presupuestos Generales del Estado, para que un total de 73 altos mandos militares retirados envíen una carta al Rey criminalizando al actual Gobierno de coalición, acusándolo, entre otras lindezas, de “socialcomunista apoyado por filoetarras e independentistas”.
Básicamente, los ex militares firmantes de la misiva han hecho suyo el discurso que Vox presentó recientemente en la Moción de Censura contra el Gobierno de coalición, y alertan de los supuestos riesgos que corre “la cohesión nacional tanto en su vertiente política como económica y social”. Según el diario El País, los militares han mostrado su apoyo y lealtad al monarca “en estos momentos difíciles para la Patria”. Sin embargo, bien poco les preocupaba la patria cuando el anterior Gobierno del PP recortaba derechos y libertades a mansalva, destrozaba la vida de cientos de miles de personas, adulaba al sector financiero causante de la crisis, y ahogaba al pueblo llano incrementando la desigualdad y la desprotección social, además de estar podrido de corrupción. Claro, es que para los militares, los pobres no deben pesar mucho para la patria, para ese mugriento y excluyente concepto de patria que poseen. Tampoco parece afectar para su concepto de patria la fuga del Rey Emérito, tras destaparse por la prensa extranjera y nacional parte de sus tropelías, acogido en las “modélicas democracias” de Emiratos Árabes Unidos, sus grandes amigos de siempre. Pero aún hay más, como recoge Luna Izquierdo en el artículo de referencia, porque hace algo más de una semana, otros 39 altos mandos retirados del Ejército del Aire también remitieron una carta al Parlamento Europeo y al Rey Felipe VI en la que denunciaban nada menos que la “aniquilación de la democracia española”. De hecho, los mandos firmantes explicaron que se ponen a disposición de la Casa Real para “combatir” a quienes atacan a la Monarquía, al Poder Judicial, a la lengua castellana y a la independencia de la Fiscalía General del Estado. Ahí es nada. Y añadían: “Preocupados por la situación de deterioro en la que se encuentra nuestra Nación, a la que un día juramos defender, nos dirigimos a S.M. con el mayor respeto para exponerle nuestras inquietudes y reafirmar una vez más la total lealtad a nuestro Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas”.
Por su parte, el diario The Times también se hizo eco de la misiva, tras el vergonzoso silencio que los medios de comunicación dominantes en nuestro país le han dedicado al asunto. Y finalmente, la guinda de este macabro pastel la pone un grotesco grupo de WhatsApp que destapa la afinidad de algunos de sus integrantes con la ultraderecha más violenta y radical, y el franquismo. Se trata del chat “La XIX del Aire”, que instan nada menos que a fusilamientos indiscriminados y Golpes de Estado, por las bravas, y sin despeinarse. Destapaba inicialmente la noticia hace varios días el diario digital InfoLibre. Se trata de militares retirados pertenecientes a la XIX Promoción de la Academia General del Aire, entre los que se encuentra precisamente quien encabezó la carta anteriormente referida. Se cierra el círculo, por lo visto. En el chat se habla abiertamente de que “…no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”, y otras lindezas por el estilo. En los mensajes hay “pronunciamientos y ataques furibundos a los partidos independentistas. Uno de los participantes envía un saludo de parte del líder de Vox, Santiago Abascal. En el audio se escucha a Abascal decir: “Buenas tardes, soy Santi Abascal y me dicen que es obligatorio saludar a este grupo. Un abrazo a todos y ¡Viva España!”. Recomiendo la lectura completa de los mensajes aparecidos en los referidos artículos, pues no tienen desperdicio, y nos proporcionan una perfecta idea de la calaña moral de sus autores, aunque algunos de ellos, entrevistados posteriormente por el referido diario, hayan negado haberse expresado en esos términos.
Los hechos que comentamos son de suma gravedad dentro del engranaje de una sociedad democrática, pues se trata evidentemente no de cualquier sector (no son los trabajadores/as de Correos, o los de Hacienda, o los panaderos o los futbolistas, o los profesores/as los que han enviado semejante misiva), sino de una parte de los militares retirados, por mucho que el Gobierno (a través del Ministerio de Defensa) pretenda quitarle hierro al asunto argumentando que la referida carta no ha tenido ninguna repercusión sobre los militares en activo del Ejército Español. También resulta muy significativo que el Rey no se haya pronunciado al respecto, máxime cuando la susodicha carta iba remitida a su persona. Sin embargo, el 3 de octubre de 2017 no dudó en dirigirse a la nación para apoyar la brutal represión que se ejerció sobre el pueblo catalán, cuando éste solo pretendía votar sobre su independencia. Pero volviendo a los militares, y como decíamos al comienzo, no es la primera vez que esto ocurre: ya en diciembre de 2019, en la revista publicada por la Asociación de Militares Españoles (AME), determinados militares retirados exaltaron la figura del dictador Franco en dicha publicación. Con la exhumación de Franco del Valle de los Caídos volvimos a vivir episodios esperpénticos. Y ahora, con el acuerdo con Bildu y ERC para los PGE de 2021, se vuelve a repetir el escenario. Una sociedad democrática no puede ni debe consentir estos hechos, que socavan la democracia, alteran la convivencia y constituyen un peligroso caldo de cultivo para los exaltados fascistas que aún pululan por ahí. Por el contrario, tenemos a valientes militares republicanos (la asociación ANEMOI les representa a nivel estatal) que han sido perseguidos, acosados y hasta expulsados del Ejército, simplemente por atreverse a denunciar o a replicar a estos militares antidemócratas. Hacen falta, por tanto, amplias reformas y profundas transformaciones en nuestras Fuerzas Armadas (y también por extensión en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado) para limpiar todas las cloacas y acabar con todos los vestigios antidemocráticos que aún persisten, y desterrar de una vez por todas estas actitudes. Es hora de dejar de tener miedo a las Fuerzas Armadas.
¿Por qué ocurre esto? Pues básicamente, porque las Fuerzas Armadas no están al lado del pueblo, no respetan la soberanía popular (que es otra cosa bien distinta a la “soberanía nacional” a la que alude la Constitución). Precisamente en alcanzar ese objetivo consiste la tan necesaria y ansiada democratización de las Fuerzas Armadas que nuestro país necesita. El franquismo latente, de carácter sociológico pero también político y mediático, resulta, aún a más de cuatro décadas de la muerte del dictador, un lastre para soltar amarras democráticas en nuestro país. De hecho, tenemos a la ultraderecha de Vox en el Parlamento con 52 escaños, y a buena parte del Ejército (tanto en activo como en militares en la reserva) defendiendo sus mismos ideales, que no son otros que la defensa a ultranza de una cierta visión de España, una visión sectaria, caduca, anacrónica, excluyente y autoritaria que ya creíamos superada, que nos evoca y acerca a la imagen oscura, terrible, sangrienta y uniformizada de la dictadura franquista. La plena y definitiva superación del franquismo, ante este aterrador panorama, se vuelve una asignatura pendiente en nuestro país que es imperativo aprobar cuanto antes, si no queremos seguir corriendo un grave peligro de involución antidemocrática.
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