Recomiendo:
0

Sobre terrorismo desde Cuba

Fuentes: Rebelión

Cuba sigue sorprendiendo. Nuestra clase política también. Sólo Cuba puede organizar un encuentro internacional como el realizado la semana pasada en La Habana, «Contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia», reuniendo a 700 participantes de 67 países. Junto a Fidel, ministros, parlamentarios, religiosos, escritores y agentes sociales de todo el mundo se citaron […]

Cuba sigue sorprendiendo. Nuestra clase política también. Sólo Cuba puede organizar un encuentro internacional como el realizado la semana pasada en La Habana, «Contra el Terrorismo, por la Verdad y la Justicia», reuniendo a 700 participantes de 67 países. Junto a Fidel, ministros, parlamentarios, religiosos, escritores y agentes sociales de todo el mundo se citaron para hablar de terrorismo, de sus causas y sus remedios.

Creo que fui el único vasco presente, con perdón de nuestra diáspora que identifiqué por los apellidos; Echegaray el líder del PC argentino; el chileno Uribe; la escritora Gopegui… Ninguna representación de Euskal Herria, el país europeo presuntamente más preocupado por el «terrorismo». ¿Falta de interés? Absurdo. Patética falta de profesionalidad -no digamos sensibilidad- de nuestros políticos. O pocas ganas de encarar otra mirada sobre el problema.

Porque allí se habló de manera muy diferente a lo que nos tienen acostumbrados. Fidel lo dejó claro desde el inicio: «Cuba, con la moral que le otorga haber sido el país que más ataques terroristas ha recibido durante más tiempo, proclama que está contra el terrorismo y la guerra». Astuto y lúcido, Fidel ha vuelto a ganar la batalla de las ideas al Imperio, montando este gran evento como respuesta al impresentable cobijo que EEUU ha dado a Posada Carriles, huido de una cárcel venezolana, autor de la voladura de un avión cubano con 73 pasajeros. Los gringos deberán entregar a su esbirro, enfrentándose a sus propias mafias, o quedarán en el mayor descrédito internacional. En cualquiera de los dos casos, Fidel ha vuelto a ganarles la mano.

Pero si el caso Posada Carriles fue el detonante, la carga la pusieron los participantes del Encuentro. Testigos, víctimas, escritores, expertos y líderes sociales fueron ordenando el puzzle terrorista mundial de los últimos treinta años. Era de ver cómo encajaban fechas, nombres y manuales, en una urdimbre del terror cuyas cúpulas siempre acababan en los mismos centros de decisión. Aprendieron en Vietnam, siguieron con el Plan Cóndor y experimentaron en todos los lugares donde los pueblos aspiraban a salirse del cepo imperial y modelo capitalista. Sonaron nombres de italianos y argentinos que también estuvieron por aquí, escardando vascos, en Montejurra, en las tramas del Batallón Vasco Español…

Tres días desgranando el terrorismo: policial, militar, social y económico. Como recurso superior, la guerra, con sus variantes «de baja intensidad», «sucias» o socapadas por legislaciones «antiterroristas». Como expresión última, la tortura, instrumento terrorista individualizado, donde se concretiza la lucha de clases, la opresión de los pueblos. Para quienes pudieran creer que se referían a las dictaduras del Cono Sur, Carlo Frabetti -uno de los ponentes españoles- lo dejó claro: «Nos han robado hasta el lenguaje. Hoy día en España por terrorismo todos entienden otra cosa. No consideran terrorista a Zapatero que está ampliando bases militares desde las que bombardean a pueblos indefensos». Y el estupor recorrió el auditorio cuando habló de las torturas -«cotidianas» dijo- que se practican en España, estado europeo, hoy día. Largos aplausos, Fidel incluido.

Cálidos saludos a la resistencia iraquí, a palestinos y colombianos… Los pueblos tienen derecho a la resistencia aunque yerren en los métodos. El Terrorismo, con mayúsculas, tiene una fuente madre donde mana la aspiración de dominar al mundo con un sistema económico y con unas elites a las que ya delata una larga historia. La Memoria aparece entonces como un instrumento ineludible de resistencia y se habló de crear un Banco Mundial de Datos, donde se recojan todos los testimonios de la lucha desigual entre poderosos y oprimidos.

En grandes trazos se pergeñó un futuro sin terrorismo: No a la guerra; no a la explotación; respeto a los derechos humanos -abolición de la tortura- y respeto a la soberanía y al derecho de autodeterminación de los pueblos.

Apenas hubo fisuras entre los ponentes. Sorprendió la fe socialista de Rangel, vicepresidente de Venezuela. Como editor, es grato ver pasar por la tribuna a nuestros escritores (Miguel Bonasso, Omar Cabezas, Hernando Calvo…) y la adhesión de otros como Galeano o Oswaldo Bayer. Los españoles, muy bien: Frabetti valiente, con Belén Gopegi, que se llevó las mayores ovaciones. Pascual Serrano analizó la conjura de los medios. Fue una lástima que faltaran tantos políticos, tertulianos y expertos de la cuestión vasca, tan antiterroristas ellos. Hubieran escuchado algo diferente al disco rayado que acostumbran.

Al final, Fidel. Flaco como una lezna, escucharlo impone por su humanidad, y más, por su humanismo. Respondimos gustosos el ¡Venceremos! ritual, cuando finalizó con su «Patria o muerte». Qué quieren, somos de su quinta ideológica. Luego acabamos en el teatro Karl Marx -«no cambiaremos su nombre», advirtió Fidel- que fue plaza liberada donde, con Silvio Rodríguez, lloramos por los ausentes.

De regreso, repaso la prensa: el juez niega que Unai Romano fuera torturado pese a su rostro machacado; cuatro jóvenes de Iruñea resultan inocentes tras dos años en la cárcel por autoinculparse bajo torturas; la ONU pide explicaciones al Estado español por indultar a torturadores; las Bardenas seguirán siendo ensayo de la muerte… ¿Hablamos de terrorismo?