Los desechos de los centros urbanos, fundamentalmente bolsas de plástico y colillas de cigarrillos, están envenenando los mares de Europa y contribuyendo a la proliferación de un alga tóxica que destruye los corales, los moluscos y los peces, alertaron científicos franceses. Un estudio realizado por el Instituto Francés de Investigación para la Exploración Marina (Ifremer, […]
Los desechos de los centros urbanos, fundamentalmente bolsas de plástico y colillas de cigarrillos, están envenenando los mares de Europa y contribuyendo a la proliferación de un alga tóxica que destruye los corales, los moluscos y los peces, alertaron científicos franceses.
Un estudio realizado por el Instituto Francés de Investigación para la Exploración Marina (Ifremer, por sus siglas en francés) indica que solo el mar Mediterráneo contiene más de 300 millones de piezas de desechos, en su mayor parte bolsas y colillas, además de botellas de vidrio y de metal.
El Mediterráneo es el más contaminado, seguido por el Mar del Norte, con unos 150 millones de restos de basura. Se estima que hay unos 50 millones de residuos en el golfo de Gascony, en el sudoeste de Francia.
Unos 17.000 metros cúbicos de basura se encuentran a lo largo de la costa de 300 kilómetros de largo desde el sudoccidental puerto francés de Bordeaux hasta el pueblo de Sanit Jean de Luz, en la frontera con España, de acuerdo con el estudio.
Esto es consecuencia de la ausencia de una legislación sobre la eliminación estos residuos, y la falta de cuidado de la población, sobre todo durante las vacaciones, señalaron ambientalistas.
«El mercado de los materiales plásticos de envoltorio es gigantesco y muy poderoso, y bloquea toda legislación para reducir y regular la producción», dijo a IPS la directora del Observatorio Francés de Basura Industrial en los Mares, Isabelle Poitou.
«Debemos hacer que la humanidad admita que su comportamiento irresponsable está destruyendo su propio hábitat, incluyendo los lugares donde las personas invierten su tiempo de ocio», añadió.
La basura afecta a los vacacionistas, ya que nadar en muchos mares y lagos es cada vez más difícil.
Noventa por ciento de los materiales de envoltorio son hechos de plástico, y por tanto necesitan cientos de años para degradarse, indicó Ifremer. Este tipo de productos representan más de 95 por ciento de la basura hallada en mares y océanos.
El gobierno francés lanzó una nueva campaña para intentar mantener limpios los balnearios. «No tire su basura en nuestras costas», «Si no tira los residuos, está ayudando a salvar su ambiente», señalan carteles.
La contaminación, la agricultura intensiva y las altas temperaturas favorecen la propagación de un alga tóxica.
El 28 de julio, las autoridades italianas se vieron obligadas a prohibir el acceso a varias playas cercanas a la noroccidental ciudad de Génova, luego de que descubrieran una inusual alta concentración del alga tóxica «ostreopsis ovata».
El alga libera neurotoxinas, que pueden provocar problemas respiratorios, digestivos y de piel. En Alemania, las autoridades sanitarias y ambientales alertaron que las altas temperaturas han provocado un inusual crecimiento de la bacteria cianofita en varios lagos y piscinas. Muchos baños públicos han sido clausurados.
«La agricultura intensiva provoca una masiva liberación de fosfatos y nitritos en las aguas marinas cercanas a la costa», explicó a IPS Chloe Fromange, del grupo no gubernamental francés Ambiente en Brittany.
«Estos dos elementos son muy nutritivos para el alga que, ayudada por las altas temperaturas del agua y la fotosíntesis durante las últimas semanas de la primavera (boreal), crece rápidamente», añadió.
Pero, mientras el calor provoca un extraordinario crecimiento del alga y de la bacteria, también causa la muerte de muchas otras especies marinas.
En la meridional cuenca francesa de Thau, una laguna con agua de mar famosa por ser centro de cultivo de mariscos, las autoridades informaron la creciente muerte de moluscos.
«Cuando el alga muere y se descompone, se reduce el oxígeno del agua, matando a los moluscos», explicó Denis Regler, director de un centro de investigación sobre cultivo de mariscos cerca de Thau.
El calor también destruyó los abanicos de mar y otros corales en el Mediterráneo, informó el biólogo Jean Georges Harmelin, del Centro Oceanográfico de Marsella, en el sur francés.
«El agua en el Mediterráneo alcanzó temperaturas de 29 grados en julio, cuatro grados más que el promedio. En esta agua caliente, los corales y los abanicos de mar mueren debido a la falta de oxígeno», explicó a IPS. ***** + Aguas turbulentas – Cobertura especial de IPS Noticias (http://www.ipsoticias.net/focus/aguas_turbulentas/index.asp) + Ifremer, en francés (http://www.ifremer.fr/francais/index.php)