El sol tiene los días contados. La sombra manda. No siempre fue así. En «Big fish», la simpática novela de Daniel Wallace que Tim Burton convirtió en cine, guardan soles muy luminosos. «Aquel día el sol caía sobre mi padre y sobre el jardín de mi padre con una intensidad que hacía evocar épocas pasadas […]
El sol tiene los días contados. La sombra manda. No siempre fue así. En «Big fish», la simpática novela de Daniel Wallace que Tim Burton convirtió en cine, guardan soles muy luminosos. «Aquel día el sol caía sobre mi padre y sobre el jardín de mi padre con una intensidad que hacía evocar épocas pasadas en que el sol calentaba más, pues ya se sabe que antaño el mundo solía ser más caliente, mayor, mejor y más sencillo que en los tiempos que corren». Antaño jugábamos, amábamos, crecíamos a la intemperie. Cada rayo contagiaba alegría. El sol era la felicidad.
Con la llegada del verano, y los índices más altos de radiaciones, las farmacias han lanzado una nueva campaña alertando sobre los dañinos efectos del sol. El Estado español es el segundo país del mundo con más tumores cutáneos malignos. «Si proteges tu piel del sol, protege también tus ojos» es el eslogan de este año. Todas las partes del ojo (párpados, retina, cristalino, córnea y conjuntiva) corren peligro. El sol puede causar edemas, eritemas, cataratas o conjuntivitis. ¡Un monstruo! Los farmacéuticos reclaman más protección y aconsejan elegir las gafas solares con criterios sanitarios y ajustadas al perfil de cada usuario.
Desde lo más alto, radiante, el enemigo amarillo asola, vigila, controla, quema. «No hay nada nuevo bajo el sol, porque lo marchita todo. Lo nuevo, a la sombra», avisa, certero, Juan Kruz Igerabide. El solarium colorea nuestra piel. La televisión llena de gente nuestra casa. Es el retorno a las cavernas. Tiempo de penumbras. De vida interior. El sol tiene la culpa de demasiadas cosas.
Gol sin sol. El mundo gira estos días alrededor de un balón. La segunda jornada de la Copa del Mundo enfrentaba a Inglaterra y Paraguay. El sol acompañaba, los claroscuros también. Unas gigantes pantallas colgadas del centro del estadio pintaban de sombras el césped y dificultaban la retransmisión del partido por televisión. Para los próximos encuentros, y pese a las altas temperaturas de estas fechas en Alemania, la FIFA ha decidido cerrar los techos de sus campos en los días soleados. Dos de los doce estadios, el de Francfort y el de Gelsenkirchen, disponen de cubiertas plegables. Al buen tiempo, mala cara.
Durante la inauguración del Mundial, pocas horas antes de que la pelota comenzara a rodar, Huda, una niña palestina de doce años, disfrutaba junto a su familia del primer día de vacaciones tras el fin de curso. El sol brillaba y calentaba con fuerza en la playa «más limpia y tranquila» de su ciudad, Beit Lahia. No faltaba de nada. Los cubos, las palas, los moldes para las figuras de arena, la merienda, la luz… y la oscuridad. Sin avisar, como llega la muerte cuando es asesina, el Ejército de Israel bombardeó por tierra, mar y aire la franja de Gaza. Un proyectil impactó de lleno en el corazón de la familia de Huda llevándose a su padre, Ali Galia, un campesino de 49 años; a sus hermanas mayores, Alia, de 25 años, e Ilam, de 15; a las pequeñas Sabren, de cuatro, y Hanadí, de uno; a la segunda esposa de su padre, Raisa, de 35; y a Haitam, el bebé que la pareja tuvo hace cuatro meses. La desolación.
Vivimos a oscuras, encerrados, muertos de miedo, o salimos a la calle, empujamos para que amanezca el nuevo día, disfrutamos de cada puesta de sol. Topos o luciérnagas. Sombras o bichitos de luz. Ventanas encendidas en medio de la noche. Sales y soles.