Estadísticas con barras en colores, una poderosa maquinaria publicitaria emitiéndolas, un nombre que marca su orientación… así llegamos al Instituto Republicano Internacional (IRI), con sede en Estados Unidos, y su más reciente encuesta sobre Cuba, un chiste si no fuera porque algunos pueden creerle sus macabras intenciones. Resulta que según una encuesta que ya publican […]
Estadísticas con barras en colores, una poderosa maquinaria publicitaria emitiéndolas, un nombre que marca su orientación… así llegamos al Instituto Republicano Internacional (IRI), con sede en Estados Unidos, y su más reciente encuesta sobre Cuba, un chiste si no fuera porque algunos pueden creerle sus macabras intenciones.
Resulta que según una encuesta que ya publican por el mundo todos los interesados en darle validez, las tres cuartas partes de los cubanos apoyan una transformación política, una afirmación basada en un sondeo entre poco más de 430 personas en este país de más de 11 millones de habitantes.
Ni un solo elemento que debe aparecer en un estudio demoscópico serio, como formas y procedimientos para realizar la encuesta, actividades laborales, edades, sexos, procedencias ni nada que se le parezca avalan las «verdades» de ese bodrio seudocientífico.
Porque a nadie escapa que si la mayoría de los cubanos quisiera una «transformación política fundamental en la isla», nadie podría impedirlo porque existen mecanismos legales para adoptar semejante decisión, empezando por las elecciones legislativas, que a todos los niveles se realizan aquí desde hace décadas, cuya validez niegan esos ciegos que nunca verán lo que no quieren.
¿Cómo aspira ese IRI estadounidense que le crean que se movieron entre la población cubana haciendo preguntas que ponen en tela de juicio la validez de un camino escogido -mayoritaria y voluntariamente- que no implique el regreso al capitalismo?
La ignorancia insultante se refleja en una hipotética pregunta que hicieron: «sus preferencias en caso de que se les diese la oportunidad de ir a las urnas a votar en una consulta sobre hipotéticos cambios políticos y económicos en Cuba».
El presidente del IRI, Lorne Craner, es el único capaz de asegurar la validez de lo que hizo su institución en declaraciones citadas en el portal del instituto y que la prensa afiliada a su pensamiento se ha encargado de propalar como verdad absoluta.
Otro que une esfuerzos en pintar de negro el futuro de Cuba es el director del programa latinoamericano del propio Instituto, Alex Sutton. ¿Qué se espera de un subordinado? ¿Que disienta de su jefe en público? Esa es la otra fuente en que se basa la defensa del sondeo y que El Nuevo Herald se encarga de difundir.
Utilizan realidades de la compleja situación económica nacional, resultado del bloqueo estadounidense, la crisis mundial, el paso de huracanes en 2008 e imperfecciones propias, para desenfocar las medidas gubernamentales para ir resolviendo los problemas internos. Para colmo, no dedican una letra al tema bloqueo o «embargo» como gustan en llamarle para edulcorar el genocidio practicado por Washington en ese campo contra Cuba desde hace casi medio siglo.
Se dice públicamente que el IRI recibe fondos del Departamento de Estado, la Agencia para el Desarrollo Internacional y el Fondo Nacional para la Democracia, así como donaciones privadas. Seguirle la pista al dinero, como señala un conocido analista cubano, es la mejor forma de saber quién está detrás -y delante- de esa nueva pieza en la campaña mediática contra la Revolución cubana.
Si quedan dudas de la filiación de esa mentira disfrazada de encuesta debe conocerse que el presidente de la junta del IRI es el ex candidato a la Presidencia, senador republicano y ultraderechista John McCain.
Fuente: http://www.cubaperiodistas.cu/columnistas/dos_santos/16.html