Recomiendo:
0

Spanishwings y Catalanwings, el copiloto no es el único loco

Fuentes: Rebelión

Se me está haciendo muy largo el franquismo. Cartel en una manifestación contra la «Ley Mordaza» Se ha retransmitido por televisión, hora tras hora, la cara de satisfacción de Soraya Sáenz de Santamaría después de haber votado la «Ley Mordaza», cara a la cual añadió un rictus de psicóloga amable anunciando en todos los telediarios […]

Se me está haciendo muy largo el franquismo.

Cartel en una manifestación contra la «Ley Mordaza»

Se ha retransmitido por televisión, hora tras hora, la cara de satisfacción de Soraya Sáenz de Santamaría después de haber votado la «Ley Mordaza», cara a la cual añadió un rictus de psicóloga amable anunciando en todos los telediarios su gran empatía con las familias de los fallecidos en el accidente de Germanwings. El accidente aéreo ha ocurrido en el momento más adecuado, justo cuando el PP ha conseguido la importante victoria de haber aprobado, contra toda advertencia de organismos internacionales, la ley más represiva desde el franquismo.

Telediarios, reportajes largos con numerosos periodistas añadidos, horas extras de las pasarelas de los tertulianos, esos repetidores de tres al cuarto de la ideología mediocre dominante, han dado la mejor excusa para borrar de las noticias este momento histórico, este gran paso atrás para lo que nos quedaba de democracia.

Un evento como el accidente aéreo en el que mueren personas con las que se da por hecho que son con las que nos tenemos que identificar (aunque una se identifique más con una vieja en Siria que con un ejecutivo de la compañía Bayer), despierta el duelo congelado en el que sigue viviendo el Estado español desde hace más de 75 años, el duelo de toda la violencia política del siglo XX. Duelos que no nos han dejado hacer. Duelos que no nos hemos dejado hacer.

Cualquier muerte de alguna persona con la que se supone que nos tenemos que identificar, suscita en la prensa española y catalana una orgía de pulsión de muerte, horas y horas de retransmisión de detalles sobre el ADN y los «restos biológicos» de los fallecidos.

Y mientras tanto no buscamos a nuestros 130.000 abuelos y abuelas cuyos restos biológicos siguen bajo nuestros pies, en fosas comunes o cunetas. No osamos exigir justicia para nuestros abuelos. No osamos buscar nuestras historias. No osamos hacer nuestros propios duelos pero nos enganchamos morbosamente a duelos como el de Germanwings.

Lo peor del espectáculo está por llegar en las próximas semanas. Rajoy sigue en su gloria europea, intercambiando pésames con Hollande, Merkel y con cualquier líder a quién pueda convencer de que «estamos saliendo de la crisis». Unidos por un accidente de avión, Rajoy entra por la puerta de los mayores esperando que dé fruto en las elecciones municipales de mayo.

Pero el gran show será en abril, cuando el funeral número 5 o 6 por las víctimas de Germanwings, se lleve a cabo en Barcelona con Artur Mas como sacerdote, psicólogo empático y como canonizado líder europeo, gozando de poder utilizar a esos malogrados viajeros para su propia campaña electoral

Ya me imagino la cobertura de TV3 por todo lo alto: hora tras hora de orgía de duelo ajeno, de revolcarse en la pena que se quiere utilizar como propia. Material perfecto para la campaña electoral pre-27S.

Mientras tanto se mantiene un silencio total sobre los muertos en Siria. Nada sobre el fin de la ciudad de Alepo. La piel morena no tiene, como dicen los gestores, ese «valor añadido».

Y aún más silencio sobre los últimos rápidos y mortíferos recortes masivos a la sanidad pública catalana que se están llevando a cabo estos días.

Las televisiones solo pueden llevar a cabo estas puestas en escena mortíferas y enfermizas porque gran parte de la población se engancha a esa morbosa programación. Algunos espectadores se sienten incómodos sí, pero sin preguntarse qué duelos reales, qué duelos nuestros potencialmente liberadores, aún no hemos elaborado. Y sin preguntarnos por qué no hemos ido a buscar los restos biológicos de nuestros abuelos y tíos abuelos que están más cerca y más accesibles que los Alpes, que por qué no nos hemos añadido a la Querella Argentina o exigido a jueces locales que abran investigaciones sobre los crímenes de la guerra y de la posguerra.

Al final el copiloto no es el único loco.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.