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Cuando las costas y playas de Panamá no tienen otro destino que ser parte de las inversiones extranjeras

Subasta ecológica en tiempos de rapiña

Fuentes: Rebelión

Así es el título de este artículo, cuando las costas y playas de Panamá no tienen otro destino que ser parte de las inversiones extranjeras, sin importar el grado de valor ecológico que representa para la biodiversidad y la humanidad. Todo radica en el dios mercado, del cual los gobernantes se valen para emitir las […]

Así es el título de este artículo, cuando las costas y playas de Panamá no tienen otro destino que ser parte de las inversiones extranjeras, sin importar el grado de valor ecológico que representa para la biodiversidad y la humanidad.

Todo radica en el dios mercado, del cual los gobernantes se valen para emitir las acostumbradas promesas de empleos e ingresos para el país, como fórmula única para salir de nuestra pobreza y de situarnos como nación de prosperidad para los intereses foráneos.

Podemos observar que con la nueva Ley Insular, gozan de libertad y protección jurídica todos estos acontecimientos en materia de inversión turística sin ningún sentido de garantías y reversión financiera, social y protección ecológica.

Con la creación de esta ley No 2 del 7 de enero de 2006, se regulan las concesiones para la inversión y la enajenación de territorio insular para la industria del turismo, es decir la demarcación de áreas que serán objeto de concesiones administrativas.

Estas decisiones ponen en riesgo un sin número de fuentes biológicas marinas y costeras que abundan como patrimonio natural, por ejemplo las distintas especies de corales, acuíferos y fauna salvaje de emigración temporal que se constituyen en un verdadero paraíso digno de admiración.

Otras de las consecuencias es la emigración de tortugas que arriban a las playas para anidar sus huevos. Que se ven frutadas en su intento por la iluminación de los resort o su desvió hacia áreas no naturales. También con las capturas de mamíferos marinos, que conllevan a desolar las costas y así su emigración dejando el avistamiento natural.

Sin duda estas consecuencias afectan todos los ciclos de vida y especies sin arengar de que se tratan de cuestiones políticas como fue la destrucción de mangles en el área de Chame, Punta Galeta, Guararé y otras en riesgo sin darse a la luz pública.

Aunado a lo expuesto, se unen las concesiones de tierras protegidas por ley que representan patrimonio ecológico de Panamá, como es el caso de ventas de hectáreas del Parque Santa Fé y costa Norte de Veraguas.

Ahora cuales son las zonas declaradas para el desarrollo turístico por las autoridades nacionales?

 

A pesar de normas de protección ambiental sobre la prohibición de construcciones en zonas biológicas, no existen garantías de que un ente represente verdaderamente el guardián de esa biodiversidad. Porque en este país pueden existir todas las leyes ambientales, sin embargo las autoridades son entes muertas a la hora de defender el ecosistema, por la sencilla razón de la seguridad jurídica a la inversión extranjera; ¡vaya cosas de la vida!

Estos hechos no podemos divorciarlos de las afectaciones sociales, por que se trata de territorios en donde se desarrollan distintas culturas de producción, arte y belleza que miles de hombres y mujeres desempeñan a pesar de ser excluidos.

Sin embargo, el pretexto legal de poner en práctica dicha ley descansa en el artículo 35, aseverando que el Estado capacitará a los moradores en diferentes disciplinas que se requieran en las inversiones concedidas. Que incongruencia entre los niveles de calidad laboral extranjera con la explotación de los trabajadores panameños.

Tomando en cuenta las desigualdades sociales, no dejamos la discriminación y xenofobia a las comunidades legendarias que son parte de la población nacional y representan la cultura autóctona de nuestra campiña interiorana cuando no forman parte del átomo extranjero millonario.

Siguiendo con las desdichas de nuestro país en su venta y saqueo, no podemos dejar pasar por desapercibido el carnaval de concesiones al mejor postor, cuya relación directa y entreguista deja al descubierto el paso expedito a la especulación y al lavado de dinero, convirtiéndonos en estado puerto de la circulación de capital ilegal.

Dentro de ese entorno, marca la pauta la ley No 8 del 14 de junio de 1994 de incentivos que el Estado otorga a las actividades de la industria del turismo, o sea, el laberinto financiero de conceder territorios sin revertir a la economía panameña y ejercida por extranjeros, un chanchudo.

A continuación presentamos una breve reseña de inversiones turísticas concedidas y registradas por las autoridades nacionales:

EMPRESA

PROPIEDAD

MONTO

PROVINCIA

Tucam Country Club Resort

 

33 millones

Panamá

Ice Tower Hotel & Resort (Iron Tower)

F&f properties

37 millones

Panamá

Space Playworld Albrook

 

2 millones

Panamá

Hotel Marriot (Ampli.)

 

11 millones

Panamá

Intercontinental Playa Bonita Resort $ Spa Panamá

 

16 millones

Panamá

Torres de las América

 

56 millones

Panamá

Veneto Hotel Casino

 

19 millones

Panamá

Brisas de Amador

 

48 millones

Panamá

Museo de la Biodiversidad

 

40 millones

Panamá

Los Faros de Panamá

Grupo Mall (España)

509 millones

Panamá

Nikki Beach Panamá Canal hotel $ Spa

 

30 millones

Panamá

Acuario Ocean Embassy Panamá

 

2.5 millones

Panamá

Residencial turístico Isla Viveros

André Beladina. Grupo Viveros

500 millones

Panamá

Malibú Beach Park & Resort

Econoplade & Grupo GSM

200 millones

Panamá

Valle Escondido

Samuel Taliaferro E.U.

 

Chiriquí

Cielo Paraíso

Collen

/Raideet Lal Canadá

37 millones

Chiriquí

Boquete Country Club

   

Chiriquí

Nüare Boquete

   

Chiriquí

Palo Alto Mountain Club

 

40 millones

Chiriquí

Los Molinos

   

Chiriquí

Altos de Caldera

   

Chiriquí

Villa de Las Canarias

 

2 millones

Chiriquí

Istana Properties

   

Chiriquí

Red Frog Beach Club

Jhon Haley

20 millones

Bo. del Toro

Hotel Playa Tortuga

 

7.8 millones

Bo. del Toro

Mar Caribe Beach Resort & Marina

   

Bo. del Toro

Sunset Point

   

Bo. del Toro

Damani Beach

Mark Henderson

 

Bo. Del Toro

Paradise D reams

Grupo E.U.

 

Bo. Del Toro

Residencial Bijao

Cadena Super Club de Resort

 

Coclé

Hotel Decameron (Ampli.)

   

Coclé

Hotel Playa Blanca

 

350 mil

Coclé

Residencial Las Nubes

     

Casa Grande Luxury Beach Community

Nikki Beach Internac.

60 millones

Coclé

La Granja Campo / Aventura

William Shark

150 mil

Colón

Hotel Sheraton Four Point

Familia Waked

 

Colón

Isla Grande / Banana Village

 

15 millones

Colón

Restaurante Típico

 

19 mil

Herrera

Complejo Turístico Los Guayacanes

 

5 millones

Herrera

Art Lodge Landarp

Raúl Valderrama Gallardo (Francia)

 

Veraguas

Montaña Verde

   

Veraguas

Infraestructura Parque Nacional Coiba

 

200 mil

Veraguas

Hotel Familiar Marina

 

295 mil

Los Santos

Piñas Bay Resort

 

200 mil

Darién

Proyecto Santa Cruz de Cana

   

Darién

Entre estos megaproyectos no incluimos algunos que han iniciado los estudios de impacto ambiental y construcciones porque no contemplan las exigencias legales.

Resort, spa, clubes, casinos, rascacielos, pirámides supersónicas, marinas y demás son algunos de los atractivos del turismo de importación que desplaza el verdadero turismo ecológico, agroturismo y tradicional, inedulible de nuestra identidad nacional y patrimonio histórico.

Sin desmeritar a quienes creen en el desarrollo con un verdadero sentido de construir un mejor Panamá, y no parasitar el entorno, debemos aplaudir tantas iniciativas que desconocemos. Y denunciar a quienes son sanguijuelas, que saquean el Estado y que anulan las distintas oportunidades económicas y sociales.

Apelamos a un Plan Nacional de Desarrollo Turístico ejercido por el Estado y no solo por el sector privado, con modelos incongruentes con nuestra realidad turística, y que inyecte a la economía nacional para su buena distribución. También que garantice y evite la especulación, la burbuja inmobiliaria y blanqueo de capitales.

FUENTES

Revista Mundo Social. Volumen 96, año 10. Marzo 2007.

Capital Financiero. No. 334. 26 de marzo – 1 de abril de 2007.

OLMEDO CARRASQUILLA II

ACTIVISTA AMBIENTAL Y SOCIAL