Traducido por Gorka Larrabeiti
Comencemos por los hechos: basta con una observación puramente «superficial» para ver que la extensión de la banquisa polar es ya mismo muy inferior a la media (después de un invierno normal, o ligeramente más frío que los de los últimos años), y ronda ya el mínimo histórico de 2007.
Sin embargo las cosas están aún peor: debilitada por años de veranos anómalos, la banquisa se ha vuelto muy fina, el hielo más «antiguo», ese que tiene varios años, se ha reducido mucho y se ha fragmentado. El resultado es que el hielo, incluso donde lo hay, es frágil, fino y se rompe en trocitos que van a la deriva dejando detrás de ellos mar abierto.
Cerca del Polo Norte, ya desde hace algunos años, se ha vuelto normal que se abran pequeñas aberturas de agua libres de los hielos, pero esta vez es distinto: nunca había sucedido que a 200 km. del Polo el casquete se hubiera fragmentado, y menos a mitad de julio, es decir, dos meses antes de que se alcancen el mínimo anual.
El efecto, una vez empezado, se autoalimenta, porque el albedo del agua es un décimo (o menos) que el del hielo porque la banquisa, una vez quebrada, no es capaz de oponer resistencia a las corrientes marinas y a los vientos que la van desplazando, empujando hacia un lado y otro, dejando cada vez más espacios libres.
La foto que acompaña a esta nota se refiere a la situación de ayer, 15 de julio, y es un detalle de esta imagen grande.
Dicho sea de paso, el mítico pasaje el Noroeste, que se había abierto sólo en un par de ocasiones en años anteriores, ya es navegable casi por completo: aún queda una zona de pack, pero completamente fracturada. Todo ello unos dos meses antes que en años anteriores.
http://crisis.blogosfere.it/2010/07/sudori-freddi-la-banchisa-polare-si-disintegra.html